El quince de agosto se estrena en todo el mundo ‘Los Mercenarios 3’ y, sin embargo, un par de millones de personas ya la han visto –o podrían haberlo hecho–. Hace una semana se filtró por Internet una copia del último trabajo de la inquieta mente creativa de Sylvester Stallone. Y no es una copia cualquiera, al parecer, tiene una calidad bastante aceptable. Vaya, que les han echado por tierra el estreno…
El revuelo en Estados Unidos es más grande que lo del último concierto de Laura Pausini. Por un lado, hay cientos de foros que tratan el asunto de una manera ajena y sorprendida con debates del tipo «¿Cómo ha podido pasar esto?»; por otro, es tremendamente fácil encontrar usuarios angloparlantes que lanzan la pregunta sin tapujos: «¿Me pueden pillar si descargo Los Mercenarios 3? Y, si lo hacen, ¿qué podría pasarme, iría a la cárcel?»
Yo he sacado dos conclusiones: los americanos no están tan duchos como nosotros en esto de la piratería (somos «campeones del mundo en descargas ilegales», como dijo Enrique Cerezo esta semana) y son más conscientes de la ilegalidad del asunto. A poco que hagan un mínimo ejercicio de sinceridad, admitirán que sabrían, sin problemas, hacerse con una copia de ‘Los Mercenarios 3’. Y dudo que tuvieran –tuviéramos– algún atranque de conciencia. Son cosas que se hacen y punto. Así somos. No pensamos, no nos planteamos nada y, si alguien nos viene con el discurso de que hay muchos trabajos que se pierden por culpa de la piratería, pues nada, les decimos que la libertad es así, que no recorten nuestros derechos y que más dinero ganan actores y directores y demás famosos.
Hala.
De un tiempo a esta parte procuro no debatir con nadie sobre piratería. Creo que es un camino que cada uno debe recorrer en conciencia, como aceptar que hay que hacer los deberes en el colegio (aunque, de vez en cuando, se los copies a un amigo). Lo que sí intento subrayar a menudo es lo cojonudamente bien que me lo pasé en el cine, la noche que se estrenó ‘Los Mercenarios 2’, acompañado por un ejército de salvajes espectadores que creó un ambiente inolvidable. Eso también es cine. Cine. Y estoy deseando repetir.