Que Superman deje su carrera de periodismo es una muestra más de que el héroe de Kripton es, en realidad, un niño mimado y consentido que no nos necesita. Con decisiones como ésa parece decir: “Bah, ahí os quedáis con vuestros problemas”. Su ya famosa frase de “no estoy de acuerdo con la línea editorial del ‘Daily Planet’” significa, en realidad, “me tenéis hasta las pelotas, humanos”. Como dijo Tarantino, Superman es el único héroe que se disfraza de vecino monocorde, el único cuya identidad secreta es la de un periodista de sucesos. En realidad, no ha hecho otra cosa más que desembarazarse de un lastre, su versión menos real: ha sido sincero.
Lo que distinguía a Superman como un héroe era su capacidad sobrehumana para combinar el intenso horario laboral del periodista con los quehaceres básicos del héroe. Y aquí va la pregunta que debería reventar su concepción del mundo: ¿Qué define al héroe? Quiero decir, ¿qué hace que el héroe sea héroe y no uno más entre el montón? El esfuerzo. El sufrimiento por realizar una labor que pocos pueden desarrollar y que él, cargado con un gran poder y una gran responsabilidad, decide acometer. El hecho de que Superman deje de ser periodista implica que Superman deja de ser un héroe porque deja de hacer aquello que supone un esfuerzo para él. Lo de volar, levantar coches y destruir robots asesinos es tomar el camino fácil.
Superman, que les quede claro, se ha convertido en un villano más. Un personaje corrupto y acomodado a los tiempos, que finge pesar y lamento por la situación del planeta. Uno de esos tipos cansinos que cae a plomo con un discurso derrotista. Seguro que a partir de ahora puede concentrar sus esfuerzos en vencer a todos los Lex Luthors del universo, pero que les quede claro: ya no creo en Superman. Me ha defraudado, me ha fallado, nos ha abandonado.
¿Que faltan héroes en el periodismo? ¿Que la sociedad prefiera a un tonto de latón en vez de a un profesional concienzudo y empeñado en sacar la verdad a la luz? ¿Que Superman deja de ser periodista? ¡Ya era hora! ¡Ya era hora! ¡Ya era…! Maldita sea, a quién quiero engañar.