Sherlock, tercera temporada

Si Sherlock Holmes fuera espectador de su propia serie de televisión no tardaría más de dos segundos en descifrar el enigma: cada capítulo dura noventa minutos; los guiones están firmados por uno de los escritores más en forma de la actualidad audiovisual, Steven Moffat; los protagonistas son actores de primer orden, consagrados en las superproducciones más ambiciosas; pese al continuismo entre episodio y episodio, cada entrega de ‘Sherlock‘ tiene un principio y un final; y la realización, tanto en imagen como en sonido -después de verla, pasas días enteros tarareando la melodía-, es magistral.

¿No es evidente, estimados Watsons? ¡Sherlock no es una serie de televisión! ¡Es cine! ¡Gran cine!

Hace poco empezó a rular por Internet una fotografía de Benedict Cumberbatch y Robert Downey Jr. en la que se sugería al usuario que votase por su Sherlock Holmes favorito. Mi querido Iron Man, no hay color. Cumberbatch ha regenerado al personaje como nadie lo había hecho antes. La actualización del mito de Baker Street es tan acertada que cuesta encontrarle un pero. Bueno, quizás lo rápido que llega en el año y lo pronto que se marcha.

Se lo he dicho en varias ocasiones, si no han visto ‘Sherlock’ deberían hacerlo. Por tres razones: es entretenidísima, inteligente y emocionante. Además, es británica. Una localización que hace años hubiera pesado como una losa, pero que, hoy, es un piropo fundamental. No hay más que mirar a sus vecinas ‘Black Mirror’, ‘Misfits’, ‘Doctor Who’, ‘Broadchurch’, ‘Luther’… Hace poco leí, por cierto, a un crítico estadounidense decir que ‘True Detective’, la serie de moda de la HBO, tiene un cierto regusto británico.

De las tres temporadas que ‘Sherlock’ lleva con nosotros, la tercera es mi favorita. Y, en concreto, su segundo capítulo, que me fascinó de principio a fin con un guión repleto de idas y venidas de matrícula de honor. Aunque, claro, difícil competir con la cara de tonto que se me quedó en el clímax del tercero… En fin, sólo hay una pregunta efectiva, llegados a este punto: ¿por qué no han visto ‘Sherlock’ todavía?

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Lo más grande

Los éxitos de otros, cuando pasan por un filtro personal, se sienten como propios. Es el caso de la que es una de las más grandes series de televisión de la historia: Breaking Bad. No tenía duda de que sería la gran triunfadora de los Emmy. De hecho, debería crearse la categoría correspondiente para recibir un Oscar. Lo que haga falta. Hace poco escuché «cuando veo Breaking Bad me siento como si fuera uno de los primeros lectores de ‘La divina comedia’ y supiera que iba a trascender». Es verdad.

Caballeros, la epopeya de Walter White (Bryan Craston) es incombustible. Lo fue desde el primer capítulo, pero es que los últimos ocho episodios están siendo portentosos. A falta del broche final, la obra de Vince Gilligan es un derroche de talento formal que nace de una virtud todopoderosa: la escritura. Esa sensación de ver un episodio de la cuarta temporada y entender mejor los primeros capítulos. Esos guiños constantes al propio Walter, cambiando su forma de vestir, de comer, de hablar… Esa percepción del villano.

Del valor de una idea que en la vida real repugnaríamos y que en la piel de este profesor de química la aceptamos, la mimamos, la entendemos. La queremos.

Éxito. Al final esa es la lectura global de ‘Breaking Bad’. El éxito o, como lo define el propio White, «el imperio». Este verano, en la Comic-Con de San Diego, tuve la suerte de asistir a la presentación del final de la serie. Más allá de la anécdota (Bryan Craston entró en la sala con una máscara de Walter White; luego supimos que se había estado paseando por la Comic-Con disfrazado de él mismo), lo que más me gustó fue que me creí las palabras de Gillian: «estamos orgullosos”.

En esta vorágine de contenidos audiovisuales es difícil encontrar ‘orgullo’ sin una importante contaminación de exigencias de la productora, de favores publicitarios y de una insultante protección al espectador («esto no les va a gustar», «esto no va a vender»…). ‘Breaking Bad’ funciona porque es auténtica. Y la autenticidad se paga bien en taquilla.

Taquilla que muchas veces no coincide con la crítica. Qué gusto cuando todo encaja. Cuando todo se hace grande.

Mi enhorabuena, de principio a fin, de arriba a abajo.

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‘Agents of Shield’, entre Buffy y Dr. Who

Agent of Shield‘, futura serie de la ABC americana, es la consecuencia lógica al bombardeo comiquero de Marvel en el cine. El éxito de Iron Man, Capitán América, Thor y Hulk en el celuloide espoleó la mente de Joss Whedon, director de ‘Los Vengadores’, en una dirección que, a priori, sonaba imposible: la televisión. No en vano, el grueso del ejército de seguidores de Whedon nació de una combinación entre sus guiones para la pequeña pantalla -‘Buffy cazavampiros’, ‘Firefly’, ‘Angel’, ‘Dollhouse’- y los tebeos -‘Ashtonising X-Men’-.

