Peter Jackson presenta El Hobbit

Recuerdo una conversación con Jesús que terminó con la siguiente frase: “han sido una puñetera familia”. Fue allá por el 2004, cuando ‘El Retorno del Rey’ ya había conquistado una importante retahíla de Oscars. La pasión por Tolkien siempre había existido. De hecho era como una pequeña parcela que dividía a las personas en dos grupos: los que lo habían leído y los que no.

El proyecto de ‘El Señor de los Anillos’ en el cine exigía una inmensidad mínima para que el producto no quedara en otro fraude de espadas y brujería. Puede que no se hayan parado nunca a reflexionar sobre lo que Peter Jackson consiguió, pero es fascinante: las ciudades de la Tierra Media siguen en pie. Y ahora, ocho años después, la compañía del anillo vuelve a casa.

‘El Hobbit’ promete un seguimiento en redes sociales épico. Jackson, que además de dirigir sabe vender muy bien su trabajo, ya ha colgado el primer vídeo del rodaje de la película. Me encanta. Volver a escuchar el tema de los medianos -qué banda sonora tan magistral, bravo Howard Shore- en el mismo escenario en el que vimos a Frodo recoger ‘mi tesoro’ y partir hacia las oscuras tierras del olvido, Mordor, no tiene precio.

Pero en el vídeo de Jackson -son 10 minutos- hay un instante que me apasiona. El director sienta a todos los actores -son muchísimos, un centenar casi- en un gran salón, y les dice que si hubo algo que hizo grande a ‘El Señor de los Anillos’ fue que al final de tantos años de madrugones y grabaciones a horas intempestivas, fue imposible no llorar el día que se separaron. Y entonces, justo al final, Peter dice lo mismo que pensó Jesús cuando terminamos de ver el ‘cómo se hizo’ en los deuvedés de extras, en 2004: “Fuimos una gran familia y por los próximos tres años la volveremos a ser”.

The Lovely Bones

Dudo que exista un libro, película o canción capaz de servir como terapia ante la muerte de un hijo. Soy incapaz de imaginar lo que se debe sentir al mirar a tu alrededor y ver el alma de una persona vagabundeando por los objetos, las costumbres y el rastro que dejaron en la habitación de al lado. ‘The lovely bones’ es un drama que explora ese lugar onírico, entre el cielo y la tierra, en el que las almas esperan su redención.

Peter Jackson parece que toma la inspiración de aquel diálogo de ‘El señor de los anillos: Las dos Torres’, cuando Theoden dice, entre lágrimas y sollozos: “Ningún padre debería asistir al funeral de su hijo”. Susie Salmon (Saoirse Ronan) es una adolescente de 14 años que, nada más empezar la película, nos avisa de su asesinato inminente. Los 40 primeros minutos de ‘The Lovely Bones’, magistrales, describen cómo muere la niña, culminando con una escena absolutamente brillante protagonizada por ella y el asesino (Stanley Tucci).

Lejos de abusar de la técnica y el croma, Jackson dibuja con mimo un rincón celestial para Susie Salmon. Una sala de cine desde la que la pequeña podrá ver la película de su vida y seguir los pasos de sus seres queridos. Su padre (Mark Wahlberg), tomará las riendas de la investigación para encontrar al asesino de su hija.

La tensión del primer tercio de la película se desinfla en el nudo, cambiando el terror psicológico y el drama humano por una sensación de que Jackson pierde un poco el norte de su historia. Rachel Weisz, que interpreta a una madre desconsolada, queda al margen de las dos horas de metraje. Susan Sarandon, la abuela, pone el toque de un humor con un papel por el que no será recordada.

‘The Lovely Bones’ es el duelo. El proceso de aceptación y superación personal ante la única tragedia humana que no es combatible. Una búsqueda de la justicia divina como liberación de la venganza. Es, sin duda, una película terrorífica.