La humanidad ha pronunciado cientos de insultos contra la Paz. El 6 de agosto de 1945 demostramos el daño que somos capaces de hacer en pocos minutos: 200.000 personas perecieron bajo el yugo de la bomba atómica en Hiroshima. Permítanme transmitirles la historia de una niña: «Sadako Sasaki sólo tenía dos años de vida cuando la bomba cayó en su ciudad. Era una niña feliz y energética y parecía que no le había afectado la explosión de la bomba. Pero nueve años después se le detectó leucemia, una enfermedad causada por la irradiación de la bomba.
«Cuando estaba en el hospital, una amiga suya le trajo una grulla de papel y le contó la historia de la grulla. Los japoneses creen que la grulla vive mil años. Si una persona enferma hace mil grullas de papel, los dioses le concederán su deseo de mejorarse. Las grullas le aumentaron la esperanza a Sadako y entonces se puso a hacer grullas de papel con mucho entusiasmo. Lamentablemente ella falleció en octubre de 1955 después de haber hecho 644 grullas de papel. Los amigos y compañeros de Sadako continuaron su misión e hicieron el resto para completar las mil grullas. Con la esperanza de que se pudiera evitar la guerra en el futuro, los niños juntaron dinero para construir un monumento a Sadako y a las grullas. Ahora hay una estatua de una niña sosteniendo una grulla dorada en sus brazos abiertos, en el Parque de la Paz en Hiroshima».
La catástrofe de Japón nos tiene desconcertados. Los angustiosos titulares de la mañana se atragantan con cualquier atisbo de esperanza. Sin embargo, ayer encontré una noticia que me ilusionó: ‘El proyecto de las 1.000 grullas’. Makiko es una japonesa afincada en Madrid que ha decidido creer y hacer creer. Aquí y allí. Su plan es mandar miles y miles de grullas de papel hechas por españoles, para transmitir a sus hermanos que los deseos están en camino.
Al leer su proyecto me acordé de los alumnos del IES Padre Manjón, de Granada, que, para conmemorar el Día de la Paz, se dejaron cuerpo y alma en miles de grullas de papel que colgaron en la entrada del centro y que, más tarde, mandaron a Hiroshima.
Denle buen uso a este periódico. Construyan una grulla. Construyan un deseo. Porque creer es querer; y viceversa.
Las 1000 grullas from Makiko Sese on Vimeo.