Star Trek: En la Oscuridad

Cuándo volveremos a jugar al espacio. Cuándo. Cuándo volveremos a pilotar la Enterprise, a recorrer planetas imposibles, a llegar con audacia donde ningún otro hombre ha llegado jamás. La pantalla en blanco y yo aún anclado a la butaca, tarareando la maravillosa melodía de Giacchino, saboreando la aventura. Es bien entrada la madrugada y tengo cuerpo de sábado por la mañana haciendo ventosa en los dibujos animados. Como Spock, intento buscar un idea lógica para justificar las sensaciones. No puedo. No es lógica, no es ciencia, no es algo objetivo. Y me sorprendo repitiendo la misma pregunta: ¿cuándo? Abandono la nave, la sala, y sonrío: “pero qué bien me lo he pasado, cojones”.

‘Star Trek: En la Oscuridad’ lo pone fácil. No espero nada mejor en lo que queda de 2013. Si existe una fórmula matemática para hacer del entretenimiento un arte, J. J. Abrams y los amigos de Bad Robot la han encontrado. La odisea espacial de Kirk (Chris Pine) y Spock (Zachary Quinto) es un honesto esfuerzo por mantener al espectador dos horas imbuido por la magia y el espectáculo. Desde su fantástico prólogo hasta el épico desenlace, la algarabía del Enterprise inunda el celuloide con humor, acción e intriga. Sin descanso.

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El corazón de la película es el villano, John Harrison (Benedict Cumberbatch), que reclama con todo derecho el título de la cinta (‘En la Oscuridad’). Él es quien pondrá a la flota estelar contra la pared y marcará los tiempos de la tripulación en busca de una verdad inesperada. Difícil no enamorarse de un personaje tan cruel. Tan auténtico. Tan noble con el trekkie. Y, pese a las reverencias de Abrams a los fans de la saga -con guiños emocionantes-, ‘Star Trek: En la Oscuridad’ es una diversión sin prejuicios ni cortapisas, abierta a todos.

Es innegable que existe química entre los secundarios, perfectamente hilvanados unos con otros para que no nos olvidemos de nadie: Uhura (Zoe Saldana), Bones (Karl Urban), Scotty (Simon Pegg), Sulu (John Cho) y Chekov (Anton Yelchin). A todos los echará de menos cuando la fanfarria de Giacchino repique en su cabeza, tras los títulos de crédito. Entonces, créame, llegará la pregunta: Cuándo volveremos…

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Para llegar con audacia (04|07|13). El espacio permanece inmóvil en la refriega, como el testigo del crimen que se esconde en la multitud, arropado por un lienzo de oscuridad e incontables destellos que dispersan la atención. Dentro de la nave, otro universo de luces compone su propia estampa: las alertas en la pantalla, el estado de los escudos, la potencia del armamento. El piloto tuerce el timón y la gravedad ejerce su magia, mientras un alboroto de órdenes, pitidos y chasquidos reverberan en la cabina. En el sillón de mando, pulido como una escultura de Rodin, el capitán observa impertérrito el escenario: el espacio, una enorme pantalla de cine plegada en el casco de la nave… (Sigue leyendo)

El regalo de J.J. Abrams (04|01|13). Permitan que comparta con ustedes uno de esos guiños que atrapan poderosamente mi atención. Un guiño real, vibrante y fanático, que publica la revista digital Coming Soon: Hace una semana, un bloguero estadounidense reveló la historia de su mejor amigo, un trekkie de toda la vida llamado Dan al que han diagnosticado dos tipos de cáncer. Dan y su mujer fueron a ver ‘El Hobbit: un viaje inesperado’ con la esperanza de disfrutar del prólogo de ‘Star Trek: En la oscuridad’, pero, lamentablemente, no se emitió en su sesión. Unos días más tarde, el doctor le dio la fatídica noticia: «te quedan pocas semanas de vida»… (Sigue leyendo)

Star Trek 2009 (20|05|09). Al terminar la fanfarría de los títulos de crédito estaba plenamente convencido de que acababa de ver la mejor precuela de una saga emblemática hasta la fecha. Incluída Star Wars. Y este comentario no es moco de pavo: Yo soy muy fan de Star Wars. Es más que probable que si usted no ha visto ninguna película o serie de Star Trek se plantee la posibilidad de pagar por ver esta película por aquello de “vayamos a que no me entere de nada”. Incorrecto. Abrams dirige una historia en la que los personajes empiezan de cero. Personajes tratados con decencia; ninguno cae en el olvido ni en la vagueza de “sólo estar”. Todos protagonizan su pequeña parte de la aventura, convirtiendo al primer viaje del Enterprise en una travesía coral… (Sigue leyendo)

Bad Robot

Ahora que emprender tiene un significado mucho más poético, casi heroico, valoro aún más el astronómico camino de Bad Robot, la productora de J.J. Abrams y Bryan Burk. Sospecho que ninguno ha tenido nunca problemas económicos y que, probablemente, contaron con todo tipo de ayudas privadas para crear su emporio. Pero, qué demonios, lo que han conseguido es memorable.

