Cuatro películas para el Día del Padre

He repasado los estrenos de los últimos meses y he seleccionado tres películas que bien merecerían un visionado hoy, 19 de marzo, día del padre: ‘Nebraska’, ‘De tal padre, tal hijo’, ’12 años de esclavitud’ y ‘El Mayordomo’. Hay otras, pero estas son las que yo buscaría en el videoclub.

Alexander Payne volvió a mostrarnos en ‘Nebraska‘ su obsesión como narrador: la herencia. Y lo hizo a través del sincero amor de un hijo hacia su padre y del respeto manifiesto a las mentiras que nos hacen más verdad. El patriarca de la familia Grant es el enorme Bruce Dern que, con una interpretación portentosa, nos invita a creer en una mentira que esconde una tremenda verdad: soy lo que fue mi padre y seré lo que será mi hijo.

Hirokazu Koreeda nos trajo en 2013 ‘De tal padre, tal hijo‘, magnífica lección vital sobre dos padres que descubren que sus hijos fueron intercambiados al nacer por un error administrativo. Les aseguro que si se ponen en la piel de su protagonista sufrirán por él. Es tal la empatía entre nosotros y los protagonistas que se hace imposible no hacerse las mismas preguntas: ¿cambiarías a tu hijo?, ¿soy buen padre?, ¿estarían mejor conmigo?, ¿con ellos? Un proceso traumático que, sin embargo, se recorre con una extraña sonrisa en la boca. Un hermoso encuentro entre el hombre que somos y el que queremos ser. Una preciosa lección sobre la paternidad y, por tanto, de la vida eterna. De la vida que importa, de la vida que hablan los maestros.

Por último, de una manera más forzada y quizás ajena, dos títulos de la idiosincracia de América que, bien leídos, describen el esfuerzo titánico de un padre: ‘El Mayordomo‘, de Lee Daniels, y ‘12 años de esclavitud‘, de Steve McQueen. Ambas, desde la contundente óptica de la ‘historia real’, dibujan con detallismo el sacrificio al que se somete un hombre y su tiempo.

PDT: ¿Crees que el cine define al padre?

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Oscar 2014, apuestas y críticas de las nominadas

La noche de los Oscar invita a jugar: ¿cuál será el mejor film?, ¿ganará Dicaprio el título a mejor actor?, ¿se hará una película de ciencia-ficción con la victoria?, ¿contaremos con una estatuilla española? Según las encuestas, el gran reto está entre ’12 años de esclavitud’ y ‘Gravity’, las dos favoritas por excelencia. Aunque, como siempre, hay lugar para las sorpresas.

Por si gustan de seguir la gala, esta madrugada, estaremos por Twitter (@jecabrero), comprobando los resultados de esta particular quiniela en la que he terminado optando por Jared Leto y no por Jonah Hill (ojalá me equivoque); y por ‘Frozen’ y no por ‘The Wind Rises’ (doble ojalá). Mañana comentamos los resultados:

(a saber: +, acierto; -, error)

+Mejor Película: ‘12 años de esclavitud’

-Mejor actor protagonista: Leonardo DiCaprio, ‘El lobo de Wall Street’

+Mejor actriz protagonista: Cate Blanchet, ‘Blue Jasmine’

+ Mejor actor de reparto: Jared Leto, ‘Dallas Buyers Club’

+Mejor actriz de reparto: Lupita Nyong’o, ‘12 años de esclavitud’

+Mejor película de animación: ‘Frozen’

+Mejor fotografía: ‘Gravity’

– Mejor diseño de vestuario: ‘La gran estafa americana’

+Mejor dirección: Alfonso Cuarón, Gravity

+Mejor documental: ‘20 Feet from Stardom’

+Mejor cortometraje documental: ‘The Lady in Number 6’

-Mejor montaje: ‘12 años de esclavitud’

+Mejor película de lengua extranjera: La Gran Belleza

+ Mejor maquillaje: ‘Dallas Buyers Club’

-Mejor banda sonora original: ‘Philomena’, Alexandre Desplat

-Mejor canción original: ‘Ordinary Love’, Mandela

-Mejor diseño de producción: ‘Gravity’

– Mejor cortometraje animado: ‘Get a Horse!’

