‘Paperman‘ es el corto de Disney que precedía a la simpática ‘¡Rompe Ralph!’ Ya nos gustó entonces pero, ahora, meses más tarde y gracias a Youtube, se ha convertido, sin pretenderlo, en un extraordinario vídeo viral. Si revisan sus muros de Facebook o sus contactos de Twitter descubrirán que son innumerables los amigos que comparten el corto con un emoticono de asombro o unas palabras admiradas. Y me alegro. Es justo reconocer el bello trabajo, reconocer el arte, y ser capaz de ver más allá de lo que se supone que es. ¿Vemos ‘Paperman’ en Youtube? (Gracias, Disney)
El futuro del cine de animación es deslumbrante. Y una muestra más de que estamos en constante cambio, en constante adaptación, en constante consagración al futuro y a la tradición. ‘Paperman’ utiliza una técnica que combina la animación por ordenador más innovadora con el dibujo a mano de toda la vida. Una unión que significa mucho más que un simple “nuevo estilo”. Significa que nosotros, el público -la Historia-, necesitamos la espectacularidad del ordenador que luce en ‘Up’, ‘Toy Story’, ‘Wall-E’, ‘Ratatoullie’, ‘Los Increíbles’… Pero también la paciencia, la artesanía y la magia de ‘Aladdín’, ‘La Bella y la Bestia’, ‘El Rey León’ o ‘Blancanieves’.
Somos seres repletos de contradicciones y, por tanto, fascinantes: queremos sentir el papel deslizándose por la punta de los dedos y conservar cientos de libros en nuestros ebooks; queremos un sillón y una taza de café para hojear el periódico y una tableta digital para compartir nuestros artículos favoritos; queremos una caja de cartón que proteja nuestros secretos y un pendrive donde depositar miles de años de memoria; queremos escuchar la voz en vinilo de Bob Dylan y montamos listas de reproducción con toda su discografía en Spotify; queremos ir al estreno de la última película de aventuras y, en casa, disfrutamos del catálogo online del video-on-demand. Queremos el lápiz y la pantalla. Todo en una misma linea temporal.
Sé que a muchos les cuesta ver un dibujo animado -en cualquiera de sus formatos- como un posible producto cultural que trascienda más allá de la infancia. Pero, tal vez, ‘Paperman’ y el enorme elenco de artistas que se esconde detrás de cada fotograma de cada película de animación, debería hacerles pensar en el equilibrio que guardan con la sociedad que disfruta su trabajo. ¿Ven la evolución del cine, de nosotros, detrás de su intento por unificar lo viejo y lo nuevo? Piensen en ‘The Artist’ o en la ‘Blancanieves’ de Berger, películas que buscan lo de antes con formas de ver de ahora. Pues, en la animación, es lo mismo.
Y me tranquiliza saber que en España no estamos alejados de la importancia que está adquiriendo la animación como herramienta narrativa sin complejos ni tabúes. Hay grandes trabajos ya realizados y, en agosto de 2013, tendremos uno espada más de la que sentirnos orgullosos: Justin, de Kandor. ¿O qué pensaban? ¿Que todos los aviones de papel vienen de fuera?