Si buscan datos sobre Bad Robot descubrirán que, en la mayoría de revistas y webs, la siguen describiendo como «pequeña productora independiente nacida en 2001». ¿Se imaginan ese momento? ¿Esa reunión? Abrams se sienta a cenar con su amigo Bryan y le propone una locura: «tío, montemos nuestra propia productora para jugar a lo que nos dé la gana». Pasarían toda la noche como la lechera del cuento, juntando sueños, ambiciones, ideas y locuras.

La productora nació como un apéndice de Touchstone Television (ahora ABC Studios) y también ha formado parte de Paramount Pictures y Warner Bros. En su primer año de vida creó la serie ‘Alias’ para televisión y rodó la –nada memorable– película ‘Joy Ride’. En 2004 todo cambió: ‘Perdidos’, probablemente la serie más revolucionaria de la televisión moderna. Después vinieron ‘Fringe’, ‘Person of Interes’, ‘Alcatraz’ o ‘Revolution’, entre otras.

En 2006, cuando ‘Perdidos’ era la clave que codificaba la realidad, llegó el cine a lo grande: ‘Misión Imposible III’, ‘Monstruoso’, ‘Star Trek’, ‘Super 8’, ‘Misión Imposible: Protocolo Fantasma’ y, ahora, ‘Star Trek: En la Oscuridad’. Por más que recreo aquella conversación de madrugada entre Abrams y Burke, antes de crear Bad Robot, no creo que ni ellos mismos creyeran que su productora terminaría haciendo ‘Star Wars Episodio VII’ (y las versiones de los videojuegos ‘Half-Life’ y ‘Portal’).

Bad Robot tiene en su poder los mejores juguetes de la galaxia. Y, pese a que haya un salto importante, creo que guarda una lección importante para todo emprendedor: no pongas límites. La próxima vez que vean al robot rojo corriendo por la pradera y escuchen las voces de dos niños gritar entre risas «¡Bad Robot!» (los zagales son los hijos de J.J. Abrams, por cierto), piensen en la definición: «pequeña productora independiente». Quién fuera tan pequeño.

Star Trek, para llegar con audacia

El espacio permanece inmóvil en la refriega, como el testigo del crimen que se esconde en la multitud, arropado por un lienzo de oscuridad e incontables destellos que dispersan la atención. Dentro de la nave, otro universo de luces compone su propia estampa: las alertas en la pantalla, el estado de los escudos, la potencia del armamento. El piloto tuerce el timón y la gravedad ejerce su magia, mientras un alboroto de órdenes, pitidos y chasquidos reverberan en la cabina. En el sillón de mando, pulido como una escultura de Rodin, el capitán observa impertérrito el escenario: el espacio, una enorme pantalla de cine plegada en el casco de la nave.

Las historias aportan una dosis de fascinación sin la que no sería posible vivir. Desde su nacimiento, el gran triunfo de Star Trek ha sido la creencia absoluta de sus personajes de que siempre hay algo nuevo por descubrir. “Para llegar con audacia donde ningún otro hombre ha llegado jamás”. Cada vez que cerramos un libro o una película, ampliamos nuestros horizontes. Salimos a la calle y miramos el mundo con otros ojos, conscientes de que somos más que antes.

La tripulación del Enterprise ha pasado por todo tipo de vicisitudes. Ya en la serie de los años 60, Kirk y Spock visitaban planetas alternativos donde nunca cayó el imperio romano o la Alemania nazi. Llegaron a traspasar la misma muerte, a ceder el poder a otros líderes, a envejecer. Y, por supuesto, volvieron a nacer -brillantemente- de la mano de J.J. Abrams el pasado 2009. Un nuevo origen que nacía directamente del original. Con un Leonard Nimoy comprometido con su rol de cordón umbilical, de sustento, de equilibrio entre el pasado y el futuro. Lo posible y lo imposible.

