Los Perdedores

El gran problema de ‘Los Mercenarios’ fue que desaprovechó todo el carisma de sus protagonistas con una historia excesivamente nimia. Está claro que nadie le pide a una película de acción un trasfondo inspirado en la obra de Dostoievsky, pero los aficionados al género hubiéramos agradecido un pelín más de chispa en el guión, en los diálogos y en el desarrollo de los secundarios. ¿Qué esperaba yo, entonces? Algo parecido a lo que vi en ‘Los Perdedores’.

Sylvain White dirige la versión cinematográfica del cómic ‘The Losers’ (publicado por DC Vértigo), una cinta que en Estados Unidos cosechó cierto grado de interés y que en España ha sido estrenada directamente en DVD/Blu-ray. Ya saben. Y eso que entre los actores protagonistas tenemos a gente muy de moda: la bellísima Zoe Saldana (‘Avatar’, ‘Star Trek’), el futuro Capitán América Chris Evans, el ascendente Idris Elba (‘The Wire’, ‘Thor’) o el españolísimo Óscar Jaenada (que, por cierto, también aparecerá en ‘Piratas del Caribe 4’, que la sombra de Pe es alargada).

‘Los Perdedores’ es la mezcla exacta entre ‘El Equipo A’ y ‘Los Mercenarios’. A saber: un grupo de militares más habilidosos que McGyver en el garaje de Fernando Alonso son traicionados durante una misión en Bolivia. Convertidos en fugitivos, comienzan la persecución del malo de turno -rico, fanfarrón y poderoso- en pos de una venganza explosiva y un final de infarto.

Lo que viene siendo una película de acción de las de toda la vida; muy divertida, la verdad. La sola idea de imaginar a los amigos de Sylvester Stallone protagonizando esta película erizará los vellos de los adictos a la adrenalina.

Narices gordas

Una de mis primeras pasiones fue el dibujo. Cuando descubrí que no se me daba mal del todo, me pasaba las horas muertas creando todo tipo de personajes. Influido por el maravilloso mundo del TBO, me divertía pintando enormes narices sujetando unos ojos que saltaban por encima de sus cuencas, la mandíbula desencajada y una lengua que caía en escalera.

Leer tebeos de Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Pepe Gotera y Otilio, 13 Rue del Percebe… Era una especie de religión fascinante. Esos embrollos en los que en los que todos los protagonistas se metían eran inspiradores. Despertaban al travieso que llevamos dentro y te invitaban a salir a la calle para buscar nuevas pillerías.

El cómic español es muy característico. Y, creo, no está subido al altar que se merece. Hace poco, de hecho, un amigo contaba la anécdota de que en el baño de su casa, junto al váter, tienen una librería con decenas de tomos de ‘Superhumor’ para sus ratos de ‘asueto’, ya saben.

Orgullo Friki

La historia de hoy sucedió cuando los Walkmans eran un invento del futuro y Tenessee, un grupo de referencia en el panorama musical. Paseaba con mi hermano mayor hacia Flash, la que por aquel entonces era ‘la’ tienda de cómics de Granada. Ninguno de los dos, acordes a nuestras tempranas edades, éramos el portento físico que somos ahora. Así que, cuando el tipo de la bicicleta se nos acercó para exigir la tarifa de “veinte duros”, la opción ‘batalla campal’ no nos ponía en el puesto de favoritos.

Recuerdo a aquel hijo de puta como si tuviera su fotografía colgada en la pared. Postró su bicicleta roja delante de nosotros, impidiéndonos el paso. Era moreno, con el pelo corto y tenía la lengua rasgada. Al principio, intentó ser simpático: “Anda, el dinero”. Pero al ver que nos empecinamos en la negativa, optó por ser agresivo. Entonces fue cuando dobló la lengua fuera de la boca y mostró aquellas desagradables llagas, mientras amenazaba con el puño levantado.

Inspirado por otros Hidalgos mata gigantes y una década de vida regada con superhéroes de cómic, opté por hacer lo que luego, años más tarde, más consciente, no sería capaz de repetir: “¡Que te vayas a la mierda!” Grité y empujé la bicicleta de aquél desgraciado imberbe que nos había estropeado la tarde. Quiso la casualidad que, justo cuando el mamón cargaba el brazo para iniciar su venganza, pasara por su espalda un adulto que le llamó por su nombre. El soplapollas, al ver que había sido descubierto por un conocido, sonrió a su colega, se despidió amablemente de nosotros, como si fuéramos sus primos, se subió a la bicicleta y huyó.

Lo injusto del mundo real no es que no existan los superhéroes. Es que sí lo hagan los villanos. El planeta está infestado por imbéciles sin escrúpulos que cuentan con medios sobrehumanos para llevar sus vilezas a la calle. Es como el anormal que le dio una paliza a la joven inmigrante del tren de Barcelona, hace poco más de un año. ¡Nadie hizo nada! Y eso no es justo.

Cada día, un nuevo tipo con llagas en la lengua cruza su bicicleta delante de un indefenso. La pregunta es, ¿por qué soñamos con convertirnos en Paris Hilton o David Bisbal y no en Spiderman? Este fue el primer recuerdo que despertó ‘Kick-Ass’ (Matthew Vaughn, ‘Stardust’), una película que versiona al cómic del mismo nombre y que se estrena oficialmente el 4 de junio (el pasado fin de semana hubo preestreno en varios cines españoles). Un recuerdo perfecto para el día del orgullo friki.

