Marty McFly llegó al futuro a las cuatro de la tarde del 21 de octubre de 2015. A esa misma hora, miles de individuos comenzaron a quejarse públicamente del excesivo cariño que estaba recibiendo la saga cinematográfica en los medios de comunicación. Vaya, que estaban hasta los huevos de los infinitos reportajes, vídeos, tuits, parodias y homenajes que inundaron las líneas temporales de todos los universos conocidos. Continuar leyendo «La pesadilla de Regreso al Futuro»
Back in Time, regreso al regreso
‘Regreso al futuro’ es esa película que siempre apetece ver. Volver a ver. Ver otra vez como si fuera la primera, como si acabaras de viajar en el tiempo y pudieras disfrutarla con ojos de primerizo. No conozco a nadie en su sano juicio que no se lo pase pipa viendo la saga de Robert Zemeckis y Bob Gale. De hecho, si alguien te dice «esta tarde echan en la tele ‘Regreso al futuro’», un pequeño resorte salta en tu cerebro creándote la imperiosa necesidad de buscar un sofá cómodo y ver, una vez más, a Marty McFly tocar la guitarra.
La primera entrega se estrenó en 1985. Hace 30 años. Y será en octubre de este año (21/10/2015) cuando se cumpla una de las fechas más frikis y extraordinarias de la cinematografía moderna: el Delorean aparca en el futuro. La cita merecía todas las celebraciones imaginables, claro. Pero había una que no podía faltar: el documental.
‘Back in Time’ es una fantástica idea de Jason Aron, cineasta y fanático de la trilogía que abrió hace semanas un proyecto de ‘crowfunding’ para costear su película. El propio Aron revela que cuenta con entrevistas exclusivas con todos los actores de la saga, guionistas, director y compositor. Además de un repaso a la tecnología que inspiró, su estética, su trascendencia en la cultura popular… Y, por supuesto, imágenes de la recreación que tuvo lugar hace poco más de un año en Londres.
El crowfunding aspiraba a conseguir 50.000 dólares. Ya va por casi 60.000. Yo me he animado a soltar unos euricos. Todo sea por honrar, una vez más, a una de las películas más divertidas e icónicas de todos los tiempos.
¿Quién se apunta?
Ocho razones para volver a Regreso al Futuro
Es como si viajáramos al pasado cada cierto tiempo para ver ‘Regreso al futuro’ por primera vez. Qué difícil encontrar una trilogía tan viva como la protagonizada por Michael J. Fox y Christopher Lloyd. Por alguna extraña razón, en los últimos días Internet se ha revolucionado con un detalle de la saga que, tal vez, no conocían. Resulta que el centro comercial, al principio de la saga, se llama ‘Two Pines’ (‘Dos pinos’) y, después de iniciar el periplo temporal, ‘Lone Pine’. ¿Por qué? Si recuerdan la escena, cuando Marty viaja por primera vez a 1955, atraviesa una granja y termina tumbando uno de los dos pinos que decoran la puerta de entrada. Ahí lo tienen. El primer cambio. ¡Pero hay muchos más!
Los créditos. En la primera escena de ‘Regreso al Futuro’ hay una fotografía Doc disimulada entre los recuerdos en la que aparece Harold Lloyd en la famosa escena de la película de 1923… ¿Seguro que es Lloyd?
El amplificador. También en la escena inicial, Marty enchufa su guitarra eléctrica en una gigantesco amplificador que lleva la etiqueta ‘CRM 114’. ¿Les suena? Es un homenaje que Zemeckis realiza a una de sus películas favoritas de Stanley Kubrick. CRM 114 es la máquina que da las órdenes en ‘¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú’ y, además, el nombre de la nave exploradora en ‘2001: Una odisea en el espacio’.
Mr. Peabody y Sherman. Volviendo a ‘Two Pines’, ¿saben cómo se llamaban el padre e hijo de la granja? Mr. Peabody y Sherman, un guiño a unos dibujos animados de los años 60 en los que sus protagonistas viajaban en el tiempo.
La familia Statler. Cuando Marty llega al Oeste de Hill Valley en 1885, en ‘Regreso al Futuro III’, vemos un cartel que anuncia a ‘Honest Joe Statler’, un vendedor de caballos. ¿No les dice nada? Deberían volver a poner ‘Regreso al Futuro I’ y ver la famosa escena del principio. Las primeras palabras que se escuchan son un anuncio de radio de un coche, un ‘Statler Toyota’ y añade que la familia Statler ha estado evolucionando la tecnología desde 1885. Guiño, guiño.
Tiburón 19. Todos recordamos el tiburón en 3D de ‘Regreso al Futuro II’. Quizás no se hayan fijado en quién la dirige: Max Spielberg, el hijo de Steven Spielberg.
