Jurassic World

Bastan cinco minutos en ‘Jurassic World’ para descubrir que la película guarda una honesta y clara intención de no engañar a nadie. Ni siquiera a sí misma. 22 años después, la Isla Nublar se ha convertido en el mayor parque de atracciones del mundo. Claire (Bryce Dallas Howard, ‘La joven del agua’), su responsable y jefa de marketing, se sincera con un grupo de posibles inversores: «A nadie le impresiona ya ver un dinosaurio». Toda una declaración de intenciones de lo que está a punto de pasar.

Dudo que encuentren a alguien convencido de que ‘Jurassic World’ sea mínimamente comparable a ‘Parque Jurásico’. La película de Spielberg fue el milagro que cambió el rumbo del cine. Los espectadores de 1993 no podremos olvidar nunca la sensación de tocar por primera vez un dinosaurio. Ese impacto es irrepetible. Esa impronta es única.

Así, el film de Colin Trevorrow no podía resucitar las vibraciones pasadas. Pero sí rememorarlas, honrarlas y utilizarlas para hacer una película muy entretenida. Pese a que el guion flojea y que algunos personajes (personalmente no soporto demasiado a los niños) están dibujados con vagancia, la cinta goza de suficientes elementos como para salir satisfecho de la sala: la pareja de protagonistas, Bryce Dallas y Chris Pratt (‘Los Guardianes de la Galaxia’), funciona a las mil maravillas; los innumerables guiños a la primera entrega son excelentes; las perlas de humor, bien dosificadas; la sobrecogedora música de Michael Giacchino siguiendo la estela de John Williams; y, por supuesto, la efectividad de los dinosaurios. Sí, puede que ya no impresionen a nadie. Pero está claro que siempre resultan entretenidos.

Mantener las expectativas bajas es una buena idea. Llegar a la sala dispuesto a pasarlo bien y a disfrutar del viaje, como lo haría un niño de ocho años antes de entrar al mayor parque de atracciones del mundo. Si lo consiguen, si se dejan impresionar, se lo pasaran de fábula.

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Zimmer & Giacchino

En una clase de escritura creativa nos invitaron a describir lo que veíamos mientras sonaba una música de fondo. El blanco se difuminó en cuestión de segundos, lo que mi infatigable boli bic tardó en divisar un barco pirata a lo lejos, en una fina línea que dividía el horizonte en cielo y mar. La nave avanzaba a toda vela, impulsada por los violines, los redobles y la emocionante estampa de una isla del tesoro que cada vez se hacía más y más grande, al ritmo de la melodía. Lo que no sabíamos -ni yo, ni los miembros de la tripulación del ‘Libertad’, mi barco- es que el tintineo del piano acechaba una línea más abajo, cuando los piratas aparecieron de improviso al grito de “¡al abordaje!” Épica lucha de espadas en ristre y cañonazos traicioneros que causó bajas dolorosas y una batalla inolvidable.

La música. Dicen que es el arte más completo, complejo y complaciente de todos. Qué facilidad para despertar la imaginación y hacernos volar, brillar, amar, correr, gritar, otear, crujir y bailar. En el mundo del cine hay dos nombres que me obsesionan: Michael Giacchino y Hans Zimmer. Sus dos últimos trabajos ya se han estrenado en Estados Unidos y los disfrutaremos aquí dentro de relativamente poco. Ese retraso favorece que, por ejemplo, escuchemos sus bandas sonoras antes de, si quiera, haber visto la película.

‘El hombre de acero’ (Zack Snyder), se estrena el próximo viernes 21, con música de Zimmer. ‘Star Trek: en la oscuridad’ (J.J. Abrams), el 5 de julio, con Giacchino. Y, sin embargo, llevo semanas obsesionado con dos temas de sus films. Como en aquella clase de escritura creativa, recreo el introspectivo vuelo de Clark Kent con ‘Man of Steel (Hans original sketchbook)‘ y asisto a la tripulación del Enterprise con el sinuoso, aventurero y terrorífico piano de ‘London Calling‘.

Sé que no es normal. Que no soy normal. Que las personas normales tienen paciencia y esperan sentados a que su cine cuelgue la cartelera correcta. Pero vivo en un mundo globalizado por Internet, que me puntúa las películas meses antes de que lleguen, que cuelga posters y decenas de tráilers, que comparte la música en Spotify; sin fronteras ilegales. Todo justo, todo pagado, todo igual. ¿Por qué nos hacen esperar tanto?

Queda menos para ver lo que otros escribieron con las músicas de Giacchino y Zimmer. Veremos si coinciden sus versiones con las que ya hemos imaginado con sus melodías.

Fringe, la película

Walter Bishop ha cruzado a un universo paralelo en el que, quizás, supere la quinta temporada. A este lado, ‘Fringe’, la serie de televisión de Fox, se despidió con un final agrio, previsible y poco imaginativo. Una muerte injusta para cinco años de talento desmenuzado en pequeñas píldoras de ciencia ficción. Unas lágrimas que tardarán poco en secarse ya que, cada día que pasa, estamos más cerca del estreno de ‘Fringe, la película’.

La familia Bishop nos ha enseñado que creer en algo es lógica suficiente para hacerlo realidad. Sus protagonistas –probablemente, uno de los equipos más carismáticos de los últimos años– se las ingeniaron contra bestias inmundas, plagas víricas, enemigos atemporales y crueles observadores despojados de toda empatía. Pero por encima de todo está Walter, siempre Walter. El personaje al que John Noble (‘ESDLA: El Retorno del Rey’) imprió una fórmula magistral de locura y genialidad. Imponente y entrañable, bondadoso y maquiavélico, el patriarca de los Bishop ha conciliado a los millones de seguidores de Fringe repartidos por todo el planeta.

