Cuatro películas para el Día del Padre

He repasado los estrenos de los últimos meses y he seleccionado tres películas que bien merecerían un visionado hoy, 19 de marzo, día del padre: ‘Nebraska’, ‘De tal padre, tal hijo’, ’12 años de esclavitud’ y ‘El Mayordomo’. Hay otras, pero estas son las que yo buscaría en el videoclub.

Alexander Payne volvió a mostrarnos en ‘Nebraska‘ su obsesión como narrador: la herencia. Y lo hizo a través del sincero amor de un hijo hacia su padre y del respeto manifiesto a las mentiras que nos hacen más verdad. El patriarca de la familia Grant es el enorme Bruce Dern que, con una interpretación portentosa, nos invita a creer en una mentira que esconde una tremenda verdad: soy lo que fue mi padre y seré lo que será mi hijo.

Hirokazu Koreeda nos trajo en 2013 ‘De tal padre, tal hijo‘, magnífica lección vital sobre dos padres que descubren que sus hijos fueron intercambiados al nacer por un error administrativo. Les aseguro que si se ponen en la piel de su protagonista sufrirán por él. Es tal la empatía entre nosotros y los protagonistas que se hace imposible no hacerse las mismas preguntas: ¿cambiarías a tu hijo?, ¿soy buen padre?, ¿estarían mejor conmigo?, ¿con ellos? Un proceso traumático que, sin embargo, se recorre con una extraña sonrisa en la boca. Un hermoso encuentro entre el hombre que somos y el que queremos ser. Una preciosa lección sobre la paternidad y, por tanto, de la vida eterna. De la vida que importa, de la vida que hablan los maestros.

Por último, de una manera más forzada y quizás ajena, dos títulos de la idiosincracia de América que, bien leídos, describen el esfuerzo titánico de un padre: ‘El Mayordomo‘, de Lee Daniels, y ‘12 años de esclavitud‘, de Steve McQueen. Ambas, desde la contundente óptica de la ‘historia real’, dibujan con detallismo el sacrificio al que se somete un hombre y su tiempo.

PDT: ¿Crees que el cine define al padre?

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Nebraska, de Alexander Payne

Lo extraordinario del ser humano es su omnipotente capacidad para convertir las mentiras en prólogos de la verdad. Es cuestión de creer, de mutar la mirada y afinar el oído, de llevar la contraria con suficiente consistencia, para que el cielo sea naranja o el universo una burbuja diminuta. Alexander Payne (‘Los descendientes’, ‘Entre copas’) sigue profundizando en su gran obsesión como narrador: la herencia. Y lo hace a través del sincero amor de un hijo hacia su padre y del respeto manifiesto a las mentiras que nos hacen más verdad.

Nebraska’ es el final de un camino de baldosas amarillas. Un lugar en el mapa y una utopía por la que Woody Grant (Bruce Dern, ‘Django desencadenado’), un anciano alcohólico con problemas mentales, está dispuesto a abandonarlo todo. Literalmente. Está empeñado en viajar hasta la ciudad de Lincoln, en Nebraska, tras recibir una carta en la que se le informa de que es el ganador de un millón de dólares si se suscribe a una revista. Típica publicidad falsa (hoy muy presente en los correos electrónicos) que el bueno de Woody decide tomar como cierta, pese a las maldiciones de su esposa Kate (June Squibb, ‘A propósito de Schmidt’). Sin embargo, su hijo David (Will Forte, ‘Desmadre de padre’) decide que el empeño y la locura de su padre son una excusa fantástica para huir de una rutina asfixiante.

El viaje de la familia Grant es un precioso reflejo de la relación entre padres e hijos. ‘Nebraska’ combina la melancolía del recuerdo, perfectamente plasmada con un metraje en completo blanco y negro, con la miserable sociedad del capitalismo, enraizada en pueblos y capitales. Una extraña mezcla de humor satírico y drama existencial que dibujará una entrañable sonrisa en el espectador.

Bruce Dern es, por derecho, el espíritu y la justificación de toda la película. Una interpretación portentosa que nos transporta de un extremo a otro, de la compasión y la lástima al orgullo y la comprensión. Creer en mentiras como ‘Nebraska’ es creer en una verdad tremendamente humana: soy lo que fue mi padre y seré lo que será mi hijo.

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Cinco ideas para cinco Globos de Oro

Salí de ‘Rush’ con la sensación de que merecía mucho más bombo del que había recibido. La película de Ron Howard es excelente y se gana a pulso elogios y candidaturas. Por eso, su nominación en los Globos de Oro a mejor película (drama) ha sido la que, quizás, más alegría me ha producido. No porque crea que vaya a ganar, que no creo, sino por el, como les digo, honroso reconocimiento a una de las mejores películas del año. Algo que espero tenga su reflejo en los Oscar.

Las nominaciones sirven, ante todo, para crear un clima de interés. El ‘hype’, como dicen los modernos. Y vaya si lo hace. Estas son las cinco que me tienen deseoso de pagar una entrada: ‘12 años de esclavitud’, ‘La gran estafa americana’, ‘Her’, ‘Nebraska’ y ‘A propósito de Llewyn Davis’. ¿Por qué me apetece mucho verlas? Cinco ideas para cinco películas:

‘12 años de esclavitud’: Steve McQueen y Michael Fassbender me convencieron con ‘Shame’, pero resulta que esta vez han convencido, además, a los que no convencieron la primera vez. Esto es carne de Oscar. Lo digo muy convencido.

‘La gran estafa americana’: David O. Russell está en racha. Después de la genial ‘El lado bueno de las cosas’, el director junta a la actriz de moda, Jennifer Lawrence, con la llegada de Batman, Christian Bale, a la comedia.

‘Her’: Spike Jonze vuelve a la gran pantalla, por fin, tras ‘Donde viven los Monstruos’. El poderoso imaginario de Jonze siempre contará con mi beneplácito. Pero es que la historia, el romance entre Joaquin Phoenix y un robot (¿un móvil?), me parece fantástica.

‘Nebraska’: Alexander Payne me hipnotizó con ‘Los Descendientes’ y todavía me dura.

‘A propósito de Llewyn Davis’. Los hermanos Coen de ‘Valor de Ley’ regresan con un drama sobre un músico que se abre paso por Estados Unidos. La historia ha conmovido a la comunidad yanqui y a mí me ha conmovido el tráiler, que es precioso.