‘Los amos de Brooklyn’ empieza como un capítulo de ‘The Wire’. Un diálogo repleto de matices callejeros, de ‘fucks’ metódicos y de tráfico de influencias que procuran un clima perfecto para que el primer balazo nos pille por sorpresa. A partir de ahí, la película de Antoine Fuqua (‘Training Day’, ‘El Rey Arturo’) se convierte en un oscuro ensayo sobre la desesperación en las calles del barrio neoyorquino.
Ethan Hawke es un policía antidroga que asesina a un traficante para llevarse su dinero. Richard Gere patrulla la calle 65 con la agonía del que odia su trabajo. Y Don Cheadle es un agente doble infiltrado en una banda de narcos liderada por Wesley Snipes. Las tres historias marchan independientes a lo largo de todo el metraje para encontrarse únicamente al final, lo que nos regala un tríptico muy amplio de las perversiones, la corrupción y la pólvora que apesta las calles de Brooklyn.
La angustia de Hawke, la derrota de Gere y la tensión de Cheadle son, sin duda, el eje de una película que, de no ser por ellos, caería en un saco repleto de lugares comunes. Y pese a que Fuqua se mueve con comodidad en el género, da la sensación de que se empeña en hacernos creer que la película repite el éxito de ‘Training Day’ más que en conseguir el propio éxito. El ritmo pausado, tenso, favorece las interpretaciones pero no el desarrollo de una historia que se pierde en las mismas sombras que acechan a los protagonistas.
En cualquier caso, los amantes de las series policíacas, con extra de suciedad, que apelan a los cinco sentidos, no se defraudarán con el relato de ‘Los amos de Brooklyn’. Además, ver a Wesley Snipes en un papel dramático que, además, borda, produce una extraña sensación de confort. Y si, después de todo, ¿el bueno de Blade era un artista del método?