Frankenweenie y Tim Burton

Es complicado ver ‘Frankenweenie’ y no iniciar un debate interno sobre la consideración de la crítica. Es decir. Sí. Me gustó la película de Tim Burton. Me gustó que fuera en blanco y negro, su gusto por lo tétrico, su carismática animación –tan fiera como melancólica–, su poderío musical y su amor confeso por los clásicos del terror. Es, como se ha dicho hasta la saciedad, la vuelta al Tim Burton de sus orígenes. El Tim Burton que interesa. Y no el fantoche de ‘Alicia’, que se quedó a medio camino de cualquier cosa.

Por otro lado, es el original y es, también, el mismo Tim Burton de siempre: niño solitario y genial con un laboratorio repleto de aparatos extraños y elipses negras que giran sobre personajes excéntricos, barrios desfavorecidos y motivos amorosos de tintes fantasmales. Cuando Burton se mueve en estos círculos, lo hace con facilidad. Con talento. Con arte.

¿Puede Burton ser repetitivo y ‘bueno’ al mismo tiempo? Sí. ¿Puede dejar un poso tan arrebatador como el primer visionado de ‘Eduardo Manostijeras’ o ‘Bitelchús’? No, no puede. No, al menos, al espectador con cierta experiencia cinematográfica. Si hablamos de unos ojos primerizos, descubridores, intrigados por un universo desconocido, tal vez funcione como gatillo para disparar un interés por visitar el videoclub.

Llego a una conclusión con ‘Frankenweenie’: si Tim Burton necesita remover sus propios guiones para conseguir una historia que merezca la pena firmar, adelante. Eso será siempre mejor que una película mediocre y ayudará a mantener un estilo que, pese a ser insistente, guarda a un enorme y fiel ejército de fanáticos.

Además, el mercado de películas de animación coloristas y pituferas está colmado. Un toque de tenebrismo, de muertos vivientes y de gigantescos monstruos con aspiraciones destructivas, es de agradecer. Lo que ya no sé es si los niños podrán ver la película y evitar las pesadillas.

Beetlejuice, Beetlejuice…

Ahora que se acercan fechas tenebrosas, o eso dicen, les propongo que saquen de su videoclub particular una de las joyas ignoradas de Tim Burton: ‘Beetlejuice’. ¿La recuerdan? Es una de esas películas que tenía grabada en el BETA (la precuela de la piratería) y que poníamos con cierta regularidad. Además, nosotros, que éramos de la vieja escuela, repetíamos el nombre de ‘Beetlejuice’ (“Bitelchús”, decíamos) con la esperanza de que el demonio del inframundo nos visitara durante la cena y nos obligara a bailar, abuela incluida, el ‘Banana Boat Song’. Qué escena tan mítica, por favor.

El mes pasado, los productores David Katzenberg y Seth Grahame-Smith anunciaron que estaban trabajando en la secuela de la película de 1988. No crean, sin embargo, que Hollywood no ha sido tentado de volver a probar suerte con el personaje. De hecho, además de la serie de dibujos animados, en los 90 se intentó hacer una segunda parte de esas que dan grima nada más con leer el título: ‘Beetlejuice Goes Hawaiian’. Tremendo.

En aquella ocasión, el guion y la idea sonaba tan lamentable que Tim Burton no dio su aprobación. Esta vez, al parecer, el director de ‘Eduardo Manostijeras’ sí está dispuesto a resucitar al monstruo. Así lo cuentan los productores de marras: “Cuando hablamos con Warner nos dijeron que teníamos permiso para recuperar el mito siempre que Tim nos diera su bendición. Y, por supuesto, la estrella de la película debe ser Michael Keaton. Nada de cameos ni participaciones minúsculas. Queremos hacer una segunda parte, 26 años después”.

Mientras que un personaje más sale del inmenso armario de los 80, un servidor se dispone a invocar al gran Bitelchús para celebrar, a ritmo bananero, el puente que arranca. Por cierto, ya que estamos, mantengo la propuesta de hacer una versión cutre de la cena del ‘Banana Boat Song’, ¿quién se anima? ¿Montamos un rodaje casero?

 

Alice

El País de las Maravillas es un recurrente sueño que ha inspirado a cientos de autores de todo el mundo. Su paranoia estética, léxica y onírica ha sido tan reinventada que parece harto complicado desarrollar una idea original que brote de la mente de Lewis Carroll. La película de Tim Burton no es la excepción. Y ése es, quizás, el gran problema de ‘Alicia en el País de las Maravillas’: su director. Burton ha sido capaz de crear un universo tan personal e imaginativo a lo largo de toda su filmografía que parecía evidente que, si había alguien capaz de mostrar otra sonrisa del gato de Cheeshire, era él. Pero no. No ha sido capaz. Las expectativas eran demasiado altas y el tipo de ‘Beetlechus’ nos sirve un plato que deja un sabor amargo. Incompleto.

Lo más probable es que si esta película, 100% Disney tanto en forma como en fondo, hubiera estado dirigida por cualquier otro director no estaría en absoluto defraudado. De hecho, es una película de aventuras muy divertida y una excusa perfecta para que los pequeños de casa descubran el mundo de ‘Alicia’. Cuenta cómo Alicia, trece años después de su primera visita, vuelve al País de las Maravillas para ayudar a sus viejos amigos a destronar a la pérfida y cabezona Reina de Corazones. Acción y humor se unen con una completa lista de personajes secundarios muy atractivos que van desde los entrañables gemelos Tweedle hasta la liebre adicta al té.

El problema del film es que cae, con facilidad, en lugares comunes del género, siendo más que probable escuchar en la sala algún comentario del tipo “esto ya lo he visto antes”. La más evidente es ‘Las Crónicas de Narnia’, por esa batalla entre dos ejércitos de seres fantásticos liderados por dos reinas de cuento de hadas. No son menos las referencias a ‘Regreso a Oz’, segunda parte de ‘El Mago de Oz’ en la que Dorothy volvía para defender al reino del ataque de una bruja malvada. O incluso ‘Hook’, por aquello de ver a un personaje literario convertido en un adulto de vuelta a su mágico hogar de la infancia.

Johnny Depp, no es el Sombrerero Loco que nos hubiera gustado ver. Pese al esfuerzo estético, es demasiado convencional. Mia Wasikowska encaja a la perfección como Alicia y seguro que le servirá como un trampolín para entrar por la puerta grande en Hollywod. Mis favoritas, sin embargo, son las dos reinas, Helena Bonham Carter y Anne Hathaway, que de absurdas e histriónicas rozan la genialidad. El que no falla en absoluto es Danny Elfman con una banda sonora brillante, en especial con el tema final ‘Alice’.

‘Alicia en el País de las Maravillas’ es una divertida película de Disney y no una gozada de Tim Burton. Demasiadas aspiraciones.