Los hay que gustan de ponerse muy científicos y sesudos cuando echan la vista atrás. Que si los ewoks sobraban, que si Willow era una copia barata de ‘El señor de los anillos’, que si el Capitán Planeta no reciclaba, que si ‘La princesa prometida’ está sobrevalorada. En fin, no es mi estilo. Yo, sin embargo, soy de los que confiesan, con orgullo, que la serie de dibujos animados de las Tortugas Ninja fue un hito cultural que dejó un considerable poso en las generaciones venideras. Unos dibujos inolvidables, carismáticos y que dejaría tumbados a casi todo lo que se emite en la actualidad (‘Hora de aventuras’, mis respetos).
Pero es que digo más: en 1990 corrí al cine a ver ‘Las Tortugas Ninja’ (Steve Barron) y salí entusiasmado de la sala. Clar, era un niño, pensarán. Pero no. Qué leches. Todo lo cutre que quieran, pero me lo paso pipa viendo la cinta. En serio, no es broma. Supongo que no he aprendido a discernir mis recuerdos infantes con una crítica adulta, pero no me importa. Disfruto con la banda de Leonardo, con los Ewoks, con Willow y con Íñigo Montoya, por más viejo que me haga.
Hecha la confesión, ayer se publicaron las primeras imágenes de la nueva versión que prepara Michael Bay de las Tortugas Ninja. El director, en esta ocasión, es Jonathan Liebesman, que espero guste a los niños de hoy, porque al adulto que soy hoy le parece un cineasta infame: ‘Invasión a la Tierra’, ‘Ira de Titanes’, ‘La matanza de Texas: el origen’.
Basta echar un vistazo al diseño de las Tortugas para constatar que Michael Bay está detrás: músculos imposibles por todas partes. Aunque, la verdad, me gustan. Mientras llega el tráiler –le quedará poco– y se acerca la fecha de estreno –agosto 2014–, me voy a dar una vuelta por mi videoclub particular. Que me han dado ganas de ver en acción a Leonardo, mi tortuga favorita.