Mi amigo Jeff suele decir que hay frases que requieren del exabrupto adecuado para que el mensaje gane el dramatismo necesario. Si siguen las columnas semanales del inigualable Andrés Cárdenas, habrán leído su ensayo sobre la utilización del ‘qué pollas’, una de esas expresiones perfectas para casi todo y que en Granada y en Jaén se guarda como Bien de Interés Cultural.
El caso es que me acabo de enterar de que los sobrinos del tío Sam han censurado ‘El Discurso del Rey’ por decir palabrotas. Aquí va el primer exabrupto: manda huevos. Osea, que las mentes brillantes de los USA consideran maravilloso que veamos hasta el higadillo de Lady Gaga en su último videoclip, pero está mal que Geofrey Rush anime a Colin Firth a decir ‘joder’, cargándose, por cierto, el sentido y el alma de la película -un rey que quiere hablar con, como y para el pueblo-.
El mismo pueblo que creyó razonable la quema de santos en ‘Misión Imposible 2’, los toros corriendo por las calles de Sevilla en ‘Noche y Día’, o la necesidad de rodar una película sobre los mejores momentos de la vida de Justin Bieber, un imberbe de 16 años.
Que sí, que hablar bien no cuesta nada. Pero si los insultos y las palabrotas existen es por algo. Les puedo poner algunos ejemplos, con exabruptos incluidos, para que vean la ganancia: “John Galiano dice que ama a Hitler; menudo gilipollas”, “Gadafi dice que ‘el pueblo está deseando morir por mí’; un mojón que te comas” o “el AVE llegará sin retrasos a Andalucía Oriental; y a mi abuela”.
En este caso, la falta de educación la cometen los cantamañanas que eliminan el insulto y los pardillos sin dos dedos de frente que no supieron escuchar ‘El discurso del Rey’. Que bien que dejan las palabrotas intactas en sus producciones. Qué pollas.