Puede que sea el mejor peor guión de la historia, pero nos tiene absolutamente enganchados. ‘Perdidos’ abrió una época innovadora en televisión marcada por el 11-S y por esa sensación de que el mundo, tal y como lo conocíamos, estaba a punto de cambiar. La serie ha conseguido, temporada a temporada, adherir a sus filas a muchos espectadores que renegaron de ella en los primeros días. Los enormes coloquios con el café de la mañana sobre la procedencia de Jacob o las verdaderas intenciones de Linus, llegan a su fin.
‘Lost’ puede presumir tanto de haber tocado el cielo con momentos que ya son parte de la historia de la narrativa (“not penny´s boat”), como de haber buceado en el mayor pecado del entretenimiento: vueltas de tuerca para estirar los capítulos por unos derroteros que no llevan a nada.
En cualquier caso, el final de ‘Perdidos’ marca un hito con –creo- la primera retransmisión mundial en directo de un capítulo. Un capítulo de dos horas y media, lo que lo acerca, bastante, a un rodaje cinematográfico. Y es que, Abrams, Lindelhof y Culse, los creadores de la serie, bebieron mucho del cine para crear ‘Lost’, pero también han dado mucho de qué beber.
Pese a que veo serias lagunas en los últimos capítulos, auguro un final épico. Memorable. Que aumentará la leyenda de los Oceanic Six. Sin embargo, antes de que alguien se me adelante, voy a hacer mi particular Flash Forward sobre ‘Lost’. No sé si será el año que viene o dentro de un lustro. Pero, tarde o temprano, hablaremos de ‘Lost: The movie’.