El pasado de Riddick

‘Pitch Black’ (David Twohy, 2000) fue la candidata perfecta de un sábado por la tarde. Aparecía Vin Diesel en la carátula de la cinta y tenía puesta la etiqueta de ‘novedad’, lo que siempre llamaba nuestra atención en el videoclub. Por alguna extraña razón, en su momento, la desestimamos en la cartelera. Supongo que habría otras candidatas mejores. O que creímos mejores. Porque disfrutamos mucho con la primera aventura de Riddick, para qué nos vamos a engañar.

Creo que es el halo de ciencia-ficción de bajo presupuesto. Los espectadores fieles al género solemos valorar que las películas se esfuercen en utilizar la imaginación para solventar lo que no pueden pagar. De hecho, si tuviera que elegir entre ‘Pitch Black’ y ‘Las Crónicas de Riddick’ (2004), me quedo con la primera. Su estética, su terror bien llevado, el juego de luces y sombras… Funciona muy bien.

Twohy fue el director de ambas, pero el éxito inesperado –gracias al boca a boca– de la primera entrega propulsó a la productora, que estuvo encantada de echar toda la carne en el asador con un sinfín de efectos especiales y demás parafernalias digitales. Tampoco me desagradó, la verdad. Creo que ambas cintas son muy entretenidas, distintas a lo habitual. Pero, no obstante, ‘Las Crónicas de Riddick’ sufría de falta de carisma (nunca lo jugué, pero todos los que lo hicieron me aseguran que el videojuego sí fue un éxito considerable).

Y así llegamos a ‘Riddick’, precuela de presupuesto moderado que aparenta tener más en común con ‘Pitch Black’ que con ‘Las Crónicas…’ La sensación es que el bueno de Vin vuelve por la puerta de atrás, de tapadillo y a hurtadillas. La realidad es que, hasta la fecha, todas las proyecciones han encandilado a la crítica. No sé muy bien qué esperar de la película, si tirará más al terror o a la acción, pero hay un elemento que me gusta antes de empezar: recuperar a Katee Sackhoff, Starbuck en Galactica (conste que el resto de secundarios son resultones: Jordi Mollá, Dave Bautista y Karl Urban).