CómiCine

El cine, hastiado de fuentes de originalidad, lleva una buena temporada succionando protagonistas del mundo del cómic. Me he puesto a pensar en la cantidad de películas de héroes del papel que cogen volumen en la gran pantalla y, les aseguro, he tenido que parar porque perdía la cuenta. La última es que Harrison Ford y Daniel Craig (Indiana Jones y James Bond, que tiene su gracia) protagonizarán ‘Aliens & Cowboys’, que nos cuenta cómo afrontarían los vaqueros del viejo oeste americano una invasión extraterrestre. Estará dirigida por Jon Favreau que es, claro, la cabeza pensante de la saga de Iron Man, a punto de estrenar su segunda parte.

Las películas de Iron Man y Hulk entran dentro de un ambicioso proyecto de Marvel que culmirá con una película que unificará a su grupo más representativo de héroes, ‘Los Vengadores’. Entran en escena ‘Thor’, dirigida por Kenneth Branagh con un espectacular reparto que incluye a Natalie Portman -¿qué más queremos?-, y ‘El Capitán América’, que protagonizará el insulso Chris Evans (la Antorcha Humana de ‘Los Cuatro Fantásticos’).

El otro gran grupo de héroes de Marvel, los mutantes de Xavier, ya prepara la segunda parte de ‘Lobezno’ y una nueva saga ‘X-Men: First Class’, un capítulo más adolescente. Tan adolescente como será la cuarta parte de Spiderman, centrada en la vida de Peter Parker en el instituto y lo malo que es no ser popular. Y, en un instituto se conocen los protagonistas de ‘The Runaways’, uno de los cómics de más éxito de los últimos años en el que un grupo de jóvenes descubre que sus padres son, en realidad, unos supervillanos.

Porque, ¿quién no ha soñado con tener poderes y luchar contra el mal? Es el caso de ‘Kick-Ass’, otra adaptación de una novela gráfica algo más indie pero tremendamente divertida. Indie es, sin duda, ‘Scott Pilgrim’, un héroe que toca la guitarra y lucha contra sus enemigos como en un videojuego, a lo Street Fighter.

Quedan en el tintero Green Lantern, el remake de ‘Toxic Avenger’, la versión Warner del ánime Bleach, el -atención, atención- reestreno en versión 3D de 300… ¿Es un pájaro, un avión? No, es otro cómic en el cine.

Lex Luthor

Superman representa al líder perfecto. Al parabólico ser de cinco talentos que además los aprovecha al máximo. Vuela sobre nuestras cabezas para poder vigilarnos a todos. Tiene la fuerza de mil astros y la resistencia de lo irrompible. Puede ver lo que se esconde tras los muros del ser humano, derretir las barreras con una sola mirada y de un leve soplido dejaría en la calle a los tres cerditos y a su descendencia. Sin embargo, su capacidad no se ciñe a los límites de lo físico, pues no hay nada por encima de la justicia, elige proteger al débil, cobija al moribundo, no hace distinciones por cuestiones de raza o sexo… Es perfecto. Simple y asquerosamente perfecto.

¿Qué hubiera sido del mundo sin Superman? ¿Y si nunca hubiera existido? Yo tengo una teoría: Lex Luthor hubiera sido el héroe. El calvo sin excentricidades físicas es el prototipo de hombre del renacimiento. Un creativo intelecto capaz de transformar el carbón en oro. Luthor representa lo que, centurias atrás, conocimos como Leonardo, Miguel Ángel, Galileo, Bruneleschi, Goya, Shakespeare, Cervantes, Beethoven, Mozart, Lumiere, Darwin… y tantos otros poderosos que se valieron del intelecto para convertirse en héroes venciendo a la perfección. El hombre como centro de la vida, capaz de crear belleza y destruir la ignorancia: Lex Luthor.

Un genio ansía conseguir algo grandioso que sea recordado por siempre. Destruir a Superman era vencer a la máquina, poner una vez más al hombre por encima de todo, cediéndole el resto de la eternidad como el ser capaz de controlar su destino sin necesidad de dotes físicas y con el único poder del cerebro. Luthor tiembla, duda, codicia, presiona, miente y castiga. Alopécico y con kilos de más. Porque es humano. La ambiciosa y variable debilidad humana contra la perfección y la falsa deidad.

Si Superman no hubiera existido, quizás el periódico de Metrópolis abriría portadas con descubrimientos científicos, invenciones geniales, curas para enfermedades mortales, obras de arte rescatadas de tumbas bajo tierra de las manos de Luthor. No obstante, la presencia de la perfección en la Tierra le hicieron sentir inferior y, por tanto, incapaz. El mundo como lo conocemos hoy no aprecia la cultura. Prefiere a un musculitos de apariencia perfecta que dé bien en cámara. Si Superman no hubiera existido hubiéramos creído más en nuestros iguales.

Lo que no nos dijeron de Lex Luthor es que Lex Luthor es la parte más humana y real de Superman.