Si alguna vez fueron niños y soñaron con volar, sabrán a lo que me refiero. Superman era un tipo asquerosamente perfecto y Batman, un rico con iniciativa. Spiderman, sin embargo, vivía con sus tíos en una humilde casa de barrio mientras soportaba las risas de los grandes héroes de su instituto: deportistas, guaperas y demás farfolla musculada. El Asombroso Hombre Araña fue siempre, pese a sus innumerables puntos débiles, fracasos, pérdidas e imperfecciones, el ejemplo a seguir.
La primera llegada al cine del héroe más carismático del cine fue un éxito considerable. Sam Raimi supo darle a Tobey Maguire las herramientas necesarias para que no defraudar a los fans del cómic. Y, pese a que el actor supo estar a la altura, su sucesor ha conseguido algo impagable: emocionar. Andrew Garfield -que ya nos encantó en ‘La Red Social’- desnudó su alma friki de la única manera que un superhéroe puede hacerlo: quitándose la máscara.
El joven Garfield apareció en la ‘San Diego Comic-Con’ (el evento por excelencia) ataviado con un cutre disfraz del trepamuros. Se subió al escenario ante la atónita mirada de miles y miles de frikis venidos de todo el planeta -me consta que incluso de Granada- y se quitó la máscara al más puro estilo “yo soy Spiderman” que pudimos ver hace poco en los cómics. Y, con la humildad de un primerizo, leyó una carta personal: “Stan Lee dice que la razón por la que todo el mundo ama a Spiderman es porque todos nos sentimos identificados con él, y estoy de acuerdo. Yo descubrí a Spiderman cuando era un niño y me dio esperanza. Desde el primer cómic que leí, vive en mí y en todos los fans flacuchos como yo… Soñar con ser él, con disfrutar de esa sensación de volar… Él me hizo más fuerte. Me descubrió que hacer lo correcto vale la pena. Y por eso decidí presentarme delante de todos vosotros, nervioso, con un traje que me he hecho yo mismo. No puedo decir con palabras lo que significa para mí interpretar a Spiderman. Creedme: él salvó mi vida y, todo esto, es increíble”.
Es la primera vez que me creo que un actor ha leído un cómic. El discurso es, sin duda, la mejor promoción para el film de Marc Webb. La identidad secreta de Spiderman es Peter Parker y, de repente, la de Parker es Andrew Garfield. Y parece que siempre fue así.