-Mejor cortometraje de acción: ‘Aquel no era yo’

+Mejor edición de sonido: ‘Gravity’

+Mejor mezcla de sonido: ‘Gravity’

+Mejores efectos especiales: ‘Gravity’

+Mejor guión adaptado: ’12 años de esclavitud’

+Mejor guión original: ‘Her’, Spike Jonze

Iniciamos el repaso a las críticas de las películas nominadas a los Oscar 2014 que han pasado por Salto de Eje. El formato será siempre similar: título de la película en negrita, a continuación el primer párrafo de la crítica y, al final, entre paréntesis, el enlace a la crítica completa. Espero que disfruten del paseo:

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12 años de esclavitud

No importa el color, importa la piel. La piel del otro. Entender que una caricia y un latigazo producen el mismo efecto en todas las pieles. Que la piel es un vestido que envejece con nosotros y que, por tanto, somos esa misma piel, la nuestra y la de otros, todas las pieles al mismo tiempo. El frío escama la piel y el calor la vuelve pastel. Piel que construye piel, que hereda piel, que protege la piel y la constituye. Un roce de piel da la vida y otro la quita… (Sigue leyendo aquí)

“Atentos negros”, pronuncia una voz blanca. Han pasado diez segundos de película y ‘12 años de esclavitud‘ ya ha escrito su mensaje con claridad. Steve McQueen (‘Shame’), su director, nos trasviste en la piel de su protagonista, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), un negro libre que es secuestrado y forzado a vivir bajo el yugo del desprecio, lejos de su mujer e hijos, ajenos por completo a la desoladora vejación que asola el sur de Norteamérica… (Sigue leyendo aquí)

Gravity

El Universo se extiende por un límite invisible que nos empapa. Flotamos en una burbuja donde los maullidos de Schrödinger esperan un chispazo irrefrenable, un orgasmo físico y emocional que origine el principio de todas las historias. Parece mentira que en una quietud tan nimia, tan abrasadora, exista cualquier posibilidad. Ojos verdes, pelo rizado, sonrisa traviesa… (Sigue leyendo Gravity I)

Del precioso mosaico de imágenes inolvidables que ofrece ‘Gravity’, hay una que justifica toda la película, el único fotograma en el que el espacio exterior queda fuera de la composición: una ecografía de Sandra Bullock. ¿Por qué? Porque mientras estudiosos y críticos mordaces describen los grandes errores científicos del film (que si el pelo no tiene gravedad, que si el sonido de no sé qué, bla bla bla…), lo cierto es que Alfonso Cuarón nos invita a contemplar el mayor espectáculo del universo: el origen de la vida… (Sigue leyendo Gravity II)

La gran estafa americana

El idilio con la mentira nos hace humanos. No se fíen de alguien que afirma decir siempre la verdad porque esa será, matemáticamente, su gran mentira. Mentir es un curioso arte que une culpa y satisfacción. Mentimos para ganar el órdago a grandes en el mus, para ligar con la morena que baila en el centro de la pista y para triunfar en la entrevista de trabajo. Mentimos para huir de los errores, para olvidar el fracaso y para apilar cadáveres en el ascenso a la planta noble. Lo más bello de la mentira, sin embargo, es su caudal abierto de idas y venidas: engañas fuera y engañas dentro. Creer en las mentiras que creamos, una certeza perfecta… (Sigue leyendo sobre la gran estafa)

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Nebraska

Lo extraordinario del ser humano es su omnipotente capacidad para convertir las mentiras en prólogos de la verdad. Es cuestión de creer, de mutar la mirada y afinar el oído, de llevar la contraria con suficiente consistencia, para que el cielo sea naranja o el universo una burbuja diminuta. Alexander Payne (‘Los descendientes’, ‘Entre copas’) sigue profundizando en su gran obsesión como narrador: la herencia. Y lo hace a través del sincero amor de un hijo hacia su padre y del respeto manifiesto a las mentiras que nos hacen más verdad… (Sigue leyendo sobre Nebraska)

