Misfits

Una de las grandes sorpresas de la temporada ha sido ‘Attack the Block’, película de ciencia ficción que se estrena mañana con el retraso estipulado de, creo, seis meses. Tengo muchas ganas de ver la cinta inglesa porque la han tildado como la ‘Super 8’ gamberra de los suburbios londinenses y por el tremendo parecido que le veo con esa enorme joya de la televisión moderna que ha pasado, tan injustamente desapercibida, por nuestra parrilla: ‘Misfits’.

‘Misfits’ es, de largo, la mejor serie de jóvenes con superpoderes de la última era. Ojo, no de héroes. O no de los héroes clásicos, buenas personas y mejores vecinos. Imaginen qué ocurriría si un grupo de chavales de reformatorio, de esos que viven para la fiesta, la discoteca y el cachondeo más destructivo -cabronazos sería la expresión correcta- obtiene, por uno de esos azares del destino, poderes sobrehumanos: sentidos mejorados, velocidad de la luz, fuerza infinita, manejo de la mente… ¿Se imaginan el percal? Eso es ‘Misfits’.

La serie, que actualmente emite su tercera temporada en Reino Unido, puede presumir de uno de los protagonistas más carismáticos de la historia de la televisión: Nathan Young. Representación más crítica, visceral e histriónica de la juventud ‘ni-ni’. Un personaje magnífico que deja, capítulo a capítulo, un reguero de genialidades verbales que merecen un poemario. Este monólogo, mordaz e irónico, cierra la primera temporada. Magnífico:

«Os han hecho creer que así es cómo debéis ser. ¡Pero no es verdad! ¡Somos jóvenes! ¡Se supone que debemos beber mucho, portarnos mal y follar hasta que se nos revienten los sesos! Estamos hechos para la fiesta. ¡Es así! Sí, algunos tendremos sobredosis o nos volveremos locos, pero Charles Darwin dijo “no puedes hacer una tortilla sin romper unos cuantos huevos”. Y de eso va todo esto: de romper huevos. Y por huevos me refiero a tomarnos un cóctel de primera. Si pudierais veros, se me parte el corazón. ¡Lleváis chaquetas de punto! Lo teníamos todo, ¡la jodimos más y mejor que cualquier otra generación! ¡Éramos tan hermosos! Somos un desastre, yo soy un desastre. Y planeo serlo hasta que acabe los veinte, o tal vez hasta los treinta y pocos».