Cuatro DeLoreans en 1955. Echen cuentas, en 1955 hay cuatro máquinas del tiempo: en la que Marty llega en la primera entrega; la que utiliza el viejo Biff en la segunda para darle el almanaque deportiva al joven Biff; la que usan Marty y Doc para recuperar el almanaque; y el Delorean, por fin, que esconde Doc en una mina en 1885.
Y por cierto, también está Elijah Wood, Frodo en ‘El señor de los anillos’ y protagonista de lo nuevo de Nacho Vigalondo, ‘Open Windows’. ¿Cuándo? En el futuro café de los 80, cuando Marty demuestra su habilidad con un “videojuego de los de antes”.
Fuente: buzzfeed & Deathandtaxes
¡Marty, tenemos que regresar!
‘El legado de Bourne’ y ‘Prometheus’, a priori, no tienen nada que ver. Acción y suspense contra ciencia ficción y una evidente apuesta por el espectáculo visual. Y, sin embargo, guardan un triste punto en común: ambas focalizan sus esfuerzos en una historia inacabada, frustante, que se conforma con apuntar a una nueva secuela.
Si echan la vista atrás -a otras sagas, a otras épocas-, verán que las películas terminaban. Los directores se concentraban en contar una historia y, al terminar, dejaban una pequeña pregunta en el aire que guardaba una respuesta inesperada que veríamos, encantados, años después. Imaginen, por un momento, que ‘Regreso al futuro’ (una de las mejores sagas de la historia, sin duda) se rodara hoy. Probablemente, conoceríamos a Marty Mcfly, un travieso adolescente de Hill Valley que para impresionar a Jennifer, el amor de su vida, se cuela en la casa de un científico loco. Al final de la película, después de una insoportable escena romántica, el científico, Emmet Brown, le diría a Marty que puede viajar en el tiempo… ¿Ven por dónde voy?
Una Guerra de las Galaxias en la que Luke Skywalker no abandona Tatooine hasta el final de ‘Una nueva esperanza’. Un Karate Kid en el que Daniel San termina conociendo a Miyagi. Un Indiana Jones que en vez de partir en busca del arca perdida, vemos sus años preparando la tesis. Rocky decide que quiere ser boxeador. Woody y Buzz descubren que tiene vida. John Hammond crea la fórmula para hacer dinosaurios…
Pues así es -casi todo- nuestro cine moderno, pensado para el gran público. Para sacar más cuartos al gran público. Si les gustó ‘Prometheus’ o ‘El legado de Bourne’, no puedo ni quiero llevarles la contraria, de hecho, les envidio por haber disfrutado de ambas películas. Pero si hacen un ejercicio crítico, frío, ¿no creen que son guiones vacíos, desangelados, sin perspectiva? Por más que me pese, veo una producción mecánica, diseñada para, quizás, al estrenar la tercera entrega, haya una historia que contar.
Regreso al futuro
Hay pocas afirmaciones rotundas en el mundo del cine. Pero una de ellas, estoy convencido, es que a todo el mundo le gusta la saga ‘Regreso al futuro’. Las aventuras de Marty McFly (Michael J. Fox) lo tienen todo para enamorar y, por más que las pongan en la tele, siempre vuelvo a picar, alucinado con el Delorean y el condesador de fluzo. El sábado fue el 25 aniversario de la película de Robert Zemeckis (‘Beowulf’, ‘Forrest Gump’ o la eternamente inmensa ‘Quién engaño a Roger Rabbit’) y a mí me tocó vivirlo en una boda.
Las bodas son una perfecta máquina del tiempo, ¿no creen? Ofrecen la oportunidad de otear un futuro que empieza a escribirse y, además, disfrutar de un pasado del que es imposible desprenderse. Con los novios subidos en el altar es fácil hacer un ‘flashforward’ mental y visualizar a una pareja feliz que llega a casa después de un día de trabajo e, incluso, niños brincando por los pasillos con una pelota de fútbol. Por cierto, quiso la casualidad que el cura que ofició el enlace –Emilio, creo- tuviera un tremendo parecido con el Dr. Emmet Brown (Christopher Lloyd).
Pero lo fascinante de las bodas es el viaje al pasado. Ya saben: amigos que no veías desde los años de Matusalén, familiares perdidos en una lista de correo de felicitaciones de Navidad, niños que ya no son tan niños, aquellos primos lejanos con los que jugabas en verano… Este reencuentro siempre resulta apasionante. Y creo que ahí reside la auténtica magia de los viajes en el tiempo, que vivimos el pasado y el futuro en el presente.
Las titas de Inés, la novia, me decían con chiribitas en los ojos: “Pues ya se han casado. Ya era hora, después de tantos años juntos. Ahora les toca vivir el futuro”.
En fin, espero que todos tengan la oportunidad de, cada cierto tiempo, regresar al futuro.