Descubrir que detrás del personaje sigue existiendo la persona. Y, como tal, sus ambiciones, sus sueños… Su vocación más honesta, sincera y poderosa. Andreu Buenafuente y su equipo me han alegrado muchas madrugadas gracias a una televisión inteligente que apela a la mágica y noble función de entretener. Hace años, tras ver ‘Hazme reír’ (Judd Apatow, 2009), imaginé esa misma película protagonizada por Buenafuente y Berto Romero. La vida de dos cómicos al otro lado del guión, ¿se imaginan?
El año pasado, cuando Buenafuente se quedó sin programa, recibió un email enviado desde Argentina, «desde el culo del mundo». El presentador, en plena crisis vocacional, decidió cargarse la mochila e iniciar un viaje tan físico como espiritual. Un camino que le llevará a reunirse con viejos amigos de profesión y con la mayor inspiración de su vida: su familia. Y de paso, rodar un documental: ‘El culo del mundo‘.
No, tranquilos, no es una versión española de la película de Julia Roberts en la India. Buenafuente se desnuda, metafóricamente, para que entendamos el origen de la risa. El origen de la inquietud que ha guiado su vida y la angustia del fracaso. No deja de ser curioso que, pese al éxito o la fama o el dinero, resulte sencillo empatizar con Andreu. En poco más de una hora de documental descubrimos a un hombre feliz, triste, amargado, convencido, destruido y reinventado. Un hombre contradictorio, como usted y como yo, que solo refleja su verdad a través de los ojos del otro: Corbacho, Santiago Segura, Carlos Areces, Wyoming, Jordi Évole… Y por supuesto Silvia Abril, su pareja y madre de su hija.
La sonrisa innata de Silvia cumple la máxima humana: ella es la gran mujer a la sombra de la fama de Buenafuente. Es la tela de araña que vela por la eficacia del circo, lo unifica, y protege al funambulista de caer de las alturas.
‘El culo del mundo’ es un documental que describe un momento muy particular para hablar de una lucha universal: la vocación.