The Kings of Summer

Hubo un árbol que fue tuyo en el que una vez pudiste vivir. La tierra olía a mojado y el sol achicharraba a las chicharras que cuchicheaban en charcos. Era verano, el reino de los que entregaron las notas y olvidaron la educación: salvajes que corrían descalzos, luchaban con espadas de madera y surcaban caminos imposibles con bicicletas de manillares torcidos. Ese era tu verano. El nuestro. Conquistadores deseosos de protagonizar aventuras que luego sobrevivieran a todos los inviernos del mundo. ¿Quién no quiso construir su propio castillo para ser rey?

The Kings of Summer’ es la película perfecta para regresar al verano en el que el aire sabía a primera vez. Al verano en el que cuestionamos las jerarquías y lanzamos el reto al universo: yo puedo contigo. Ese verano en el que todas las canciones hablaban de la niña que miraba para otro lado. Joe (Nick Robinson, que veremos en ‘Jurassic World’) y Patrick (Gabriel Basso, ‘Super 8’), amigos desde que eran renacuajos, comparten un mismo problema: no soportan a sus padres. Hastiados, deciden huir al bosque para construir una casa donde vivir el resto de sus días. Un tercero en discordia, el extraño Biaggio (Moises Arias, ‘El juego de Ender’), completará la lista de salvajes que buscan su lugar en el mundo.

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Jordan Vogt-Roberts (que se rumorea para la película basada en ‘Metal Gear Solid’) dirige una película amable y accesible que conecta fácilmente con el espectador. Con ciertas reminiscencias al ‘Moonrise Kingdom’ de Wes Anderson –tanto en fondo como en forma–, Roberts construye un pequeño pero fantástico relato del paso del niño al hombre que descansa sobre los hombros del trío protagonista, jóvenes talentos que prometen una carrera prodigiosa.

El gran éxito de ‘The Kings of Summer’ es su capacidad de evocar un instante que si no han vivido ya, están por hacerlo. Ese momento en el que vuelves al árbol en el que podrías haber crecido, lo miras con nostalgia y te dices a ti mismo: ojalá reinen mis hijos.

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Los Guardianes del verano

Uno al cine, en verano, va para regodearse. Para refugiarse del calor infernal de la calle. Para disfrutar del fresquito de la butaca y de la dispersión mental de un entretenimiento básico. Que no lamentable. Básico, es decir: que entretiene de verdad. Qué quieren que les diga, me parece una situación maravillosa y envidiable a todas luces. A ver, que el buen cine, el cine mayúsculo, el que aspira al arte, siempre refresca de alguna manera; pero también se agradecen otras experiencias.

A veces hay sorpresas y, un quince de agosto, te encuentras con un film que aúna ambos esfuerzos. Pero no es lo habitual. La clave está en saber disfrutar de cada época: en invierno, candidatas a los Oscar; en verano, ¡mercenarios, transformers, piratas, naves espaciales y cómics! (Ojo, porque no sabría decir qué estación me gusta más…)

La sensación imperante es que este verano hay poca chicha en la cartelera. Puede que sea cierto. Pero les advierto que hay tres películas en concreto con capacidad para convertir estos meses en algo memorable –cinematográficamente hablando–: ‘El amanecer del planeta de los simios’ (18 de julio), que ha recibido unas críticas alucinantes en Estados Unidos; ‘Cómo entrenar a tu dragón 2’ (1 de agosto), secuela de una de las mejores cintas de animación de los últimos años; y ‘Los Guardianes de la Galaxia’ (14 de agosto), el tapado de Marvel de 2014 que apunta maneras a pelotazo del año.

También tenemos la cuarta entrega de Transformers (8 de agosto), descrita como la peor entrega de la saga pero que sigue haciendo más dinero que un churrero en año nuevo. Por supuesto, ‘Los Mercenarios 3’ (15 de agosto), esa oda al cine de acción que tanto nos emociona a algunos. Y, sin hacer mucho ruido, ‘Lucy’ (22 de agosto), de Luc Besson, que sigue cosechando adeptos gracias a un tráiler sensacional.

Tres bolas extra que han abierto la temporada: ‘The Kings of Summer’, cine indie con aires Goonies; ‘Mil maneras de morder el polvo’, el regreso de Seth -Padre de Familia- MacFarlane; y ‘Open Windows’, del siempre sorprendente Nacho Vigalondo.