La profecía era cierta: “Winter is Coming”, “el invierno se acerca”. El frío, por norma general metáfora de una vida cruda, exigente y angustiosa, ha sido el detonante de la Primavera Valenciana. Los alumnos del Luis Vives no podían soportar más las tiriteras, la sensación inexistente del bic azul entre los dedos, las ecuaciones congeladas en una pizarra agarrotada. Ese frío les obligó a salir a la calle, a buscar sol y atención, a reclamar un muro infranqueable que cortara el gélido viento del norte dentro del aula. Sin embargo, aún no sé qué maquiavélico juego de tronos removió los hilos tras la sombra para que haya adolescentes huyendo por las calles, policías disfrazados de salvajes y reyes locos que arrasan con fuego valyrio.
El IES Luis Vives -acaso la casa Stark- queda en manos de un descabezado grupo
de niños obligados a guerrear contra el invierno. El invierno entendido como mucho más que una temporada. El invierno como estado de ánimo.
El malestar y la frustración general hace que miremos con cierto orgullo a los niños de Valencia. Creo que si los índices -cualquiera de ellos- no nos fueran tan desfavorables, no prestaríamos tanta atención a la revuelta. No buscaríamos paralelismos ni nos referiríamos a ella en términos políticos. Pero es así. Vemos en el Luis Vives una causa a la que aferrarnos, una última redención a la crisis, un “por aquí no paso”. Me gusta pensar que el enorme apoyo social que recibe la Primavera Valenciana se debe a un instinto de superviviencia, a la promesa tácita de cuidar de nuestra herencia en la Tierra; a una defensa maternal y a ultrajanza de lo que queremos ser en el futuro. Pero temo que, al final, sea otra triquiñuela política para equilibrar la balanza del trono. Este asqueroso juego nuestro.
Sea como sea, las imágenes de las cargas policiales son inadmisibles. Una desgracia fotogénica que convierte al dueño de la porra en un troglodita y a su líder, sentado en algún cómodo despacho con la calefacción puesta, en un maldito y arrogante mequetrefe.
¿Tanto cuesta escuchar?
Cuídense, el invierno ha llegado.