Ahora lo sé, antes lo ignoraba. ¡Ser soldado americano es lo más requeteguay del mundo mundial! Tanto tiempo buscando la vocación correcta, una labor honorable y orgullosa, un trabajo heroico por y para los demás… Maldita sea mi mala fortuna de haber nacido en España y no en USA, maldita sea que mi bandera no luzca las barras y estrellas, que no pueda correr presto, sin contemplaciones, a la oficina de reclutamiento más cercana y decir: “Yo quiero ayudar a esos niños que mueren en oriente y matar a terroristas que esconden bombas en los parques de mi barrio contra mi familia, mi país y los valores de esfuerzo, trabajo y humanidad de los Estados Unidos de América”. Mi nuevo sueño es sostener entre mis brazos un fusil de asalto con mirilla telescópica y puntero de luz rojo para destrozar entrecejos árabes. Es superchuli. Y, con un poco de suerte, caer en el campo de batalla, vestido de gala, demostrando un valor extraordinario y una lealtad hiperbólica a mis compañeros, mis hermanos de sangre, que luego me llevarían de vuelta a tierra santa, a los EE.UU., a un cementerio de prados verdes y sombras frescas, donde mis hijos llorarán desconsolados la muerte del padre al que nunca más volverán a ver y… Un momento. Esto no mola nada. De hecho, qué asco de vida, ¿no?
¡Cielo santo! Parece que he caído, momentáneamente, en la nada pretendida ni pretenciosa ni capciosa manipulación de ‘Acto de valor’, esa bazofia bélica que es la versión animada del famoso cartel del Tío Sam: ‘I Want You’. Un insulto a toda ética y moral que pretenda ir ligada a la raza humana y no porque sea una película de tiros, explosiones y violencia a cascoporro, sino porque tiene una vocación de doctrina, de lavado de cerebro, horripilante.
Con la falsa publicidad de que hay soldados reales (“héroes reales, tácticas reales, acción real”), ‘Acto de valor’ es una constante sucesión de imágenes recurrentes al ‘Call of Duty’ que parecen decir: “¡Ser soldado es como jugar a videojuegos en la vida real, apúntate!” Desde ‘Doom’ no se veía algo tan lamentable. Y digo más: si alguien, después de ver este esperpento con aires de reality a lo ‘The Unit’ (conste que la serie me gusta), y llega a soldado y le dan un arma y se va por el mundo a disparar, estamos realmente jodidos.
Acto de valor es pagar una entrada para ver la película en el cine.