Internet, que es más grande que el día del señor, ha puesto en el mapa cuestiones de importancia catedralicia. De hecho, la sociedad moderna no sería nada sin el grupo de Facebook “Señoras que…” o “Trabajadores que sobrevivieron a la Estrella de la Muerte”. Tampoco sin esas cadenas fantásticas y refrescantes que, si no pasas a tus contactos, te conviertes en cómplice directo de la destrucción del planeta a manos de un dictador de gatillo fácil y de la exterminación instantánea de un pueblo aborigen de un bonito pueblo africano.
Ayer me reí de lo lindo leyendo un artículo en el que James Cameron admitía, a voz en grito, que Leonardo DiCaprio y Kate Winslet cabían en la misma tabla. Sí, la tabla. La tabla de madera en la que sobrevive la moza de Titanic y bajo la que se hunde el mozo, ante la atónita y lacrimógena mirada de millones de espectadores, al son de James Horner. ¿Se imaginan? Tantos años sufriendo ante la impotencia de Kate y resulta que, en realidad, ¡fue una maldita convenida que dejó morir al que se suponía era el amor de su vida!
El tema de la tabla surgió por uno de los miles de talentos escondidos en el mundo que aprovechan Internet para mostrar su trabajo. En este caso, los primeros en hablar del tema fueron -creo- una pareja de japoneses que recrearon la escena en el gimnasio de su universidad. Realizaron una serie de fotos y vídeos en los que se comprobaba, al milímetro, que Jack y Kate se podrían haber salvado. Y, mira tú por dónde, ahora Cameron les da la razón.
Pues eso. Que estoy convencido de que Internet guarda los secretos para comprender el Universo. Es como el tipo que que tuiteó -por cierto, término aprobado por la RAE- el siguiente diálogo con el que no puedo estar más de acuerdo: “¿Abuela, cómo empezó la III Guerra Mundial? Pues un día cerraron Megaupload y….”