Recuerdos de hoy

¿Se han fijado? El pasado ha cambiado. Quiero decir, la forma de concebirlo. El ahora dura mucho menos que antes. Porque antes, para crear un recuerdo, había que esperar un tiempo, superar un protocolo tan humano como técnico. Hagan la prueba: viaje al lugar más escondido del planeta y saquen una fotografía de sus amigos. Nada más disparar, alguno le pedirá que se la enseñe. Esa noche, sentados en un bar, todos juntos, repasarán las imágenes del día. Y dirán: “Qué bonita es esta foto”, “en esta salimos muy bien”, “esta la voy a enmarcar” o, incluso, “menudo recuerdo”. ¿Lo ven? Ya no hay que girar la ruedecilla tras el disparo, volver a casa, acordarse de llevar el carrete y, unos meses más tarde, después de haberlas pegado en un bonito álbum, dibujar los recuerdos.

Lo que sucede con las fotos, sucede con el resto. Las historias que se inspiran en la Historia cada vez están más pegadas a la actualidad; algo que hasta hace poco era impensable. Veinte años atrás los escritores buscaban su inspiración en la lejana Primera Guerra, en las aventuras medievales, en Egipto y Grecia, en grandes batallas o en la mismísima Biblia. Hechos que el tiempo se había ocupado de completar en todas sus perspectivas. Una forma de evitar cometer un error universal -con honrosas excepciones, claro-.

Steven Spielberg ya tiene los derechos, el esquema de trabajo, un equipo de guionistas y a todos sus productores sacando punta para desarrollar su próxima película: ‘Wikileaks’. La vida, obra y milagros de Julián Assange llegará al cine, probablemente, en poco más de un año. Y creo que eso es espeluznante.

El cine se transforma así en una especie de reportaje periodístico de largo recorrido. Algo como lo que vimos este año con la menos preciada por los Oscar, ‘La red social’. Un film que describe un hecho que está sucediendo ahora, que nos define y nos condiciona, como si hubiera sucedido hace una centuria.

Con todo esto, quiero decir, ¿estaremos perdiendo la perspectiva? ¿Nos hemos olvidado de los álbumes de fotos? ¿Valen menos los recuerdos de hoy?

Realidad

Es fascinante cómo la realidad tiende a convertirse en ficción. Que levante la mano el que no esté alucinando con los titulares que abren los periódicos estos días de crisis. Y si alguien sabe de crisis es Madoff, uno de los rufianes protagonistas de la situación económica que vive el planeta. El ‘Gecko’ (‘Wall Street’, Martin Scorsese) de un universo paralelo y palpable, que ahora llora, desde su celda, la muerte de su hijo. Se ahorcó.

Una soga parecida a la que rodea el cuello de los miles de implicados en algún cable de Wikileaks. Los de la farmacéutica Pfizer, por ejemplo, ven el cerco cada vez más estrecho. Al parecer, probaron el antibiótico Trovan durante una epidemia de meningitis en Kano (Nigeria), en 1996, con niños. El experimento, con resultados lamentables, fue silenciado a golpe de talonario. Me pregunto si detrás de la denuncia hay un ‘El jardinero fiel’ (Fernando Meirelles, 2005) llorando por las almas pobres del mundo y por el amor perdido representado en la bella Tessa Quayle (Rachel Weisz).

Mientras, en otro lugar, lejano y cercano a la vez, miles de personas salen a la calle ataviados con el mismo uniforme: capa negra y máscara sonriente. Reclaman libertad para Julian Assange, el creador de Wikileaks. Cantan al espíritu del “recuerden, recuerden, el cinco de noviembre” bajo la sombra de ‘V’ (‘V, de Vendetta’, Watchowsky). En Estocolmo honran a la versión 2.0 de la garganta profunda y debaten sobre el periodismo de antes y el de ahora, deshilachando, como Russel Crowe, ‘La sombra del poder’ (Cal Mcaffrey, 2009).

Allí mismo, un coche bomba explota en la misma semana en que se entregaban los premios Nobel. Una gala subrayada por la ausencia de Liu Xiabo, premio de la Paz, encarcelado en China por ser considerado un perturbado, un peligro para la sociedad. Vargas Llosa habla de las historias, de la ficción. Y de su poder para cambiar la realidad.

La cortina de humo

La crisis, además de estrangular las carteras, también agudiza la suspicacia. A nosotros, los periodistas, nos enseñan a no creer nada por lo que no estarías dispuestos a firmar. “Duda de todo el mundo y consulta las fuentes necesarias hasta que la verdad sea un hecho indiscutible”. En los últimos días he tenido varias conversaciones -reales y virtuales, estamos en twitter- en las que ha terminado filtrándose la expresión ‘cortina de humo’.

“Filtrar la verdad” es una expresión preciosa, ¿no creen? Es muy visual: casi puedes imaginar un bloque compacto, como una presa de apariencia infranqueable, de la que sale agua a través de una pequeña grieta. ‘Wikileaks’ es esa inesperada ruptura. Y, pese a que nadie se extrañara cuando se publicaron los hilos sobre los complejos de Sarkozy, las ambiciones de China o el tipo de preservativo que utiliza Berlusconi cuando se trajina a todas las putanescas de Italia, el amigo Julian Assange ha tocado los huevos de la política internacional con mucha solera.

En 1997, Barry Levinson (‘Good Morning, Vietnam’, ‘Rain Man’) reunió a Dustin Hoffman y Robert de Niro para realizar una comedia repleta de segundas lecturas sobre la política en la Casa Blanca. La cinta narra cómo, a pocos días de ser reelegido como Presidente de los EEUU, la prensa destapa un escándalo que ridiculiza la candidatura de de Niro. Hoffman, su agente de prensa, le propone una salida: “Necesitamos una cortina de humo. Algo que consiga que los votantes olviden la vergüenza y recicle su imagen poderosa e influyente”. Acto seguido, se inventan una guerra.

Mientras que los mentados en Wikileaks hacen cola en sus confesionarios más íntimos. Mientras que los titulares de la prensa global sacan los colores a nuestros políticos. Mientras que Couso se retuerce en su tumba y su familia, almas en vilo, clama venganza contra los que prefirieron una mesa ordenada a una balanza equilibrada. Mientras que la pequeña grieta se hace consistente, el Gobierno decide firmar, el día que arranca un puente crucial para nuestra economía, un decreto que mosqueará a los controladores aéreos y que creará un conflicto de escala mundial. ¿Habrá algo detrás del humo o sólo es la suspicacia propia de vivir en crisis?