Lo Humano de escuchar a Pepe Mújica

Pepe Mújica se quedó prendado de La Alhambra. Bastó mirar sus ojos, pétreos en la fotografía del periódico, para entender que su admiración era sincera. Expresidente de Uruguay y estandarte del humanismo, entendió sin filmes ni decoros lo que Boabdil había llorado antes que él: «Al fin estoy casi en el paraíso que los hombres pudieron conseguir y conservar. Se me está yendo la vida soñando con un mundo sin clases. Pero existen cosas que nos dejan sin aliento. Gracias por esto, gracias a la vida y a la historia de España».

El viernes por la mañana, Pepa Bueno le entrevistó en La Ser. Como si fuera una sirena sacada de un cuento de Ulises, Mújica nos hipnotizó a todos los que pasamos a su lado, a través de las ondas. Casi diría que bastaba el sonido de su voz para hacer que el momento mereciera la pena. Pero es que la música -de la sinfonía al rock- tenía una letra terriblemente hermosa.

Habló de nosotros, por ejemplo, y de sus sensaciones en Granada y Córdoba sobre lo que ve en España: «Los noto con nostalgia de haber estado mejor, de haber tenido tiempos mejores. Es curioso -dice-, el que está relativamente bien y viene de golpe para abajo, ¡cómo sufre! Los que están perennemente pobres, soportan sin hacer ruido. En España han sufrido mucho, pero no se quejen tanto, ¿eh? Todo es relativo en este mundo. Van a encontrar gente con infinita más dificultad».

Permitan que subraye ocho dardos. Tan preciosos como afilados:

«Cuanto más ricos estamos más egoístas nos ponemos. Y vemos la preocupación de tener que repartir la mesa».

«Una cosa es la pobreza que mides con los números y otra es la que tienes acá adentro (en la cabeza)».

“Si no cambias vos, no cambia nada”.

«El cambio cultural es el que lleva más tiempo. Y si no apuestas al cambio cultural, el cambio material te sirve de poco».

«¿Por qué tenemos que trabajar 8 o 9 horas? ¿Por qué no 5? En lugar de ser ricos en tanto cacharro, vamos a ser ricos en ocio».

“Los pobres de África, no son de África. ¡Son del mundo!”

“¿Cómo te van a pedir que compitas con China, si los chinos no tienen ni seguridad social…? ¡Tenemos que discutir cuántas horas se van a trabajar en el mundo entero! ¡Las reivindicaciones son mundiales!”

«¿Qué es la libertad? Tener tiempo para hacer las cosas que me gustan».

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La visita de Mújica coincide con el estreno en la Red del documental ‘Human, dirigido por Yann Arthus-Bertrand (‘Home’). El film es una serie de entrevistas con personajes que profundizan en el significado más profundo del ser humano. Relatos que están tan llenos de amor y felicidad como de odio y violencia. Una película que nos enfrenta con el otro, con los otros, con los que son reflejo de nosotros mismos.

El vídeo de Pepe Mújica es inspirador desde que empieza («Sigo vivo por milagro. Y por encima de todas las cosas, amo la vida…») hasta que termina («Siempre vale la pena volver a empezar, una y mil veces mientras uno esté vivo»). Escuchen con atención, merece la pena:

Escribir mucho

Si tuviéramos una identidad secreta, como los héroes del cómic, aprovecharíamos las horas a escondidas para zafarnos de la crisis y hacer lo que hemos venido a hacer. Habría unas horas al día -más de las necesarias, seguramente- que emplearíamos para sufragar el pan, el agua y la superviviencia. Pero el resto sería nuestro tiempo. El tiempo de vestir la capa y el antifaz y convertirnos en héroes. El tiempo de salir a la calle a luchar contra la profunda injusticia del “esto es lo que hay” y del “podríamos estar peor”. El tiempo de los valientes que quieren ser felices por lo que son cuando no tienen que actuar como seres educados para la rutina.

Maldita sea el engaño al que nos sometemos gratuitamente. Por qué creer, joder, que sólo una explosión de rayos gamma o una fórmula secreta o un gen mutante o haber nacido en el puñetero Kriptón es la fuente del poder. Pasar años deseando que llegue ese inesperado chasquido que lo revuelva todo y nos ponga en la situación que deseamos, el evento que nos transforme por dentro y por fuera para tener, al fin, la excusa de ser héroes.

Creo que Gabo no podía volar. Tampoco podía levantar camiones ni mirar a través de las paredes. Y, sin embargo, Gabo tenía un poder. El suyo propio, el que cada uno de nosotros porta en algún lugar de su ser. Y lo supo encontrar. Hay gente que se pasa la vida buscando en cuentas bancarias, hipotecas y promesas laborales que difuminan el camino y entorpecen la verdad hasta la muerte.

En los últimos minutos del documental ‘Gabo, la magia de lo real’ (Justin Webster, 2015), el documental que narra la vida de Gabriel García Márquez, una periodista le pregunta al escritor sobre la vida. “La muerte es injusta”, responde Gabo. “¿Y qué podemos hacer?”, insiste la periodista. “Escribir mucho”.

Tienen tres conjugaciones para encontrar su verbo y hacerlo mucho. Su poder, su tiempo.

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Back in Time, regreso al regreso

‘Regreso al futuro’ es esa película que siempre apetece ver. Volver a ver. Ver otra vez como si fuera la primera, como si acabaras de viajar en el tiempo y pudieras disfrutarla con ojos de primerizo. No conozco a nadie en su sano juicio que no se lo pase pipa viendo la saga de Robert Zemeckis y Bob Gale. De hecho, si alguien te dice «esta tarde echan en la tele ‘Regreso al futuro’», un pequeño resorte salta en tu cerebro creándote la imperiosa necesidad de buscar un sofá cómodo y ver, una vez más, a Marty McFly tocar la guitarra.

