Andrés no se duerme. No quiere. Le asusta. Quizás sea la oscuridad o la incertidumbre o la soledad. O todo al mismo tiempo. Sea lo que sea, hay algo que le asusta y le hace llorar. Y no se duerme. No hasta que sus padres se sientan a su lado y le cuentan un cuento. Sólo así encuentra el valor para dormir. Sólo las historias.
Hubo un día, usted no lo recuerda, en que dejó de tener miedo a dormir. Nos hicimos adultos y decidimos que no merecía la pena seguir buscando explicaciones a eso que pasa cuando nos apagamos por la noche. ¿Por qué unas veces volamos? ¿Por qué otras caemos? ¿Por qué me engaña la almohada? ¿Cómo asegurar qué es vida y qué es sueño? Preguntas, al fin, que optamos por ignorar. No porque descubriéramos su respuesta, sino porque la propia vida nos acostumbró a tumbarnos con ese misterio.
Qué maravilla, ¿verdad?, cuando las voces de papá y mamá nos transportaban poco a poco al mundo del sueño. Qué fácil derrotar a los gigantes y volar entre las nubes. Es difícil, pero, si lo intentan, estoy seguro de que son capaces de encontrar aquella sensación que gobernaba su cuerpo y su mente -y su alma- mientras los cerditos corrían de una casa a otra. O viajando hacia Nuncajamás. O dentro de la barriga del lobo. O sujetando la mano de Grettel… Yo tengo mi cuento. Lo recuerdo. El cuento abría las puertas al reino de Sandman. Me hacía valiente.
Daniel no se dormía. No quería. Estaba asustado. Quizás era la oscuridad o la incertidumbre o la soledad. O todo al mismo tiempo. Le habían diagnosticado un cáncer terminal. Tenía 32 años y sabía que, pronto, iba a morir. ¿Cómo no estar aterrorizado?
Daniel Fleetwood hizo lo que todos hemos hecho antes. Lo que sabemos que funciona. Pidió un cuento, una historia, que le hiciera valiente antes de dormir. J. J. Abrams le dejó sentarse en una butaca exclusiva y le contó las aventuras de Finn, Rey y Poe en ‘El Despertar de la Fuerza’, el séptimo episodio de su cuento. El suyo. El que le hacía valiente.
Y así, con los párpados cayendo poco a poco, nublando la certeza y mezclando realidad y ficción, preguntó si todo lo que le habían contado era verdad; si todas las historias eran ciertas. Y alguien, en algún lugar entre el todo y la nada, entre la razón y la pasión, respondió que sí. Que eran ciertas. «All of them».
#ForceForDaniel. Descansa en paz.
Posted by Ashley Fleetwood on martes, 10 de noviembre de 2015