Episodio VII, la indigestión contraataca

Estamos sensibles con el tema. Entiéndanlo. Son muchas las emociones y muchos los años de espera. Si conocen a algún fan confeso de Star Wars, sabrán lo que es tener cerca a alguien que se desvive por cualquier noticia, imagen o anécdota del rodaje del Episodio VII. Lo que eso implica. El nerviosismo constante. Las palpitaciones. Los sudores fríos. La conmoción en la fuerza. Si a este lamentable estado que portamos de serie, le sumamos que el bueno de J. J. Abrams es un maestro en el arte de venderse… Tenemos un problema que no se resolverá hasta la Navidad de 2015.

Y entonces aparece Anthony Daniels. O, lo que es lo mismo, C3PO. O, lo que es lo mismo, el único actor que ha estado en las seis películas de la saga. Ha hecho una declaración breve, concisa y, al parecer, mientras estaba de fiesta en Londres con el resto del reparto de la película. Un tuit que reza así: «‘No hay secuela mejor que El Imperio Contraataca’. Os vais a comer estas palabras en la cena de Navidad de 2015. ¡Alegría e indigestión para el mundo!»

La promesa de Daniels no deja de ser una anécdota. Una gracieta sin más. Pero. En fin. Que somos débiles. Que nos cuesta muy poco ilusionarnos. Que nos hemos creído que El Episodio VII será el regreso del espíritu original, que será una película de más carne y hueso, de menos pantallas verdes, de más ambición, de nuevas ideas, de algo no visto antes…

En la construcción de este renovado espíritu hay un protector, el señor Abrams, que está regando la espera con cientos de detalles admirables. Esta semana, por ejemplo, regaló a los miembros del rodaje una gorra con la siguiente carta –¿quién no se motivaría con un jefe así?–:

«Es un verdadero honor y una absoluta alegría venir al set todos los días y trabajar con cada uno de vosotros. Vuestra profesionalidad, pasión y paciencia son mucho más apreciadas de lo que podamos expresar con palabras. De los desiertos de Abu Dhabi, a los bosques de Dean, pasando por los platós de Pinewood, habéis vencido todos los retos con una extrema amabilidad propia de vuestro brillante talento.

 

Nuestra ambición es grande, por supuesto, y así debe ser: estamos aquí para hacer una película que entretenga a millones de personas, de todas las edades, durante generaciones. Queremos crear una experiencia que fascine a los espectadores tanto como nos ha animado a nosotros hacerla.

 

Qué fantástico sería si tuvierais, además de vuestro nombre en la pantalla, algo real, tangible, la prueba de que fuisteis parte de esto.

 

Aquí, pues, está esa prueba. Llévala bien, llévala sano, llévala con orgullo. Pero, por encima de todo, gracias. Con amor…»

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Tiempo de sequía

El otro día, un taquillero me dijo que el tiempo de sequía estaba terminando. Lo que no deja de ser curioso en un sector en el que las salas están cerrando y el cine es un bien prescindible en la mayoría de las familias. Sea como sea, lo dijo con rotundidad: «está terminando», y añadió, «estamos saliendo». Según sus propios estudios, empezaba a percibir una forma distinta de afrontar el ocio en la gente que pasaba por allí. No solo el número de personas, también la disposición que traían a la sala, la forma de relacionarse, sus conversaciones… «Te digo yo que nos queda poco para salir de esta».

De la fiesta del cine siempre saco la misma conclusión: el cine –no las películas, el hecho de ir al cine: el ritual, la entrada, la butaca, los anuncios, el ambiente– sigue enamorando. El problema es el dinero. Las prioridades y los impuestos, ya saben. Aún así, me gusta recalcar que hay cines que están haciendo maravillas para mantener precios reducidos durante todo el año. Desde entradas a cinco euros todos los días a sesiones de cintas que no son de temporada más baratas.

Las películas de estreno en Leicester Square, la plaza del cine de Londres, cuestan una media de 22 libras. Casi treinta euros la entrada. Una barbaridad que procuro repetirme antes de quejarme de nuestros cines. Sí, ya sé que el no se consuela es porque no quiere y que la situación económica probablemente no sea para nada similar. Pero, qué demonios, la sensación es lo que queda.

Creo que por eso me fío del taquillero del cine. Porque él se fía de sus sensaciones, de lo que ve a diario en los espectadores que buscan historias para salir de la crisis. Y él empieza a ver el final del tiempo de la sequía. Suena harto absurdo teniendo en cuenta la pandilla de trileros, estafadores y tahúres que corrompen a diario nuestra sociedad. Los periódicos y los informativos son el espejo del que deberíamos huir como nación. Qué vergüenza.

¿Pero cómo juzgar absurda una sensación? Tal vez, después de todo, eso sea lo que nos haga falta. Convicción. Y férrea determinación para llenar las cárceles de auténticos delincuentes. Tiene que llover.

De Origen a Interestelar

«Quizás hayamos olvidado que seguimos siendo pioneros, que apenas hemos empezado y que nuestros mayores logros están por llegar. Que nuestro destino, está escrito en las estrellas». Hace un año puse el cronómetro. Estaba sentado en la butaca del cine, esperando a que arrancara ‘La desolación de Smaug’, cuando la pantalla se iluminó con el primer tráiler de ‘Interestelar’. Dentro de una semana, por fin, llegará a nuestras pantallas el último trabajo de Christopher Nolan, uno de esos directores que se ama o se odia, sin medias tintas.

