Acostumbrado al primer plano antes de la muestra del valor, las historias reales parecen mentira. No sé ustedes, pero yo, asombrado, miraba la televisión esperando el primerísimo primer plano de los ojos de Kenji Goto. Kenji, qué nombre tan perfecto para un heróico periodista de aspecto samurái. Un aventurero llamado a desvelar la verdad a lomos de una cámara réflex engrasada en cientos de batallas por todo el mundo. ¿Cómo podría vencer un estúpido terrorista vestido de negro a Kenji? ¿Qué guionista le escribiría ese final? ¿Qué director no optaría por un primer plano de su rostro justo antes de la tragedia, antes de que medio mundo retire la mirada del televisor? Un primer plano. Eso es lo que faltó. Un primer plano que nos permitiera viajar a lo más íntimo de su alma, que nos dejara comprender su historia y que, entre todos, aplaudiéramos un último esfuerzo, una espada escondida, un rescate formidable… Una vida mejor.
Supongo que las historias nos están quijotizando el cerebro y, a la hora de la verdad, no sabemos entender qué es el valor. Cada vez que imagino una escena de valor, de valentía, hay grandes hazañas, épicas arengas y sacrificios manipulados con una música inolvidable. Pero, ¿y si el valor es silencioso? ¿Y si el valor no hace ruido y pasa desapercibido? ¿Y si los valientes nunca tienen un primerísimo primer plano antes de la batalla? Kenji no lo tuvo.
Fíjense qué tontería, pero el asesinato del periodista japonés a manos de ISIS me ha hecho pensar en esto. En el valor. Y en lo injusto de que los valientes de la tierra tengan silencio y no una maravillosa banda sonora compuesta por James Horner en el momento del grito. Estamos rodeados de valientes, joder, de auténticos Williams Wallace a los que rara vez otorgamos un primerísimo primer plano.
En la última semana he visto a una chica perder su puesto de trabajo y llorar ante la incertidumbre. He escuchado a una madre hablar de una hija que no ve desde hace demasiado tiempo. He leído un mensaje repleto de sonrisas escrito por alguien que iba a ser operado de un tumor… Estoy seguro de que usted también tiene héroes a su alrededor. Gente valiente. Gente que merece un primerísimo primer plano. Seamos su música.