Las grandes hazañas son patrimonio de los perdedores. De aquellos a los que miramos como estatuas de sal plantadas en la rutina, portadores de normalidad que no pintan titulares ni tertulias de la tarde ni espadas en el congreso. Esos hombres y mujeres honrados y nobles que cada día madrugan para trabajar al servicio de otros. Aquellos que, como Gustave H (Ralph Fiennes), protagonista de ‘El Gran Hotel Budapest’, glorifican su vida, en cuerpo y alma, a una vocación sincera.
¿Puede hacerte una película feliz? Feliz. En su sentido más amplio: sonrisa orgullosa, espíritu henchido, mente abierta, música en las piernas. ¿Puede conciliar admiración formal, reflexión filosófica, entretenimiento fascinante, purga de humor y belleza artística? Una belleza limpia, extraordinaria, repleta de un talento que impregna la música de imágenes y viceversa. Una belleza que sólo el cine bien entendido, el cine como compendio de artificios, puede generar sin abandonar la butaca. Una belleza de autoría indiscutible: como las pinturas de Goya, el sonido de Lou Reed, la estética de Tim Burton o el humor de Chaplin.
‘El Gran Hotel Budapest’ es la obra máxima de Wes Anderson (‘Moonrise Kingdom’, ‘Life Aquatic’). Palabras mayores. Es una película maravillosa, carismática y encantadora que, desde su prólogo, una pequeña oda a los contadores de historias, concentra todos sus esfuerzos en complacer al espectador. Es como si nos colásemos en el taller de un pintor y viéramos, pincelada a pincelada, cómo brota el color de un lienzo en blanco.
Estoy deseando contarles más sobre la aventura de Gustave y Zero (Tony Revolori), la inolvidable pareja protagonista que ya forma parte de los grandes dúos cinematográficos de la historia. Ambos regentan el Gran Hotel Budapest para servir, con vocación férrea, a sus huéspedes y a todos los que decidan pasar por allí a escuchar la historia que esconde el ‘Niño con Manzana’.
Podría escribir durante todo el año de la última película de Wes Anderson. No sé cuánto duraré. Pero, les aseguro, que el resto de 2014 estará en perenne comparación con ‘El Gran Hotel Budapest’. Me ha hecho tan feliz, que no quiero que se la pierdan…