La primera entrega se estrenó en 1985. Hace 30 años. Y será en octubre de este año (21/10/2015) cuando se cumpla una de las fechas más frikis y extraordinarias de la cinematografía moderna: el Delorean aparca en el futuro. La cita merecía todas las celebraciones imaginables, claro. Pero había una que no podía faltar: el documental.

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‘Back in Time’ es una fantástica idea de Jason Aron, cineasta y fanático de la trilogía que abrió hace semanas un proyecto de ‘crowfunding’ para costear su película. El propio Aron revela que cuenta con entrevistas exclusivas con todos los actores de la saga, guionistas, director y compositor. Además de un repaso a la tecnología que inspiró, su estética, su trascendencia en la cultura popular… Y, por supuesto, imágenes de la recreación que tuvo lugar hace poco más de un año en Londres.

El crowfunding aspiraba a conseguir 50.000 dólares. Ya va por casi 60.000. Yo me he animado a soltar unos euricos. Todo sea por honrar, una vez más, a una de las películas más divertidas e icónicas de todos los tiempos.

¿Quién se apunta?

El culo del mundo

Descubrir que detrás del personaje sigue existiendo la persona. Y, como tal, sus ambiciones, sus sueños… Su vocación más honesta, sincera y poderosa. Andreu Buenafuente y su equipo me han alegrado muchas madrugadas gracias a una televisión inteligente que apela a la mágica y noble función de entretener. Hace años, tras ver ‘Hazme reír’ (Judd Apatow, 2009), imaginé esa misma película protagonizada por Buenafuente y Berto Romero. La vida de dos cómicos al otro lado del guión, ¿se imaginan?

El año pasado, cuando Buenafuente se quedó sin programa, recibió un email enviado desde Argentina, «desde el culo del mundo». El presentador, en plena crisis vocacional, decidió cargarse la mochila e iniciar un viaje tan físico como espiritual. Un camino que le llevará a reunirse con viejos amigos de profesión y con la mayor inspiración de su vida: su familia. Y de paso, rodar un documental: ‘El culo del mundo‘.

No, tranquilos, no es una versión española de la película de Julia Roberts en la India. Buenafuente se desnuda, metafóricamente, para que entendamos el origen de la risa. El origen de la inquietud que ha guiado su vida y la angustia del fracaso. No deja de ser curioso que, pese al éxito o la fama o el dinero, resulte sencillo empatizar con Andreu. En poco más de una hora de documental descubrimos a un hombre feliz, triste, amargado, convencido, destruido y reinventado. Un hombre contradictorio, como usted y como yo, que solo refleja su verdad a través de los ojos del otro: Corbacho, Santiago Segura, Carlos Areces, Wyoming, Jordi Évole… Y por supuesto Silvia Abril, su pareja y madre de su hija.

La sonrisa innata de Silvia cumple la máxima humana: ella es la gran mujer a la sombra de la fama de Buenafuente. Es la tela de araña que vela por la eficacia del circo, lo unifica, y protege al funambulista de caer de las alturas.

‘El culo del mundo’ es un documental que describe un momento muy particular para hablar de una lucha universal: la vocación.

 

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En Granada es posible

Ahora que la música suena a todas horas, cobra sentido la educación. Parece que nos esforzamos más en catalogar la melodía en función del aparato que la reproduce que en disfrutar la experiencia. La música es una alquimia que se transmite de artistas a oyentes. La música no entiende de móviles, tabletas, ordenadores, Mp3, vinilos ni cedés. La música viaja y siempre llega a su destino. El problema es que con tanta abundancia de medios, el mensaje -maldito McLuhan- necesita un oído capaz de discernir, de aprender, de compartir y de pagar.

Dentro de un par de siglos, cuando un científico con apellido consonante invente la máquina del tiempo, se rodará un documental sobre la historia de la música. Y los artistas, desde el primer percusionista de hueso hasta el último rockero vivo de la era postrashdigital, revelarán cómo empezaron a sonar. Estoy seguro de que encontraremos una componente única y repetitiva en todos ellos, una llamada a filas por una vocación que supera a la misma tecnología que les permitía componer.

A mitad del metraje, el director del documental se parará sobre una pequeña aldea global, Granada, y narrará, con una profunda voz en off, los años en que la ciudad fue capital mundial del Pop y del Rock. “Todo era posible allí”, dirá. “Nació para la música, para los conciertos, para las noches de un escenario a otro, de una voz a otra, de un sueño a otro más grande”.

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Parte del equipo del documental ‘En Granada es posible’

Y entonces, mientras la música sube para apelar a la emoción más honesta, el espectador disfrutará de unas imágenes históricas grabadas en color, nada de esas molestas policromías cuadrimensionales que usarán dentro de doscientos años, de la noche del 15 de marzo de 2014. La noche que tuvo lugar ‘En Granada es posible‘, el documental dirigido por Cristina y María José Martín (y su magnífico equipo, muy grande ese Bienvenido Valdivia que sostiene la cámara) que reunió en un concierto único a los mejores artistas de pop y rock de España. “¿Se imaginan haber podido estar allí?”, terminará preguntando la voz en off.

El 15 de marzo tenemos una cita con la historia de la música. La de ayer, la de hoy y la de siempre. La misma música que no deja de sonar y que requiere de un oído dispuesto a aprender, a admirar y a bailar. Oídos que quieran entender por qué, con la música, es posible.

Nos vemos allí.