Capitán Phillips

Eres el mismo hombre de siempre hasta que el mundo te pide lo contrario y descubres que eras mucho más. O menos. Nadie sabe cómo reaccionaría ante un terremoto o un atraco al banco. Supongo que nos imaginamos haciendo lo que se debe, controlando las emociones, tomando decisiones acertadas para salvar el día. ‘Capitán Phillips‘ es un intenso vuelco a la rutina, un películón que agarra las entrañas del espectador y las aprieta cada vez más. Cada vez un poco más. Sin miramientos… (Sigue leyendo sobre Phillips)

El lobo de Wall Street

¿Y si el tipo que se fuma el puro no es una jodida broma? No sé, salimos a la calle o encendemos la televisión y ahí están: los que se fuman el puro. Esos que un día se sentaron en el sillón de su jefe, se quitaron las rodilleras, y empezaron a ser considerados por la sociedad. Un hombre hecho a sí mismo, decíamos. Un ejemplo de que la constancia y el trabajo dan sus frutos, ¡el éxito de un sistema!, subrayábamos. Y mirábamos hacía arriba, a lo alto de la pirámide, y allí estaban ellos, sentados sobre tronos de oro fumándose un puro. Líderes… (Sigue leyendo sobre lobos y bromas)

Es el tríptico con el que Martin Scorsese pinta a la sociedad del consumo, del dinero; a la misma sociedad que terminará, inevitablemente, enfangada en la crisis económica actual. Esta oda a la depravación funciona como una droga que se inyecta por los ojos, a través de la pantalla, de efecto inmediato: risas, nerviosismo, superpoderes inútiles, excitación. Pero como toda droga, el precio de su consumo es muy elevado y una vez que se ingiere, no puedes abandonar el viaje… (Más sobre el viaje de Jordan)

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Her

De repente, un par de ojos no son suficientes para ver lo que hay en el mundo. Salimos a comer y el plato de espaguetis pide una fotografía en Instagram, un compartido en Facebook, un tuit con la etiqueta #vida y una canción que confiese lo que sentimos en este momento… (Más, suyo. De ella)

No se han contado todas las historias de amor. Existen romances que van más allá de las flores, la declaración shakesperiana y el beso final con música ascendente. ‘Her’, de Spike Jonze (’Donde viven los monstruos’), es un arriesgado relato situado en un futuro cercano -o un presente alternativo- en el que la tecnología permite construir, a partir de un sistema operativo, una persona virtual. Aparatos que, enganchados en nuestra oreja, aprenden a hablar, reír, cantar, recordar… y amar, claro… (El romance de Her)

Agosto

La familia es un imán que no distingue polos: todo se adhiere con facilidad y despegar algo es un trauma. Es curioso cómo miramos con distancia a las familias que aparecen en la pantalla, poniendo tierra de por medio y zanjando con un gesto de la mano que eso, lo de la película, es ficción y no realidad. Me pregunto cuántas veces la pantalla actuará como un espejo. Porque, a ver, que levante la mano el que no tenga anécdotas graciosas en su casa; el que no haya vivido una tragedia absoluta, una cita embarazosa, un desatino entre clanes, un comentario que quedó grabado en las anales de la humanidad… Qué sé yo, eso son las familias, ¿no? (Más sobre Agosto)

Blue Jasmime

Ella lo tenía todo. Las joyas de su cuello brillaban con la prepotencia del que se sabe ganador. Su risa, parte de una horrible y aguda coreografía de hienas. El dinero en el banco brotaba como palomitas de maíz; y el glamour, las fiestas y los martinis con florituras de limón eran las horas extra de un trabajo fresco en verano y cálido en invierno: el placer. A su alrededor, el mundo sacaba músculo para sobrevivir mientras ella gastaba miles de euros en bolsos extravagantes y casas lujosas. Su arte era la mentira, la apariencia y la cuchillada. El lastre del resto. La rémora de todos. Un negocio por encima de nuestras posibilidades. Ella lo tenía todo y lo perdió todo. Cate Blanchet (‘El aviador’) la interpreta y ella es la crisis. Ella es ‘Blue Jasmine’… (Más sobre Cate Blanchet y Blue)