¿Y todo para qué? ¿Por qué ese giro de tuerca? ¿Por qué iniciar otra vez los viajes de la Enterprise y reescribir la historia? Primero, por respeto a la original. Desmarcarse de ella era la mejor forma de honrarla. Y, segundo, porque sabían que siempre hay algo nuevo por descubrir. El ‘Star Trek’ de Abrams me parece una aventura maravillosa. Por fin, mañana, llega su secuela. Seguimos flotando en el espacio, mirando la pantalla, para llegar con audacia  donde ningún otro hombre ha llegado jamás

Zimmer & Giacchino

En una clase de escritura creativa nos invitaron a describir lo que veíamos mientras sonaba una música de fondo. El blanco se difuminó en cuestión de segundos, lo que mi infatigable boli bic tardó en divisar un barco pirata a lo lejos, en una fina línea que dividía el horizonte en cielo y mar. La nave avanzaba a toda vela, impulsada por los violines, los redobles y la emocionante estampa de una isla del tesoro que cada vez se hacía más y más grande, al ritmo de la melodía. Lo que no sabíamos -ni yo, ni los miembros de la tripulación del ‘Libertad’, mi barco- es que el tintineo del piano acechaba una línea más abajo, cuando los piratas aparecieron de improviso al grito de “¡al abordaje!” Épica lucha de espadas en ristre y cañonazos traicioneros que causó bajas dolorosas y una batalla inolvidable.

La música. Dicen que es el arte más completo, complejo y complaciente de todos. Qué facilidad para despertar la imaginación y hacernos volar, brillar, amar, correr, gritar, otear, crujir y bailar. En el mundo del cine hay dos nombres que me obsesionan: Michael Giacchino y Hans Zimmer. Sus dos últimos trabajos ya se han estrenado en Estados Unidos y los disfrutaremos aquí dentro de relativamente poco. Ese retraso favorece que, por ejemplo, escuchemos sus bandas sonoras antes de, si quiera, haber visto la película.

‘El hombre de acero’ (Zack Snyder), se estrena el próximo viernes 21, con música de Zimmer. ‘Star Trek: en la oscuridad’ (J.J. Abrams), el 5 de julio, con Giacchino. Y, sin embargo, llevo semanas obsesionado con dos temas de sus films. Como en aquella clase de escritura creativa, recreo el introspectivo vuelo de Clark Kent con ‘Man of Steel (Hans original sketchbook)‘ y asisto a la tripulación del Enterprise con el sinuoso, aventurero y terrorífico piano de ‘London Calling‘.

Sé que no es normal. Que no soy normal. Que las personas normales tienen paciencia y esperan sentados a que su cine cuelgue la cartelera correcta. Pero vivo en un mundo globalizado por Internet, que me puntúa las películas meses antes de que lleguen, que cuelga posters y decenas de tráilers, que comparte la música en Spotify; sin fronteras ilegales. Todo justo, todo pagado, todo igual. ¿Por qué nos hacen esperar tanto?

Queda menos para ver lo que otros escribieron con las músicas de Giacchino y Zimmer. Veremos si coinciden sus versiones con las que ya hemos imaginado con sus melodías.

Iron Man 3, la gota de Fairy y los tailandeses

Me encanta la expresión «es como una gota de Fairy». Tiene el poder de generar rápidamente una imagen certera en la cabeza del público: una sartén repleta de grasa que cae fulminada, como fichas de dominó, ante el atómico poder de una pequeña gota verde. Veamos algunos ejemplos: «olía tan mal, que cuando Fulanito entró en la discoteca fue como una gota de Fairy»; «dijo que no le gustaba Gran Hermano y fue como una gota de Fairy»; «confesó su odio al helado de natachoc y fue como una gota de Fairy»; o, mi favorita, «admitió que él terminaría con el paro en España y fue como una gota de Fairy». En fin, ya ven.

El estreno de ‘Iron Man 3’ es, a todas luces, una gota de Fairy para el resto de películas de la cartelera. Nada, la cinta de Shane Black ha sido –y está siendo– intratable, destapando la más que evidente estrategia de las distribuidoras de no estrenar en estas semanas prácticamente nada llamativo para el gran público. Hagan un repaso, visiten su cine de referencia y busquen alternativas a Disney… Complicado, ¿verdad?

No quiero quitar mérito al resto de películas, pero es un mes de mayo bastante anodino para lo que suele suponer en la taquilla total del año: ‘La gran boda’, ‘Combustión’, ‘Scary Movie 5’, ‘Ayer no termina nunca’, ‘Tierra Prometida’, ‘Un lugar donde refugiarse’, ‘Tomboy’, ‘Stoker’, ‘La Mula’, ‘Objetivo: La Casa Blanca’… Claro que ‘Iron Man 3’ ha sacado dinero para justificar la invención de las palomitas de aquí hasta el año 2098. La segunda película más taquillera de la historia, ahí es nada.

¿Y a qué viene todo este llanto, todo este pataleo sin sentido por la cartelera española? A que, una vez más, los fans más absolutos, los que estamos dispuestos a gastarnos el dinero sin rechistar, tenemos que esperar tres meses para ver ‘Star Trek: En la oscuridad’, cuando en EEUU se estrena el próximo 14 de mayo. Hala, ya lo he dicho. Malditos roedores.

Si se quieren echar unas risas a costa de Iron Man 3, pasen y vean este tráiler ‘suecado’ hecho por tailandeses. La leche:

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