Es agotador explicar por qué los guisantes congelados son asquerosos a una persona que sólo atiende a razones. Maldición, no, no los he probado nunca y no me hace falta para saber que no me gustan. ¿Por qué vale más tu lógica aplastante que mis pasiones a flor de piel? No lo entiendo y grito. Grito, pataleo y tiro la silla de una sola embestida. Corro sobre el sofá, salto y bailo al mismo tiempo; odio los guisantes y amo la diversión que me produce esquivar la cuchara. Vienen a por mí. Puede que sean más grandes y más fuertes, pero ninguno de ellos podrá, jamás, entrar en mi fortaleza secreta. Allí donde sólo viven los monstruos.
Jugar a la guerra no es pedagógico, didáctico ni coeducativo… ¿Pero cómo se aprende eso en un libro? ¿Se acuerdan cuando llegábamos a casa con los codos desollados y las rodillas en carne viva pero con una sonrisa satisfecha en la cara? La mercromina y el agua oxígenada eran la poción maternal que nos curaba después de una cruenta batalla de terrones de arena. Nuestro bando, el de los buenos, había ganado a costa de las heridas de otros. Habíamos retozado por el suelo como croquetas y, pese a la sangre vertida, fue haciendo el salvaje cuando más orgullosos nos sentimos de nuestros amigos.
En aquella época sólo había un problema lo suficientemente importante como para aislarnos del mundo: el nuestro. Daba igual si en clase nos explicaban que el Sol iba a morir, ¿a quién le preocupa algo tan insignicante como el Sol cuando tú y todo lo que te rodea cambia? ¿Qué pasó con mis dientes de leche? ¿No seré un niño nunca más? ¿No volveré a divertirme porque el Sol se va a apagar? Una vez más, la lógica aplastante es tan…aplastante.
Todos estamos compuestos por un puñado de enormes monstruos que perfilan cada uno de nuestros errores y misterios, esos pecados que nos hacen gritar sin sentido. Que nos hacen tan humanos. ‘Donde viven los monstruos’ es una película infantil dirigida a los adultos que se estrena con la suerte de compartir cartelera con ‘Avatar’. Mientras James Cameron utiliza la tecnología para crear un mundo palpable, Spike Jonze dirige un mundo poblado por enormes peluches que transmiten vida. Monstruos que aúllan a un horizonte de madurez que poco a poco gana espacio sobre la incalculable imaginación de un niño de 8 años. Y es imprescindible que usted, adulto, recupere esa imaginación. ‘Donde viven los monstruos’ es el lugar adonde van sus hijos cuando no se comen los guisantes congelados y del que usted escapó, a regañadientes. El lugar donde aprendimos a hacer el salvaje y el lugar en el que niños y adultos comparten ilusiones latentes.