Los Croods

‘Los Croods’, qué bonita manera de decir que somos el reflejo de nuestro propio arte. Y qué manera de hacer arte. La animación tiene el poder de transformar sesudas explicaciones científicas en sencillos conceptos visuales que calan en lo más profundo del ser. ¿O acaso creen que las pinturas rupestres de Altamira son solo un entretenimiento infantil? Yo imagino al niño fascinado escuchando al anciano de la tribu contar cómo cazó un bisonte con sus propias manos mientras señala los contornos rojos que, por arte de magia, brotan de sus dedos sobre la piedra. Y al lado del zagal, una madre prehistórica subrayando la explicación: “eso es la vida”… (los entrañables Croods)

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Frozen

Frozen, el Reino de Hielo‘ trata de lo que sucede alrededor de Olaf, un carismático y divertidísimo muñeco de nieve nacido de la magia, que sueña con disfrutar del verano. Un pequeño dilema filosófico que tiene más encanto, chispa, humor, cariño, trascendencia, ternura y genialidad que el resto de la película de Disney. Olaf se merece un film para él solito. Se merece que el resto de príncipes, princesas y demás tópicos deseosos del amor verdadero ocupen el papel de secundarios y él, rey entre reyes, lidere la que debería haber sido su película: ‘Frozen, el Reino de Olaf’… (Sobre Frozen)

Get a Horse!

Las películas de animación ‘made in USA’ no aciertan siempre. Tras una época dorada –el reinado de Pixar– donde todo era imaginación, esplendor y riesgo (‘Wall-e’, ‘Up’, ‘Buscando a Nemo’, ‘Los Increíbles’, ‘Ratatouille’, ‘Toy Story 3’, ‘Monsturos S.A.’), las ideas empiezan a flaquear y las salas se llenan de ‘quiero y no puedo’ como ‘Brave’, ‘Turbo’ o, por supuesto, ‘Frozen: El reino del Hielo’. Sin embargo, hay una cosa que no falla nunca. Siempre es un acierto, un logro de la creatividad: los cortos previos… (Mejor el corto que la película)

A propósito de Llewyn Davis

El día que te sientas en el váter y sientes que tu vida reside una taza más abajo. El mismo día en que todas las palabras del mundo se ordenan para formar una única pregunta: ¿Qué haces? Ese día es el día en el que todo se desmorona. Y lo hace a un ritmo pausado pero constante, como si cada vez que pensaras en una de las partes que componen tu esencia le lanzaras una bomba atómica y desapareciera de la faz de La Tierra. Pero no de tus recuerdos. Porque todo reside en la taza de abajo y nada casa con la respuesta que nace, instintiva, a la pregunta. Que qué haces, insistes… (Más, sobre la música)

Prisioneros

¿Qué puede más, la persistencia o la tenacidad? ¿La fe ciega e incorruptible o la pulcritud científica? ¿El poder irracional de creer en un designio mayor o la seguridad férrea de la sagacidad y los hechos? ‘Prisioneros’ es un thriller de distancias cortas, perfecto en su forma y ensordecedor en su fondo, que pivota sobre dos ideas maravillosamente retratadas por Hugh Jackman (‘Los Miserables’) y Jake Gyllenhaal (‘Código Fuente’). La presentación de ambos protagonistas, en los cinco primeros minutos, es excepcional: Jackman reza un padre nuestro antes de disparar a un ciervo y Gyllenhaal bromea sobre el horóscopo chino con una camarera. Sus destinos están a punto de cruzarse… (Sobre la genial Prisioneros)

La Caza

El problema de las mentiras bien contadas es que pueden disfrazarse de verdad; generar dudas, desconfianza y obsesión. Una suerte de teléfono escacharrado que transmite mensajes aliñados por una percepción sugestionada. Un estúpido y pequeño detalle de la vida cotidiana puede terminar en una fuerte discusión sin sentido. Porque así somos, prejuiciosos y sibilinos, dispuestos a sentenciar al otro, al que dicen que es culpable, antes de iniciar el juicio. Las malditas apariencias. El jodido orgullo… (Sigue leyendo)

