Hay una noche que siempre huele a cine. Y ni siquiera se ve. Sólo se oye. Tenía 11 años y los mismos orejones de ahora, imagínense la fiesta. Lo bueno que tenían los jueves, además de ser la antesala del fin de semana, era un programa de radio en el que regalaban entradas para las películas que proyectaban en el Madrigal granadino. Por aquél entonces no había nada que se le pareciera a “manda tu respuesta al 555 y entrarás en el sorteo…” Nada. Las cosas se hacían a las bravas: a darles vueltas a la ruedecilla del teléfono y, si había suerte, te descolgaban a ti y respondías correctamente, las entradas eran tuyas. Recuerdo que cuando no conseguíamos entrar en antena decía indignado: “claro, es que hay casas que tienen teléfonos con botones… ¡los pijos esos!”.
Una de las medallas de las que más he presumido en toda mi vida –quizás porque fue un éxito temprano y he tenido más tiempo- fue cuando participé en el concurso en directo del programa de radio en cuestión. Era apasionante: competías con otros dos tipos, primero en una batalla en el Q-Zar (juego de pistolas de láser que aún no entiendo su desaparición) y luego nos llevaban a la emisora para responder, en directo, a una serie de preguntas sobre cine en general y sobre una película en particular recién estrenada. Mi peliculón fue ‘Bethoveen 2’. Ésa en la que el San Bernardo majete se liga a una perraca y tienen cachorros rebeldes.
Aquella noche barrí a mis contrincantes en todas las fases del juego. Les disparé más veces y respondí a más preguntas que ninguno. Al terminar el programa, el presentador sacó una libreta y anotó nuestras puntuaciones en el lugar que nos correspondía. “42 puntos, chaval. Te pones el primero”. Gané. ¡Gané! Ni siquiera hubo un premio mayor más tarde ni un reconocimiento público en la plaza del pueblo. Pero tampoco era necesario, me fui henchido de orgullo.
Un tiempo después le perdí la pista al programa. Lo daba por fallecido entre la vorágine de la radio fórmula y las tertulias políticas. Cosas de la vida, 25 años después, el amigo de mi amigo que, por tanto, ahora es mi amigo, dijo en voz alta: “me voy, que tengo programa” ¿Programa? “Sí. ‘Noches de Cine’ en Radio Contadero”. Ferguson, le dije, no te lo vas a creer, ¡yo estuve allí!
Larga vida y prosperidad.