Ir a la librería siempre es un ritual estimulante. Hay algo en el olor a libro, a páginas y cubiertas, que tiene el poder de abstraerte de lo que sucede más allá del cartel de ‘bienvenidos’. El ronroneo de las páginas fisgonas, de las estanterías que van y vienen, del simpático marcapáginas que la dependienta coloca entre la 230 y la 231. Las librerías tienen algo de lugar común porque todos tenemos recuerdos en ellas que evocan a la infancia. Entonces entrábamos con cierta obligatoriedad, ahora, libres y conscientes, disfrutamos de la palabra escrita.
No sé si a ustedes les pasaba igual, pero cuando llegaba el verano, una semana antes de irnos de viaje, íbamos a la librería a comprar los cuadernillos Santillana. Ahora sé que aquello era una trampa. Te estropeaban los dibujos animados de la mañana con los deberes voluntarios para que, un día, años más tarde, cuando prepararas tus vacaciones, sintieras la obligación de visitar la librería y llevarte algo contigo. Bendita trampa.
Ayer estuve en los pasillos de mi librería favorita, husmeando entre lomos y portadas, en busca de la compañía perfecta para las vacaciones. Porque las vacaciones son tiempo de desconexión y, para los amantes de las historias, también son una oportunidad. Leemos los libros que no pudimos leer durante el año y vemos las películas y series que nunca entraron en parrilla. Así, la preparación de las vacaciones se convierte en un magnífico trailer de las aventuras, romances, intrigas, revueltas y terrores que acompañarán a las fresquitas noches de verano.
Ya tengo mi lista. Voy a empezar leyendo ‘Capital’ (John Lanchester), veré la primera temporada de ‘Boardwalk Empire’ y algo de ‘Dr. Who’, y ya he seleccionado ‘Spring Breakers’, ‘Tesis sobre un homicidio’ y, una vez más, a ‘Willow’ -en flamante edición Blu-Ray-. Eso sin contar las visitas al cine, claro, que también hay citas más que señaladas. ¿Por ejemplo? ‘Pacific Rim’.
¿Cómo llevan sus preparativos para el viaje? ¿Visitaron ya su librería favorita?