Film Review The Book Thief

La ladrona de libros

Escribe. El imperativo de ‘La ladrona de libros’ robará una sonrisa cómplice a todos los que, un día, aprendieron a leer y desearon unirse a las filas del ejército de la narración. Ese pequeño -y reservado- guiño es, quizás, el gran clímax de una película que mantiene durante dos horas una promesa de emoción que nunca llega a culminar… (Sobre la ladrona)

Al encuentro de Mr. Banks

Antes de que sea consciente, la música ya habrá puesto palabras en su boca, en silencio, de manera automática, como si recitara una oración de memoria: «Viento del este y niebla gris anuncian que viene lo que ha de venir. No me imagino qué irá a suceder, más lo que ahora pase ya pasó otra vez».  ‘Al encuentro de Mr. Banks’ utiliza la magia de ‘Mary Poppins’ para narrar dos historias paralelas: la infancia de Pamela L. Travers (Emma Thompson, ‘La niñera mágica’), autora de las novelas originales; y el periplo de Walt Disney (Tom Hanks, ‘Forrest Gump’) a lo largo de veinte años para conseguir los derechos y rodar la emblemática película… (Sigue leyendo)

Mandela, del mito al hombre

Nelson, el hombre que estudió, trabajó, amó y erró como cualquier otro hombre, murió. Mandela, el mito que revolucionó el mundo y puso paz donde solo podía haber violencia, vivirá para siempre. Su firma ya está anclada en la Historia de la Humanidad como uno de esos estanques que sostienen la travesía por el desierto. Una inspiración que espoleará, por los años venideros, a todo tipo de artistas que harán suyo el arrebatador discurso de Madiba… (Sigue leyendo)

El Hobbit: la desolación de Smaug

Es terriblemente fácil -y justo- ser cruel con ‘El Hobbit: la desolación de Smaug’. Peter Jackson estira la historia sin necesidad, por un afán recaudatorio más que evidente: reinventa personajes, escenas y subtramas a su antojo para convertir a su nueva trilogía en algo tan ‘imponente’ y ‘relevante’ como ‘El Señor de los Anillos’. El problema es que el esqueleto, el origen indudable de la narración, es un cuento para niños. Una historia noble y sonriente, en la que un ser mediano viaja por el mundo en busca de aventuras, acompañado de una tropa de entrañables enanos y un mago prodigioso. Si Jackson hubiera respetado ese espíritu y no se hubiera obcecado en crear una oscura precuela, estaríamos ante una película, no tres, de gran entretenimiento y factura impecable… (sobre el chicle estirado)

El único superviviente

Una cabra se cruza en tu camino y toca morir por la patria. ‘El único superviviente’ tiene tanto de canto y honra a los soldados caídos en la batalla, como de reconfortante bofetada a los sinsentidos de la guerra. Es el terrible poder del cine bélico, quizás el género que mejor represente la incomprensible dualidad del ser humano y su innata tendencia por la contradicción. La película de Peter Berg se construye alrededor de una pequeña y minuciosa escena en la que reina la ironía: quitar una vida para salvar muchas; salvar una vida para perder muchas más… (Sigue leyendo)

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Iron Man 3

Amigos del cómic, de las personas con grandes responsabilidades, del hype mañanero y del ansia viva por una escena que llevas años esperando: ‘Iron Man 3’ es lo que esperáis. Altas dosis de entretenimiento visual, chistes oportunos de Robert ‘Tony Stark’ Downey Jr., guiños a otros marvelitas por doquier, una acertada y adrenalítica hora final y un hermoso teatrico tras los títulos de crédito. Partiendo de este mínimo básico que debería ser suficiente para establecer la línea divisoria entre el ‘me gusta’ y el ‘¿otra de superhéroes?’, hablemos de la película de Shane Black (‘Arma Letal’), sus problemas y sus aciertos… (Más sobre Tony Stark)

