Qué me gustan los finales felices. Imagino que Marty Docherty debe sentirse como Sam Sagaz Gamyi cuando volvió a Hobbiton convertido en el inesperado héroe de la comarca. Marty, como Sam, es uno de los secundarios de ‘El Atlas de las Nubes’ e interpreta al hermano de Tom Hanks en la epopeya de Tom Tykwer (‘Corre, Lola, Corre’) y los Wachowsky (‘Matrix’).
Hace un mes, más o menos, el bueno de Marty presentó a la sociedad escocesa, europea e internacional un proyecto muy personal: quería ir a Hollywood. Resulta que, al no ser un actor mediático –aún– no estaba en las listas de invitados al estreno mundial de la película en Los Ángeles. ¿Qué se podía hacer? Pedir ayuda.
Creó un proyecto de crowfunding para rodar un documental en el que contaría cómo llega al estreno de ‘El Atlas de las Nubes’ gracias al apoyo anímico y económico de cientos de vecinos anónimos de todos los rincones del globo. ¿Conseguiría llegar Marty a Hollywood? El pasado sábado 13 de octubre, anunció a bombo y platillo (o, lo que es lo mismo, por Facebook y Twitter) el final de la campaña: «Amigos, ¡Marty sí que irá a Hollywood! Gracias a todos por vuestro apoyo, confianza, consejos e ideas. ¡Estoy sobre la luna!»
Como les decía, yo me siento ganador. Con él. Con todo el que le haya apoyado. Porque me encantan las historias de secundarios que reclaman su parte del guion. Y que lo hacen con tanta gracia y desparpajo. Casi escucho de fondo la fanfarria de Howard Shore y veo a Marty infiltrándose en el Monte del Destino, dispuesto a instaurar una nueva era.
¿Quién sabe? Lo mismo dentro de unos años Docherty es un apellido millonario. Palabras mayores. El nuevo ídolo, el Michael Fassbender que todo el mundo quiere en su película. Cuando llegue el momento, que llegará, yo diré, con el orgullo del hobbit que ayudó en el camino, cuatro palabras que merecerán otra historia: ese tipo me tuiteó.