El Hombre Lobo: Paul Naschy y Benicio

Paul es un nombre de cine. Hace apenas un año lloramos por no haber sido el Sundace Kid que Butch Cassidy necesitaba para morir con el honor de las dos pistolas. Si Newman fue ‘el Paul’ de 2008, Naschy es, sin duda, el de 2009. El genio creativo del hombre lobo español fue aullando de un arte a otro: diseño, arquitectura, literatura, cómics… Lo hizo hasta llegar a la gran pantalla y convertirse en el icono idolatrado que es hoy.

Mi Naschy es una imagen en blanco y negro. Una película de domingo por la tarde, en casa de la abuela. Es un niño sentado en el suelo, a dos palmos de la pantalla, dispuesto a incumplir la orden de una madre incomodada por el monstruo: “Cambia de canal, niño”. Es una música estridente que subraya la violencia de un lobo cuyo mejor efecto especial era la imaginación. Mi Naschy -el de todos- siempre será una inspiración.

Como suele pasar con los grandes artistas, su trabajo le sobrevive. El próximo 22 de enero se estrena ‘La Herencia de Valdemar’, película dirigida por José Luis Alemán y que adapta uno de los cuentos de la mitología de H. P. Lovecraft. Naschy forma parte del elenco de actores que pululan por una producción que, a juzgar por su trailer, no parece española (tómenlo como un piropo; envenenado, pero piropo). Que Naschy forme parte de un proyecto relacionado con Lovecraft no hace más que acrecentar su leyenda. Ambos son corazones latentes en los amantes de la tristemente ignorada serie B.

La inspiración Naschy llega también el 12 de febrero de 2010 con el ‘The Wolfman’ de Benicio del Toro. A falta de poder catarla en una sala, los videos hasta ahora publicados prometen un trabajo detalloso, cuidado y muy vistoso de su director, Joe Johnston. Algo que no es de extrañar si repasamos su filmografía como director de arte: Star Wars, Indiana Jones, Battlestar Galactica… Larga vida al Hombre Lobo.

Karate Kid (1984)

Karate Kid es una de esas joyas del cine juvenil de los años 80. Daniel Larusso fue el que inspiró la conocida revolución del empollón: “Tú eres grande, fuerte y tienes pintas de matón; pero yo, amigo, sé hacer la patada de la grulla, cuidado”. La película forma parte de un compendio de películas que nunca obtuvieron el sobresaliente por parte de la crítica pero que, años después, aquellos niños espectadores las convertimos en obra de culto.

Hablamos de 1984, un año vital para nuestra imaginación: La Historia Interminable, Terminator, Indiana Jones y el Templo Maldito, Los Cazafantasmas, Pesadilla en Elm Street, Conan el destructor… ¿Ven el parecido entre todas estas historias? Todas crearon escuela. Todas tienen una musiquilla fácilmente reconocible. Todas definen a una generación. Todas tienen personajes carismáticos. Y todas, sin excepción, han caído en las redes del temido ‘remake’.

Después del desgarrador fracaso de Indiana Jones y la Calavera de Cristal y Terminator 4 (y la tercera, claro), las películas que quieren recuperar la creatividad de los 80 copiando a los 80 me dan pánico.

Ayer se publicaron las primeras imágenes de ‘The Karate Kid’ (estreno junio de 2010), en la que el hijo de Will Smith suplanta a Ralph Macchio como ‘Daniel Larusso’ (el nombre de la nueva aún lo desconocemos. No creo que le pegue el italiano al pequeño Príncipe de Bel Air), y Jackie Chan a Pat Morita en el papel del Señor Miyagi. Nunca osaría poner en duda la calidad del siempre estupendo Jackie Chan, sin embargo, auguro una película que ni siquiera rozará el carisma de la original. Insisto, no por los actores (el jovencito Smith ya nos enamoró con su papel de ‘En Busca de la Felicidad’), sino por un director cuyo sus mayores medallas han sido ‘La Pantera Rosa 2’ y ‘El agente Cody Banks’. Y cuidado con las comparaciones: John G. Avildsen, el director de la primera, ganó un Oscar por Rocky.

Ya, ya sé que Karate Kid es cine juvenil, para niños y demás pamplinas. Pero eso no quita que seamos muchos los que, cada vez que veamos un clásico de nuestra infancia destruido, lloremos. Que ya lo decía la copla: “Yo, nací en los ochenta y sobreviví gracia a la grulla de Karate Kid”.

Monstruos, avatares y otros zombies navideños

Se abre la veda, amigos. Diciembre es un mes tan amado como temido en el mundo del cine. Son 30 días para hacer caja, triunfar en taquilla y hacer uso de la mayor virtud de la gran pantalla: entretener. Antes de que nos comamos las uvas podremos ver el estreno de la película con la campaña publicitaria más larga en la historia del cine: Avatar. James Cameron, que con sólo un puñado de películas (Titanic, Aliens, Terminator, Mentiras arriesgadas) está entre los principales reyes Midas de Hollywood, vuelve con una aventura fantástica repleta de efectos especiales en 3D que ha tardado más de 10 años en escribir.

Si se dan un paseo por Internet, descubrirán que el trailer de la película les destripa toda la historia (¿por qué se hacen tan mal los trailers?) y que la blogosfera critica la absoluta falta de originalidad de Cameron a la hora de crear su nuevo mundo. Además, le auguran al director el mayor fracaso en la historia del marketing cinematográfico. Para ser sinceros, visualmente no ofrece nada que no hayamos visto ya en el mundo de los videojuegos. Las conclusiones, el 18 de diciembre.