El llanero solitario

Johnny Depp juega al Capitán Jack Sparrow disfrazado del indio Toro. Sí, ¿y qué? Superado el trauma, hablemos de ‘El llanero solitario’. Hay nueve minutos y cincuenta y dos segundos que justifican la entrada: Gore Verbinsky y Hans Zimmer dibujan un maravilloso canto al juego infantil, al Oeste de indios y vaqueros, a las obras de retablillos y marionetas y al espectáculo visual tal y como sucede en la mente del niño. La escena, inolvidable, reinventa el clásico rescate de un tren robado por unos despiadados bandidos entrelazando lo viejo y lo nuevo, la Obertura de Guillermo Tell y la épica de Zimmer, el ingenuo antifaz del héroe de la radio de 1933 y la magia del cine digital, ochenta años después. Nueve minutos y cincuenta y dos segundos preciosos. Y no es lo único que se salva. De hecho, déjenme que les confiese: me ha gustado la película… (¡Vamos Silver!)

Star Trek: En la Oscuridad

Cuándo volveremos a jugar al espacio. Cuándo. Cuándo volveremos a pilotar la Enterprise, a recorrer planetas imposibles, a llegar con audacia donde ningún otro hombre ha llegado jamás. La pantalla en blanco y yo aún anclado a la butaca, tarareando la maravillosa melodía de Giacchino, saboreando la aventura. Es bien entrada la madrugada y tengo cuerpo de sábado por la mañana haciendo ventosa en los dibujos animados. Como Spock, intento buscar un idea lógica para justificar las sensaciones. No puedo. No es lógica, no es ciencia, no es algo objetivo. Y me sorprendo repitiendo la misma pregunta: ¿cuándo? Abandono la nave, la sala, y sonrío: “pero qué bien me lo he pasado, cojones”… (Sigue leyendo con audacia)

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Lo que nos dicen los Globos de Oro

El premio que más me interesa es el de guión. Es una cuestión personal, entiendo que los de actores, director y película son más llamativos –más comerciales– , pero la categoría de guión es la que suele encumbrar a cintas que lo apuestan todo a la escritura, a la historia, y esas serán siempre mis favoritas. Si repasan los premios a guión de los últimos años verán que ganan películas con menos promoción pero con tanto calado que, a la larga, permanecen en el imaginario colectivo. Es como si el tiempo las hiciera mejores, cada año más queridas; algo que no sucede siempre con las grandes victoriosas.

Entenderán que el Globo de Oro a mejor guión para ‘Her’, de Spike Jonze (‘Donde viven los monstruos’), no haya hecho más que incrementar mi deseo irrefrenable de pagar mi entrada y bucear en la poderosa narrativa de su director. Uno de esos directores (con Wes Anderson, entre otros) que despiertan, siempre, mi más sincera curiosidad.

Dicho lo cual, la única seguridad que nos dejan los ‘Globos de Oro’ con respecto a los Oscars es que no hay ninguna favorita. Toda quiniela es posible: ‘Gravity’, ‘12 años de esclavitud’ y ‘La gran estafa americana’ pueden llevárselo todo o quedarse con las manos vacías. O repartirse el pastel, quién sabe. Y en los premios interpretativos, más de lo mismo, con la excepción de Cate Blanchett que, creo, no tiene rival este año.

El único galardón que este año no solo era indudable, sino que de no haber sido así hubiera puesto en cuarentena cualquier credibilidad de los Globos de Oro, era televisivo: ‘Breaking Bad’, mejor drama. Menos mal que Bryan Cranston se ha llevado la merecidísima estatua a mejor intérprete, porque lo de no premiar a Aaron Paul… En fin.

Qué buena época esta para ir al cine, ¿verdad? Vienen estrenos muy interesantes.

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12 años de esclavitud (y II), cine mayúsculo

“Atentos negros”, pronuncia una voz blanca. Han pasado diez segundos de película y ‘12 años de esclavitud‘ ya ha escrito su mensaje con claridad. Steve McQueen (‘Shame’), su director, nos trasviste en la piel de su protagonista, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), un negro libre que es secuestrado y forzado a vivir bajo el yugo del desprecio, lejos de su mujer e hijos, ajenos por completo a la desoladora vejación que asola el sur de Norteamérica.