La serie de televisión contará las aventuras de los agentes de S.H.I.E.L.D., la organización que dirige Nick Furia (Samuel L. Jackson) y que hemos podido ver en las películas de Marvel. Hace poco, Whedon contó en una entrevista que la serie será “una versión del episodio ‘The Zeppo’, de Buffy, pero aplicado a los superhéroes”. Pero, ¿qué es de ‘The Zeppo’? Se trata del episodio decimotercero de la tercera temporada de Buffy, un capítulo que ha influido en numerosas series de televisión. Lo original del asunto es que el episodio estaba protagonizado por personajes desconocidos que viven las consecuencias de los héroes habituales.

Meses más tarde, Russell T. Davies, el productor ejecutivo de ‘Doctor Who’ en 2006, confesó que se había inspirado en ‘The Zeppo’ para escribir ‘Love & Monsters’, en el que conocíamos a un grupo de estudiosos del intrépido viajero del tiempo. El estilo de ese episodio se ha repetido en las siguientes temporadas de la serie británica, creando un formato conocido como ‘Doctor episode light’.

Así que, ¿cómo describir ‘Agents of Shield’? “La gente que normalmente ignoramos en los cómics -explica Whedon-, esos han sido mis héroes desde que empecé a escribir la serie. Gente sin poderes pero que puede llegar a ser heróica”. Su estreno está previsto para el 24 de septiembre. Nunca me apasionó Buffy, pero siempre seré un ‘browncoat’ de ‘Firefly’. Sí, tengo ganas de ver qué se saca Whedon de la manga.

Utopía: ¿Dónde está Jessica Hyde?

Dónde está Jessica Hyde?», pregunta el tipo de mirada ausente. «¿Dónde está Jessica Hyde?», repite subrayando con el aliento cortado cada palabra. «¿Dónde-está-Jessica-Hyde?» Pese a los signos de interrogación, espectador y víctimas descubren que no hay respuesta y que el tenebroso bonachón de la bolsa amarilla tampoco la espera. La pregunta es una amenaza para todo el que la escucha. Y así, con los ojos idos y el rostro del infante que modela plastilina, el silencio traerá un silencio mayor teñido de rojo. Brutal, visual, arrebatador y plástico. Ya no hay vuelta atrás.

Así arranca ‘Utopía’, brillante serie británica que confirma la teoría: Estados Unidos reinventa mientras el Reino Unido crea. Los seis capítulos de su primera temporada (los emite Canal Plus) son una maravilla narrativa que no emplea ni un solo fotograma en dar explicaciones innecesarias: Los protagonistas son un coro de carisma, nacidos de un guión escrito al milímetro; la cuidada estética, de colores llamativos y planos abiertos, de encuadres imposibles y luces del mejor cine; el aire de novela gráfica, de perdedores sin poder, de hiperrealidad; el tono adulto, siempre. Y la duda que trasiega entre bambalinas, ¿qué es hacer el bien?

‘Utopía’ reúne a un grupo de desconocidos a través de una página web. Son amantes de un extraño cómic, ‘Los experimentos de Utopía’, que, según dicen, ha predicho los peores desastres del siglo pasado. Sin embargo, su interés por la novela gráfica les convertirá en peones de un juego de consecuencias inimaginables.

El suspense preponderante y la constante sensación de realidad convierten a ‘Utopía’ en un producto redondo que, sin ser lo mismo, tiene aires de ‘Breaking Bad’ por su juego moral entre personajes y espectadores. No hay capítulo de relleno, no hay preguntas de sobra, no hay tramas secundarias. No es para todos los públicos (atentos a la escena de la cuchara…). ‘Utopía’ les espera.

Por cierto. Las camisetas, chapas y demás merchandising está al caer: «Where is Jessica Hyde?»

¿El final de Breaking Bad, en el cine?

Tomemos ‘Perdidos’ como la serie referencia, la que ha conseguido abarcar -y aunar- a más seguidores a lo largo y ancho del planeta. Imaginen que hace tres años alguien les hubiera dicho que la season-finale de ‘Perdidos’ se iba a emitir en el cine, como si se tratara de una película. ¿Qué creen que hubiera pasado? Yo apuesto por el éxito rotundo.

Eso mismo plantea el director de cine Steve Soderbergh (‘Efectos secundarios’), un gran seguidor de ‘Breaking Bad’. En una entrevista publicada en la revista Empire, el cineasta planteaba que «si el final de la serie se proyectara como una película, barrería con la taquilla».

La bajada a los infiernos de Walter White es cine rodado para la televisión. Da la sensación de que toda la serie, todo el proceso narrativo, todo el puñetero guión, estaba escrito desde el primer minuto. Casi se pueden percibir, vistas las siguientes temporadas, las anotaciones a pie de página que se dejaban entrever en los primeros capítulos. Breaking Bad, una novela grande, enorme, moderna y cinematográfica.

¿Que si yo estaría dispuesto a pagar para ver el final de la temporada de Breaking Bad? Por supuesto que sí. Y no haría falta que gastaran más de lo previsto en el presupuesto televisivo. Lo previsto, estoy seguro, será brutal.

¿Pagaríais?

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ACTUALIZA: Samuel L. Jackson ha compartido este vídeo en el que confiesa su pasión por Breaking Bad reinterpretando el sensacional monólogo de Walter White: «I am THE danger».

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