Hace un año salí del cine cabreado con el mundo. ‘El Hobbit’ me dolió. Llegué a casa y empecé la crítica utilizando las palabras de Gandalf, «toda gran historia debe tener detalles increíbles para hacerla interesante», para mí, una declaración de intenciones del mismísimo Peter Jackson: la técnica por encima del guión. Sí, los 48 fotogramas por segundo me mataron la experiencia. No me gustó nada. Me sacó por completo de la fantasía. Y mira que yo soy fácil de convencer cuando hay espadas, trolls y magos de por medio. Fui muy duro con la película. Me equivoqué.
Permitan que vuelva a utilizar otras palabras de la misma película, esta vez pronunciadas por el enano Thorin, Escudo de Roble, en los últimos minutos de metraje: «perdóname, Bilbo Bolsón, por no creer en ti». Bueno, no dice eso literalmente, pero más o menos. Y sí, quiero pedir perdón a ‘El Hobbit’ de Peter Jackson. Les cuento:
Estaba aburrido en casa y me topé con ‘El Hobbit: Un viaje inesperado’ en el Yomvi. Le di al play y me dejé llevar. Pasada media hora, justo cuando termina la escena de los enanos limpiando los platos que tanto me horrorizó en el cine, descubro que me lo estoy pasando muy bien. Luego vienen los trolls –con los que me reí–, la persecución de los wargos y el reino de los goblins –trepidantes–, los acertijos de Gollum –un hito de la Tierra Media– y la épica final del saqueador convertido en héroe… ¡Sí, me divertí mucho!
¿Por qué? Creo que esperaba demasiado de la película. Sigo pensando que el guión es un chicle estirado y que su mayor enemigo es la inevitable comparación con ‘El Señor de los Anillos’. Vista como parte de la trilogía ‘original’, defrauda. Sin embargo, al verla con perspectiva, evitando las comparaciones, lo cierto es que es muy entretenida.
Así que lección aprendida. La semana que viene asistiremos a ‘La desolación de Smaug’ sin expectativas ni prejuicios. Y, por supuesto, sin 48 fotogramas por segundo ni tres dimensiones, lo que fue, sin duda, mi gran, gran, gran problema.
Te acepto como eres, Bilbo Bolsón; como hizo Thorin, Escudo de Roble.