’12 años de esclavitud’ es una maravilla cinematográfica que maneja y se recrea en los hilos de la narración audiovisual como el mejor de los bardos. La complejidad y profundidad de su guión, tan esperanzador como amargo, hace justicia al talentoso uso de la cámara: fotografías latentes de un discurso humano embriagador, coloristas e íntimas, capaces de dibujar el espíritu de cada uno de los personajes al ritmo de silencios, músicas y voces -sobre todo voces- que dotan a la película de una riquísima variedad de lecturas. Quiero decir, perdonen los retruécanos, que es bella. Jodidamente bella.

Y lo es, también, por el compromiso más que evidente de los actores y actrices que glorifican el término interpretación. Encarnaciones en pantalla de pecados y virtudes, de complejas contradicciones dolorosamente reconocibles en uno mismo: indiferencia, engreimiento, egoísmo, riqueza, pobreza, odio, ignorancia, perdón, cambio, venganza… El sublime trabajo interpretativo es de ovación; cada uno de los personajes, de los actores, merece un desglose pormenorizado, una lectura sosegada y fantástica (tal vez lo haga).

Pero queda, sin duda, una mención especial para Ejiofor, espléndido, y para Michael Fassbender, tirano que tardarán días en borrar de su memoria. Y, personalmente, considero que Paul Dano borda a esa especie de prólogo del dictador que está por venir (su escena cantando es brutal). Al igual que Sarah Paulson, Benedict Cumberbatch, Lupita Nyong’o y Brad Pitt.

’12 años de esclavitud’ es una de esas películas que asustan a algunos espectadores por parecer demasiado profundas y poéticas. Intensas para una tarde del fin de semana. Sí, lo es. Es profunda, poética e intensa. Pero, les advierto, que también es muy entretenida. Un drama épico del que presumirán al salir de la sala. Es una gozada cinematográfica. Todo un cambio de piel.

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12 años de esclavitud, el miedo

No importa el color, importa la piel. La piel del otro. Entender que una caricia y un latigazo producen el mismo efecto en todas las pieles. Que la piel es un vestido que envejece con nosotros y que, por tanto, somos esa misma piel, la nuestra y la de otros, todas las pieles al mismo tiempo. El frío escama la piel y el calor la vuelve pastel. Piel que construye piel, que hereda piel, que protege la piel y la constituye. Un roce de piel da la vida y otro la quita.

Ayer pasé ‘12 años de esclavitud‘ (Steve McQueen) y mi piel -la mía, la suya y la nuestra- se puso oscura. Negra. La primera frase, “atentos negros”, iba dirigida a mí, a nuestra piel, porque todos somos tan negros y tan blancos como queramos ser. Una orden que esclavizó mi piel durante casi tres horas y una vida y que ahora, tecleando letras como si cantara lamentos mientras recojo algodón en un terrible campo de concentración (“fluye, Jordán, fluye”), asimilo a pequeños sorbos: fue verdad.

Qué miedo, joder, pensar en las películas que harán de nosotros dentro de cien años. Esos espectadores atónitos ante las barbaries que permitíamos, que veíamos a nuestro alrededor, y contra las que no hicimos nada. Nada. Pienso en pateras, en pisos de inquilinos hacinados, en hogares obligados al éxodo, en países en guerra a los que no prestamos atención, en empresas que basan su éxito en la explotación y que, sin embargo, seguimos consumiendo. El precio del suelo, los empleos humillantes, la desfachatez política, la educación fraccionada, la cultura humillada, el desprecio a las artes…

Guiones de películas que se estrenarán en cien años y que nosotros, protagonistas de pieles distintas pero similares, justificaremos con razonamientos divinos, legales y contractuales. Pero las verdades universales, esas que cruzan la piedra, el oro y el pixel, son constantes como una función matemática. Eternas.

No necesitamos ponernos en la piel del otro, es nuestra propia piel. Es sólo que somos demasiado estúpidos para darnos cuenta del daño que nos infligimos. Ahora, dejen que les cuente por qué ’12 años de esclavitud’ es una maravilla cinematográfica indispensable. Tan bella y tan desgarradora como la misma piel.

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