Hace dos años y medio salí del cine convencido de que la experiencia es un grado. Demonios, Bruce Willis y John Malkovich me hipnotizaron con su jubilada y traviesa versión de agentes secretos, en plan ‘Arma Letal’. ‘Red’ fue genial. Lo es, de hecho. Ahora bien. ‘Red 2’. Permitan que me cargue el misterio: es un desastre. Un tedio. El jugo sobrante de una agria naranja ya exprimida. Un «vamos a ver qué pasa», un «saquemos dinero a estos incautos», un «dejad que el perro escriba el guión». Un, en definitiva, «el demonio sabrá más por viejo que por demonio…pero sigue siendo un demonio».
Frank y Marvin (Willis y Malkovich) se encuentran en un centro comercial. Y, bueno, parece que el gobierno va a por ellos por una misión en la que estuvieron implicados hace varias décadas, en Rusia. Sin saber muy por qué, empiezan a viajar por todo el mundo espoleados por una trama incomprensible, acompañados esporádicamente por Victoria (Hellen Mirren), Bailey (Anthony Hopkins), Han Cho Bai (Byung-hun Lee) y Katja (Catherine Zeta-Jones… sí, hace de rusa).
Es cierto que el éxito de ‘Red’ fue la ausencia absoluta de expectativas, algo que allanó el camino y facilitó la inmersión del espectador. En el caso de esta segunda entrega, confesaré que esperaba algo más de su director, Dean Parisot, con el que me encariñé hace tiempo gracias a su ‘Héroes fuera de órbita’ (1999), la mejor parodia de Star Trek y las óperas espaciales. También confiaba en, como mínimo, disfrutar de ese magnetismo que derrochan Willis y Malkovich como pareja de baile. Pero nada. Nada de nada.
Con una música sacada de la librería de efectos del ‘Plug and Play’ (sólo algunos recordarán esta maravilla para crear tus propios videojuegos), ‘Red 2’ deja los minutos pasar sin ningún objetivo. Falla como entretenimiento y como secuela digna del nombre. Es un bochorno en el que, quizás, se salve algo la elegancia de Hopkins. El resto, merece una jubilación anticipada.