Para mí, su primer nombre fue Desalysol. Luego llegó el Cristóbal, acompañado por ese rostro emblemático repleto de arrugas cinceladas por el carisma. No llegamos a charlar con un café delante, como tantas veces se dejó caer en el teclado. Ni siquiera le vi en persona. Pero nos teníamos cariño. ¿Cómo se puede sentir esa amistad, esa cercanía, con una persona que nunca has visto? Supongo que detrás del ‘me gusta’ o del ‘sígueme’ de las redes sociales sí hay restos de humanidad. El domingo, cuando murió Cristóbal, lo sentí de verdad. Joder. Muy de verdad.
De Cristóbal García sé lo que he leído y lo que he visto de él. Es un actor. Un actor de raza, de convicción y vocación. Un hombre que no gozó de fama y fortuna internacional, pero que derrochó talento sobre las tablas del escenario y del set de rodaje. Por pura pasión. Y eso es un gran gozo. Dejen que les cuente cómo nos conocimos.
Como les decía, él apareció en mi muro de Facebook como ‘Desalysol Cristóbal’. Me escribió un mensaje para decirme que le gustaba el cine y que leía todos los días la columna. Me contó cosas que le gustaban y cosas que no, por el puro placer de hablar con alguien que, según creía, estaría dispuesto a mantener el diálogo. Y sí, lo estaba. Nos hicimos formalmente ‘amigos’ de Facebook y, de vez en cuando, comentábamos la película que fuera.
Mi sorpresa, propia de todo ignorante que se precie, llegó cuando descubrí su trabajo como actor. Cristóbal compartía fotografías de rodajes muy a menudo, así como cuidados textos en los que analizaba una cinta o arengaba al gremio del cine. Con el paso del tiempo, convertimos en costumbre la visita obligatoria a los comentarios y enlaces que el otro sugería.
Me enteré de su edad, de su ‘otro’ trabajo y del cariño que tenía por su familia el mismo día en que murió. Éramos dos personajes ajenos el uno del otro que habían encontrado un escenario común. Echaré de menos esa risa contagiosa que nunca escuché. Qué buen humor tenía el muy canalla. De verdad que lo siento, Cristóbal. Buen viaje.
A modo de recuerdo, el tráiler de uno de sus últimos trabajos, ‘El hombre sin tiempo‘