Creo que las lecciones llegan siempre puntuales. Como decía Gandalf: “Un mago nunca llega tarde ni pronto. Llega exactamente cuando se lo propone”. Esta excusa -que confieso haber utilizado alguna vez sin tan buenos resultados como el barbudo-, sacada a un contexto más amplio, es absolutamente cierta. Quiero decir, ‘La sonrisa Etrusca’ (José Luis Sampedro) para un adolescente es un pestiño sobre un viejo; para un adulto puede ser una carta muy personal.
Las personas somos, en esencia, un camino imperfecto repleto de baches, curvas, cuestas y señalizaciones. Si no has llorado en un cementerio al leer ‘Et in Arcadia Ego’, no estás preparado para comprender el sacrificio tan desgarrador de ‘La vida es Bella’. Y, si no tuviste miedo de lo desconocido, quizás se te escape la valentía de ‘Gran Torino’. El caso es que cada historia tiene su momento. ‘The Way’ no es una excepción.
Para qué nos vamos a engañar: ‘The Way’ no es una gran película. Es previsible, artísticamente correcta, no exenta de barbaridades yankis y con un metraje que en su mayoría es un sucedáneo de videoclip con fotografías del norte de España. Pero tiene un espíritu que, si te pilla desprevenido, tocará la fibra sensible. Sin llegar -ni de cerca- a la calidad cinematográfica de ‘Up in the air’, tiene un mensaje similar: ¿Por qué no luchar por lo que siempre quisiste ser? El valor añadido de la cinta de Emilio Estévez es el entorno: El Camino de Santiago. De manera que para el peregrino se convierte en ‘una carta muy personal’. Un mensaje que alcanzará a un destinatario preparado para aprehender el espíritu, el esfuerzo y el símbolo.
‘The Way’ es como abrir el álbum de fotos de cuando hiciste el Camino, nada más salir de la sala. Una excusa para revivir anécdotas, para recordar a los que ya no están y a los que están pero han cambiado. Para enaltecer la promesa o para resucitarla. Es un peregrino más en el que verse reflejado, alguien con quien repetir las tres partes de la poesía:
(II)Para tener compañía,
mente vagabunda peregrina,
que vuela más que camina,
que aún no llega, y ya se va