Nolan domina la técnica: sabe gestionar las emociones para construir relatos que combinen sus inquietudes personales –sus dudas filosóficas, incluso– con el entretenimiento más efectivo. Pese a que su trilogía de Batman es la que le ha granjeado su fama más comercial, les confieso que a mí, la cinta que me vuelve loco, es ‘Origen’.

La onírica búsqueda de Leonardo DiCaprio es una de esas películas que nunca me cansaré de ver. Todavía hoy siguen surgiendo extravagantes teorías sobre qué es sueño y qué realidad, sobre el auténtico interés de los personajes y lo que cada uno de ellos representa, sobre la maldita peonza que gira y no gira al mismo tiempo… Es fascinante.

Interestelar’ ha conseguido generar las mismas expectativas que ‘Origen’. Creemos saber de qué va pero, en realidad, no tenemos ni la más remota idea. Si al hecho de que Christopher y su hermano Jonathan son los responsables absolutos de la película (dirección y guión) le sumamos la supervisión de Kip Thorne –experto científico en física gravitacional y astrofísica–, un reparto espectacular (Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jessica Chastain, Wes Bentley, Casey Affleck y Michael Caine) y la música de Hans Zimmer… ¿Qué hacemos que todavía no hemos comprado las entradas?

Una muestra de la inspiración que genera Nolan, no se pierdan los carteles, oficiales y de aficionados, de la película:

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El tradicional Halloween

Esta tarde un niño tocará en su puerta. Irá disfrazado, portará una enorme bolsa con motivos tenebrosos y una sonrisa de oreja a oreja. Y, probablemente, recitará un hechizo que, pese a no entender, le resultará terriblemente divertido: «¡Truco o trato!» Hay dos opciones. Uno: usted se extraña, se retuerce en la entrada de su hogar y da un sonoro portazo mientras clama al cielo por la barbarie de esos padres que permiten que sus hijos celebren una fiesta tan poco nuestra. O dos: decide que una fiesta es una fiesta, que los niños son niños y que, después de todo, la idea es francamente divertida. ¡Chucherías para los zagales!

Tras veinte años viendo películas y capítulos de series en los que Halloween es la gran excusa, ¿de qué se extrañan? Era cuestión de tiempo, íbamos a terminar sucumbiendo. Es el poder de Hollywood. Y les confieso que yo me he terminado posicionando muy a favor de la fiesta. Principalmente porque no creo que, necesariamente, vaya a superponerse a las tradiciones locales. Y segundo porque me hubiera encantado disfrutar de un evento así en mi infancia. De hecho, creo que pocas guarderías, colegios e institutos se libran ahora mismo del fenómeno.

Halloween es, también, una fiesta audiovisual. Esta noche, pubs y discotecas se llenaran de odas a Freddy, Jason, el Joker, Jack Sparrow, George A. Romero, Juego de Tronos, muertos vivientes y vampiros en sus más que variadas instituciones. Disfraces que, de vez en cuando, sorprenden por un maravilloso ejercicio de creatividad e imaginación. Y, claro, también está lo de usar Halloween como excusa para ir al cine, a llevarse un buen susto. ¿La mejor opción? Pues miren ustedes por dónde, irónicamente no llega de Hollywood: ‘Rec 4’, de Jaume Balagueró.

Fuera complejos y rencillas inexplicables. Que cada cual aprehenda la celebración que vea oportuna. Lo importante aquí, como casi siempre, es aprender a respetar lo que hay al otro lado de la puerta. Y más aún si se trata de una sonriente tropa de chavales disfrazados en busca de chucherías. Aunque den miedo.

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La música del silencio

Hace unos meses les recomendé encarecidamente la lectura de la saga de Kvothe, escrita por Patrick Rothfuss. Hasta ayer, había dos libros en el mercado de lo que será la trilogía final: ‘El nombre del viento’ y ‘El temor de un hombre sabio’. Ambos forman parte del relato que Cronista escribe a lo largo de tres jornadas. Pero, como les decía, ayer llegó a las librerías de todo el mundo ‘La música del silencio’, un ‘spin-off’ del libro protagonizado por Auri, uno de los personajes más queridos del original universo de Rothfuss.

Por más que quisiera, no puedo dar mejor y más completa información de la que maneja ‘La espada en la tinta’ (una de mis webs de referencia sobre literatura fantástica y cómics, www.laespadaenlatinta.com). Lo que sí puedo hacer es sumarme a su entusiasmo por esta saga y por invitarles, una vez más, a que abran sus páginas y lean. Leer siempre es una buena idea.

Creo que se está haciendo un buen trabajo con la nueva forma de promocionar novelas y, en este caso, especialmente. Tres aciertos: tratar al autor con la misma distinción con la que se trataría a un director de cine; realizar un tráiler atractivo y entrevistas audiovisuales que se comparten ágilmente por redes sociales; y, por supuesto, estrenar la novela el mismo día en todo el mundo.

El estreno. Es algo fundamental. El mundo cultural ya no entiende de fronteras, lo hemos visto en infinidad de ocasiones: películas que se estrenan en España seis meses después y que no alcanzan el éxito esperado por la piratería. Es francamente esperanzador que un libro de estas características aparezca en todas las librerías del planeta el mismo día. Claro que así no se decapita a la piratería pero les aseguro que una buena estocada se lleva.

En fin, lo importante: leer. Espero comentar pronto ‘La música del silencio’. Aunque antes debo terminar ‘La primera ley’ de Joe Abercrombie y ‘El mapa del caos’ de Félix J. Palma (ambos recomendadísimos, por cierto.Habrá que hacerles justicia).

 

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