El mismo día se estrena una de las películas más bellas del año: ‘Donde viven los Monstruos’. Cinta dirigida por Spike Jonze que adapta el cuento infantil de Maurice Sendak. El protagonista es Max, un niño que para escapar de su realidad crea un mundo poblado por criaturas entrañables. Muy recomendable.

El próximo viernes llega a las pantallas ‘Spanish Movie’, una de las comedias españolas más prometedoras de la temporada que parodiará los grandes momentos de nuestro cine. Sin duda, el talento de Joaquín Reyes (Muchachada Nui) es una seguridad en un guión que, a su vez, ridiculiza las ‘Scary Movie’ americanas.

Y, en Navidad, uno de los estrenos más esperados por el público amante del cine de serie B: ‘Zombieland’. Woody Harrelson y Jesse Eisenberg protagonizan una de las películas de zombies más originales hasta la fecha, avalada por la buena acogida tanto de público como de crítica en los Estados Unidos.

Muchos estrenos en diciembre, conforme lleguen a taquilla, los destripamos.

2012: El fin del mundo es tan aburrido

Tres horas después, la cinta sólo deja una posibilidad que puede contentar al espectador: Si realmente se acabara el mundo dentro de 3 años no tendríamos que ver mojones tan monumentales como 2012. Y es que, el único mérito de la última aventura de Roland Emmerich, director afanado en destruir el mundo (El día de Mañana, Independence Day), es unificar todos los tópicos de lo que científicamente se conoce como “americanada”.

Tranquilos, no les estropeo la película. Más que nada porque la historia, pese a la ironía, es bien conocida por todos: el fin del mundo. Pero además, esa historia tan manida de maremotos gigantes, terremotos puñeteros y explosiones que empujan al coche del protagonista por encima del acantilado no añade nada a sus antecedentes directas. Bueno sí, le añade una primera hora innecesaria de diálogos vacios que sólo sirven para crear un estado de ansiedad en el espectador que, obviamente, entró en la sala en busca de acción, entretenimiento y efectos especiales, y se encontró con un bodrio de las tres de la tarde.

Efectos que, por cierto, son la gran decepción de la película. En especial las escenas del coche huyendo por la ciudad. Lamentables.

Con un director cuyo mayor mérito es haber sido el que más personas ha matado en pantalla de la historia del cine -sí, por encima de Rambo IV, que ya es decir-, los actores tampoco se salvan. Incomprensible la carrera del protagonista de 2012, un John Cusack irreconocible que ha perdido el norte a la hora de elegir sus -escasos- papeles en cine y que interpreta a un escritor que ya había ficcionado la destrucción del planeta. Chiwetel Ejiofor, el ciéntifico que descubre que el mundo se está sobrecalentando, pone algo de carisma en pantalla y ánima a presagiar que, en proyectos bien realizados (como fue el caso de Serenity, de Josh Whedon), puede ser un actor muy versátil. Capítulo especial el de Woody Harrelson, lamentable parodia de sí mismo que sólo puede ser rebatida por su papel en la aún por estrenar en España ‘Zombieland’. La parte femenina la pone Amanda Peet; excelente trabajo en pantalla excepto cuando abre la boca.

El resto de actores son, en su mayoría, reconocidos en el mundo de la televisión. Algo que no es de extrañar porque, como ya ha anunciado Emmerich, el plan es crear ahora una serie para la tv que cuente lo que pasa después de la película.

Por si no les he convencido, insistiré: bazofia aburrida y sin sentido que pone el acento en unos efectos que ya están muy vistos. La historia, no aporta nada. Si quieren ver el fin del mundo, la elección está clara, al videoclub: ‘Deep Impact‘.

El efecto Malamadre

La voz de Luis Tosar (Malamadre) te aturde tanto como te atrae. El protagonista de Celda 211 es el maldito bastardo que nunca vimos con Tarantino. Es, al mismo tiempo, el héroe al que le confiarías tu vida y el cabrón que no dudaría en arrebatártela si fuera necesario. La película de Daniel Monzón (El Corazón del Guerrero, la Caja Kovak), es un asombroso ejercicio de talento delante y detrás de la cámara, una combinación de personajes carismáticos, guión latente y un diálogo maniqueo que abrirá fisuras entre la pantalla y el espectador: “¿Quién es bueno y quién es malo?”

La voz de Alberto Ammann (Calzones) empieza casi imperceptible y termina igualando el magnetismo de Tosar. Él es el funcionario que se queda encerrado durante la toma de la prisión por la tripulación de Mala Madre. Tosar y Ammann hacen un tándem equilibrado que dibuja a la perfección una balanza, la de la justicia, que va y viene en favor de nadie. Les acompañan Antonio Resines, Carlos Bardem y otro puñado de actores que culminan una película que, parece, sólo tiene una pega: No es americana.

El éxito de taquilla de Celda 211 es un orgullo para nuestro cine. Llegando a superar el Ágora de Amenábar, tiene que competir ahora con bazofias del calibre de Luna Nueva o 2012. La gran pregunta que se harán nada más salir de la sala será: ¿Cuánto tiempo tardará Hollywood en comprar los derechos y hacer su versión? Si Celda 211 se hubiera hecho en USA, Tosar sería el hombre de moda y Monzón su profeta. Aquí, pese a la seguridad del Goya, las taquillas hablan del fin del mundo y de vampiros amanerados. No perdamos el efecto Malamadre, creamos en el cine español.

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