Las elecciones en Estados Unidos me apasionan. Lo he dicho mil veces, si hubiera nacido en Brooklyn me habría dedicado a la política para poder interpretar un discurso memorable y fotogénico pertrechado por un vasto horizonte de apasionados creyentes. La tremenda habilidad de convertir cualquier evento en puro espectáculo es fascinante. Y eso, aunque a este lado del océano lo resumamos con la acertada definición de ‘americanadas’, es envidiable.
Envidiable porque convierten a sus políticos en personajes de novela, en actores de cine, en líderes de la banda. Los dividen en buenos y malos, hacen potentes campañas de promoción de su película y apelan a la épica para obtener el voto. Es cierto que el número de abstenciones en USA es elevado. Pero al final, votantes o no, todos se tragan la telenovela y miran con cierta admiración al nuevo presidente. Envidiable, también, porque aunque tras las bambalinas se odien e inviten a sus rivales a chupitos de arsénico, hay una regla no escrita de respeto supremo al cargo y de, tras la batalla electoral, mostrar unidad. Patriotismo. Cuatro años de oposición constructiva y una campaña de varios meses para derribar al contrario. Y no cuatro años de oposición destructiva y una pesado hartazgo de mítines repetitivos. Serán americanadas, pero nadie les negará el orgullo.
Además, han adherido su vírica cualidad para crear ‘hype’ internacional en sus superproducciones cinematográficas y televisivas a la política. La expectación de ‘Perdidos’, el teaser del trailer, la bola que crece en las redes sociales, los spots disfrazados de sesudos artículos de análisis… ¡Estamos todos pendientes de las barras y las estrellas! ¡Todo el puñetero planeta despierto con la película!
Qué cosas. En fin.
Puesto que todo es elegir y todos los días son, al fin y al cabo, días de elecciones, me toca elegir unos días de asueto y meditación bucólica alejado de la redacción. Hacemos un pequeño parón de mitad de temporada y, el 19 de noviembre, volvemos a cantar para la trace final del año. Yes We Can.
Y no pierdan sus iPads.