Temporada 5: Season Finale (Boyhood)

Mi elipsis es un pato encerrado en el jardín de un hotel del centro de Granada. Un pato de piedra o de mármol o de algún material resistente a la lluvia, al calor y a los años. La primera vez que lo vi era, claro, un niño. El pato nunca hubiera sido mi elipsis de no ser por mis padres, que, una tarde, a la vuelta del colegio, decidieron asomarme por encima del muro de ladrillo que aísla el hotel para que viera al animal encerrado. Todavía no sé por qué, pero el puñetero pato me fascinó desde el principio. Si pudiera parpadear hacia atrás, toda mi historia se construiría desde la óptica de ese pato. El pato me ha visto crecer, dejarme el pelo largo, perderlo, ir al cine cada sábado, volver borracho a casa, viajar al extranjero y pasear de la mano. Cada parpadeo, una escena; cada escena, un cambio.

Miren que la vida es larga. Incluso las vidas cortas son largas, repletas de minutos que se acumulan con gula. Y, curiosamente, si intentan recomponer su vida en un puñado de escenas, se sorprenderán proyectando de manera fulminante una sucesión de momentos clave con otros que, tal vez, no tengan la menor importancia. Pero son los que aparecen: el guión. Errores y aciertos que le han llevado, Dios sabrá por qué, a este momento. A leer esta columna. A pasar la última página del periódico y a seguir amontonando horas sin saber si, dentro de unos años, cuando vuelva a proyectar las escenas de su vida, aparecerá aquél día sin importancia en el que leyó algo en IDEAL.

Estoy profundamente intrigado con la película de Richard Linklater, ‘Boyhood’. Un film rodado a lo largo de doce años, encendiendo y apagando la cámara como parpadeos de la memoria, asumiendo los cambios literarios y físicos de un protagonista –un niño, un adolescente y, por fin, un hombre– real.

‘Boyhood’ se estrena el 12 de septiembre de 2014. Ese día no estaremos para comentar la película, como viene siendo habitual. Hoy cerramos la quinta temporada de Salto de Eje y nos despedimos hasta la vuelta de unas ansiadas vacaciones. Espero que disfruten del film de Linklater tanto como espero hacerlo yo. Aunque, no sé si lo haré el 12 de septiembre. Ya saben. Partes del guión. A veces hay días que pasan cosas sin importancia y, otras, hitos inolvidables. Los dichosos parpadeos del pato.

Cuídense.

Nos leemos después de la elipsis.

boyhood

Temporada 5: Volver

Nunca llegas a volver del todo. Quiero decir. La ida siempre es emocionante, rápida, como un flashback que resuelve el misterio al final del tercer acto. Volver es otra cosa. Volver no acaba. Vuelves con la mochila cargada de lecciones que atesorarás el resto de tus días y con una promesa de cambio que afectará a esas pequeñas decisiones que conformaban la rutina. Vamos convencidos de que al otro lado del camino –la carretera, el cielo, el océano– nos espera una actualización de nuestro sistema operativo que se instalará como si fuéramos un teléfono móvil, completando la bio y otorgando nuevas misiones que latían inconscientes. Y volvemos resueltos, orgullosos, siempre distintos.

Los viajes tienen un aura inevitable de película. El verano es el cómplice perfecto para rodar aventuras que glorifican la normalidad. Es la poética del turista que reconoce el monumento, la calle, el evento, y pronuncia: «yo estuve allí». Capaces de entender que el mundo siempre será más grande de lo que decían los libros de texto; de albergar empatía y humildad. Y entonces es cuando aceptamos que somos un pequeño error más, que somos un perdedor más, y que, por tanto, podemos ser un héroe más. Como en las películas.

Dejé las maletas de mi último viaje mientras el ‘Get Lucky’ de Daft Punk consumía el silencio propio del que agota sus vacaciones. El revoltijo de ropa, recuerdos y papeles arrugados me recordó al estropicio que un ‘kaiju’ –un monstruo gigante– haría con Tokio a sus pies. Es hora de sacar la libreta y empezar a escribir otra vez mientras otros emprenden sus idas y venidas por donde quiera que nazcan, en busca de una cura zombie o una revolución mutante. Lo que sea, con tal de viajar.

Volvemos por quinta vez para hablar de cine o de algo parecido al cine. Espero que el sol les haya sonreído y que hayan bailado hasta el amanecer con una agradable brisa veraniega. Hablemos de lo que vemos, lo que vimos y de lo que vamos a ver. Hablemos sin tapujos de los reflejos que proyecta el cine en el espectador y de cómo las historias terminan interpretando la realidad. Hablemos de nuestras historias, de nuestros viajes, por pequeños que sean. Idas y venidas. La vuelta que, irónicamente, siempre es un principio.

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