Men in Black 3

Lo cierto es que el cine palomitero está de buen año. No diré que llega a las cotas de excelencia y diversión de ‘Los Vengadores’ (es difícil que me vean ceder en esto), pero Men in Black 3 es un entretenimiento bastante aceptable. Después de una poderosísima promoción internacional y unas críticas cariñosas con el trabajo de Barry Sonnenfeld, mis expectativas con lo nuevo de los hombres de negro eran muy altas. Por eso, tal vez, salí de la sala un tanto decepcionado. “No es para tanto”, pensé. Sin embargo, poniendo tierra de por medio, es cierto que el recuerdo es agradable y que, lo más importante, no tengo necesidad de insultar a nadie. En fin:

Boris ‘el animal’ (Jemaine Clement, uno de los protagonistas de la genial serie ‘Flight of the Conchords’) se escapa de la prisión de máxima seguridad para alienígenas construida en la Luna. Al llegar a la Tierra, se hace con un dispositivo para viajar en el tiempo y consigue cambiar la historia, eliminando del mapa a ‘K’ (Tommy Lee Jones). ‘J’ (Will Smith) tendrá que embarcarse en una aventura temporal para evitar, cual Marty McFly, un futuro indeseado.

Está claro que el carisma de Will Smith basta para encadilar al público durante dos horas. El actor cuenta con un ejército de fieles seguidores que le ven con el mismo gusto en ‘Men in Black’ y en ‘Wild, Wild West’. Y, pese a que siempre me cayó en gracia el Príncipe de Bel Air, el gran actor de la película es Josh Brolin (‘No es país para viejos’), que interpreta la versión sesentera de Tommy Lee Jones con un acierto demoledor. El joven goonie puede presumir de haber robado, aunque sólo sea en parte, todo el protagonismo de la cinta.

Conclusiones: si buscan protección solar y dos horas de aire acondicionado con un pasatiempo que no requiera de presencia mental, ‘Men in Black 3’ es su opción. Si, por el contrario, esperan una cinta de ciencia-ficción capaz de expandir su mente, esperen unos meses y la sacan del videoclub.

Men in Black, cómic y cine

Los Hombres de Negro nacieron en 1990 de la mano de Lowell Cunningham y Sandy Carruthers, en la editorial Aircel Comics. Siete años más tarde, Barry Sonnenfeld adaptaría sus páginas a la gran pantalla con una película por la que nadie apostaba y que terminó siendo un éxito arrollador de taquilla, que, incluso, agradó a la crítica. Ahora sabemos que Will Smith es un talismán que las productoras adoran, pero por aquel entonces, con solo dos películas en su haber (‘Independence Day’ y ‘Dos Policías Rebeldes’) y sus seis temporadas como ‘El Príncipe de Bel Air’, no era más que un actor de moda. Este fin de semana se estrena ‘Men in Black 3’ y, si los ‘Los Vengadores’ lo permiten, reinará en las carteleras de todo el universo conocido.

Al ser un cómic extraño para la mayoría, pocos saben en qué se parecen las versiones de Cunnigham y Sonnenfeld. De hecho, es más que probable que ni siquiera usted supiera que se trataba de un película tan comiquera como ‘Hellboy’, ‘The Watchmen’ o ‘Batman Begins’. ¿Analizamos las diferencias entre ambas versiones de ‘Men in Black’?

1.- Los personajes principales son los mismos: Jay y Kay, bajo la tutela del inspector jefe Zed. Sin embargo, Jay, el personaje de Will Smith, era un neoyorkino rubio y caucásico. Y ambos agentes compartían protagonismo con Ecks, que terminaría expulsado y perseguido por los hombres de negro al intentar dar a conocer la asociación.

2.- La idea de los Men in Black es parecida: detectives que luchan por mantener en el anonimato aquellas ‘cosas’ que se escapan de la comprensión humana pero que suceden a nuestro alrededor. Mientras que en la película se centran en alienígenas, el cómic protegía al planeta, además, de sucesos paranormales (entes, fantasmas, apariciones, zombies) y demonios del inframundo.

3.- Pero, sin duda, la gran diferencia reside en los métodos. El cómic de Men in Black era oscuro en todos sus aspectos. A saber: mientras que Will Smith y Tommy Lee Jones utilizan un pequeño artefacto para borrar la memoria de testigos, los Jay y Kay del cómic les pegarían un tiro en la cabeza; a todos.

¡Satélite!

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No, es un satélite! Si nos dejamos guiar por lo que el cine nos ha enseñado lo más probable es que usted ya haya muerto. Sí, lo siento en el alma. Y no me mire así, ¿o es que no es triste que nadie vaya a leer jamás esta columna? Así que cada cual sostenga su vela. Pero vamos, que, como les decía, lo de que ya estén muertos se debe a que, probablemente, el aparatejo de las narices habrá caído en unas coordenadas impensables, trasladando el eje rotacional del planeta, provocando innumerables maremotos y tormentas de lava que habrían exterminado a toda la humanidad, menos a un pequeño pueblo de Albuquerque donde sus bondadosas gentes americanas seguirán cantando el himno de las barras y las estrellas hasta que una nave interplanetaria venga a rescatarles. Y tal.

Esa, como les digo, es la opción más probable. Pero, si por el contrario no han muerto, es el momento de que miren de reojo a todos los que le rodean. En especial a los periodistas con gafas. Existe una remota posibilidad de que el satélite trajera en sus entrañas un kryptoniano con poderes sobrehumanos que será capaz de luchar contra todos los villanos de la sociedad con la excepción de especuladores, banqueros sin ética, ricachones inmorales y dentistas -nunca me fié de ellos, es algo personal-.

No descarten el tema ‘alien’. Se conoce que los extraterrestres gustan de subirse a aparatos desconocidos. Así, es bastante probable que tengamos una plaga de Transformers de aquí a unos meses. O, en su defecto, un bicho descomunal que terminará siendo transportado en un tren que descarrilará ante la atenta mirada de una cámara de Super 8. Esperemos que no haya anillos verdes, que de héroes chorras ya andamos sobrados.

En cualquier caso, si, como les digo, hoy siguen vivos y no notan nada extraño o fuera de la normalidad a su alrededor no crean que no pasó nada. Que fue una de esas noticias que los periodistas nos empeñamos en repetir hasta la saciedad para aprovecharnos del morbo inherente. No, pamplinas. Lo que ha pasado es que dos tipos, vestidos con elegantes trajes negros, les han flasheado en toda la cara. Chimpún.