Sí, millones. Es cierto que la serie ha terminado por no cumplir con la exigente audiencia. De hecho, en estos cinco años, han sido varias las amenazas de cierre prematuro. Pero, al menos, Fringe tuvo la suerte de escribir un final consciente. Lo malo es que no nos haya gustado.

Hace diez años, un ejército de fans organizó una batalla contra las distribuidoras para conseguir que ‘Firefly’, la serie de vaqueros en el espacio, volviera a emitirse. No le dieron un espacio en la parrila televisiva, pero sí una película dirigida por el mismo Joss Wheedon (‘Los Vengadores’): ‘Serenity’. Y ha llegado el momento de volver a filas. Como nos enseñó Walter Bishop, hay que tener visión. Así que es hora de hablar de ‘Fringe, la película’. Una realidad que ya existe en un universo paralelo y en un futuro posible. Nos toca rescatar a Peter, Olivia, Astrid y Walter. Nos toca rescatar ‘Fringe’. ¿Tan complicado es que J.J. Abrams escriba y dirija un film con música original de Michael Giacchino?  Yo creo que es posible. Y eso basta.

Ya lo decía la tripulación de Serenity: “No puedes parar la señal”.

Perturbaciones en la Fuerza

Disney ha comprado LucasArts por una cantidad impronunciable. George Lucas y Kathleen Kennedy se hermanan con Pixar y Marvel, dejando todo su legado en manos de los amigos de Mickey Mouse. El primer movimiento ha sido anunciar que el Episodio VII de Star Wars llegará en 2015 y que será el inicio de una nueva trilogía. Sin entrar en valoraciones personales, otras perturbaciones en la Fuerza que podrían suceder de ahora en adelante:

1. ¿Está Joss Whedon (‘Los Vengadores’) más cerca de escribir y dirigir uno de sus sueños confesos, Star Wars? ¿Lo hará J. J. Abrams? ¿Sustituirá Michael Giacchino a John Williams?

2. ¿A cuántos ejecutivos se les ha ocurrido ya que en la próxima entrega de Indiana Jones aparezca Chris Hemsworth y Robert Pattinson? ¿La dirigirá Jerry Bruckheimer?

3. ¿Volverá Jennifer Connely a huir de David Bowie en una secuela de ‘Dentro del Laberinto’? ¿Habrá un remake en 3D con Kristen Stewart y Justin Timberlake?

4. ¿Veremos a ‘Howard el Pato’ protagonizar su serie de videojuegos y, posteriormente, una trilogía cinematográfica coprotagonizada por Johnny Depp?

5. ¿Aprovecharán el tirón de ‘El Hobbit’ para recuperar ‘Willow’ de su letargo ochentero y convertirlo en su particular apuesta por la otra Tierra Media?

6. ¿Cuánto tardarán en realizar la tercera entrega de Los Ewoks? ¿Haría Pixar una película de Los Ewoks? ¿Cuántos peluches venderán de Los Ewoks?

7. ¿Empezarán los wookies a hablar?

8. ¿Será Disney el acicate que necesitaba LucasArts para escribir el guion de ‘La Maldición de Monkey Island’, ‘Maniac Mansion’, ‘El Día del Tentáculo’, ‘Sam & Max’, ‘Full Throttle’, ‘The Dig’ y ‘Loom’?

 

Brave y La Luna

Es increíble la descomunal amalgama de sentimientos que Pixar consigue despertar en tan solo cinco minutos. Saben enternecer con una sonrisa, igual que lo haría un hijo en los brazos de un padre. Consiguen asombrar con un manto de estrellas que flota sobre el mar e ilusionan con la maravillosa idea de anclar tu barca bajo la luna llena. Hacen que sus personajes sean irremediablemente familiares, tanto que abrimos los ojos maravillados, sintiéndonos partícipes de una aventura fantástica que nunca nos contaron. Y al pasar esos cinco minutos, tutelados por los latidos que solo Michael Giacchino sabe orquestar, cerebro y corazón están dopados por las mismas emociones que podría provocar una ambiciosa película de tres horas de duración. Bastan cinco minutos para vibrar, reír y llorar. Bastan cinco minutos para reafirmar la admiración inequívoca por Pixar, una fábrica de sueños.

Bastan los cinco minutos del corto ‘La Luna’ que precede a ‘Brave’ para salvar la entrada y no lamentar haber pagado por una película que emborrona una filmografía espectacular.

‘Brave’ tiene tres puntos a su favor: la animación del pelo de Mérida, la protagonista, es un trabajo bestial; la belleza de los escenarios, inmensos mares y profundos bosques escoceses; y la música de Patrick Doyle, acertada, como es habitual. El resto de ‘Brave’ es una aburrida concatenación de pastiches y personajes clásicos que defraudan antes de llegar al primer cuarto de hora. Es cierto que el film parte como una apuesta más infantil, un intento de recuperar el espíritu de los clásicos de Disney. Pero, si ese era el objetivo, ‘Enredados’ le da cien mil vueltas.

Con todo, imagino que los más pequeños de casa disfrutarán con el espectáculo, que, a fin de cuentas, es la idea. Los que esperamos mucho más de Pixar seguiremos contando los días hasta el estreno de ‘Rompe Ralph’, a finales de año, con la esperanza de que ‘Brave’ se olvide con facilidad.