Al filo del mañana

Lee como si fuera la primera vez y, sin embargo, usted y yo ya nos conocemos. Deje que se lo demuestre, esto es lo que va a pasar: tras abrir esta página mis palabras se colarán en su cabeza, como un rayo de sol al amanecer. Tanteará los párrafos con la ingenuidad del niño que inicia su primer día de clase, buscando la trampa, la doble lectura, el truco. Pero no hallará nada. Entonces decidirá volver a leer la primera frase y, por fin, escuchará atentamente lo que nos espera:

La taquillera le sonreirá en cuanto pague la entrada de ‘Al filo del mañana‘, el último trabajo de Doug Liman (‘El caso Bourne’) protagonizado por Tom Cruise (‘Oblivion’) y Emily Blunt (‘Looper’). Se sentará en una butaca que le resultará más cómoda de lo habitual. El olor a palomitas se disipará en un momento, en cuanto terminen los tráilers y descubra que una guerra se avecina. Puede que le parezca que todo sucede en un abrir y cerrar de ojos, pero pasará más de dos horas sentado en esa cómoda butaca, vibrando con una dosis pura de la mejor ciencia ficción.

Una película que abruma al espectador tanto como a su protagonista para, llegado el momento exacto, el instante atemporal, dejarle libre y que sienta el miedo. El miedo que nos hace temer la pérdida, nos vuelve inseguros, destroza los pilares y abofetea lo establecido. El mismo miedo que invita a arriesgar para ganar, a abandonar la rutina y la apariencia. El miedo sin el que no podríamos hallar el valor.

¿Cuántas veces deseó una nueva oportunidad? ¿Cuántas veces recreó el ridículo que hizo pidiendo una cita de esa manera tan pobre, cuántas buscó el ‘control z’ para aprovechar el último tren, cuántos errores le hicieron aprender a golpes? Y cuántas veces deseamos ser un Bill Murray que despierta en la misma cama, el héroe de una guerra en ciernes, la pastilla azul de un Morfeo impaciente.

Entonces abrirá los ojos, volverá a este texto y entenderá de lo que estamos hablando. Descubrirá que tenía razón, que ‘Al filo del mañana’ es una gozada que no debería terminar nunca y que está dispuesto a olvidar todo lo que sabía sobre la película. Que quiere leer, otra vez, como si usted y yo no nos conociéramos. Pero no será la primera vez. Ni la última.

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Sci-fi, otro as en la manga

Distrito 9’ (2009) estableció dos verdades: la ciencia-ficción guarda, siempre, un as en la manga y Neill Blomkamp, su director, tiene mucho que decir. Su primer trabajo fue un admirable ejercicio de imaginación y crítica que contaba más verdad que muchos documentales, periódicos e informativos nacionales. ‘Elysium’, protagonizada por Matt Damon, es su próximo estreno (agosto 2013) y, sin serlo, da la sensación de que asistimos a una suerte de secuela en la que Blomkamp profundiza en su análisis de la sociedad, de los ricos y los pobres, de la desigualdad entre norte y sur.

Puede que sea una casualidad sin la más mínima relación, pero desde que Blomkamp estrenara ‘Distrito 9’ y fuera nominada al Oscar, tengo la sensación de que la ciencia-ficción ha ganado interés. Vale que ‘Prometheus’, la que debió ser el gran estreno del género de 2012, no funcionó como esperábamos. Pero qué duda cabe de que hay más interés que nunca por distribuir un producto que sobrepase la pasión de cuatro –orgullosos de serlo– freaks y alcance a la gran masa. ‘Origen’, por ejemplo.

Este fin de semana se estrena ‘Oblivion’, protagonizada por Tom Cruise e impulsada con el beneplácito de la mayor parte de la crítica. Atentos a todo lo que nos queda hasta final de año: ‘Un amigo para Frank’, ‘Riddick’, ‘El juego de Ender’, ‘Los Juegos del Hambre: En llamas’ y, mis dos películas más esperadas, ‘Star Trek: En la oscuridad’ y ‘Pacific Rim’. Esto en el cine. Pero resulta que la televisión cuenta con el estreno más prometedor de la ciencia-ficción: ‘Defiance’, una serie con un aspecto sensacional que llega este mes de abril a Sy-Fy, definida como mezcla de ‘Mass-Effect’, ‘Gears of War’, ‘Battlestar Galactica’ y ‘Firefly’. Ahí es nada.

Supongo que todo es un síntoma más: nos gusta inventar futuros en los que las guerras sean contra enemigos comunes. No contra fantasmas financieros, burbujas inmobiliarias, índices que bajan y reuniones de señores que fuman puros. Los aliens, bichos y robots gigantescos son más fáciles de digerir. Y de entender.

Looper

cuando crees que estás acabando, tan solo es el principio. El camino, como les decía, es una fuente inagotable de posibilidades que vive a expensas de nuestras decisiones. Puede que la apariencia física, la del círculo, sea inamovible, pero somos nosotros los que decidimos qué sucede en el como herederos de nuestras acciones. La única cuestión que queda por resolver, entonces, es saber si las consecuencias son siempre lineales: ¿el bien comporta el bien y el mal, más mal? ¿Y si un acto violento y descabellado construyera un futuro mejor? ¿Un círculo mejor?

‘Looper’ es la muestra patente de que no es necesario un desafío total de efectos especiales para conseguir una Ciencia Ficción de primerísimo orden. Rian Johnson (‘Brick’, ‘Breaking Bad’) escribe y dirige una película soberbia, elegante en sus formas y compleja en contenido. Un relato apasionante sobre los viajes en el tiempo y la vida entendida bajo el precepto oriental del karma.

Joe (Joseph Gordon-Levitt) es un Looper, un asesino contratado por las mafias del futuro para eliminar a sus víctimas en el presente, eliminando cualquier pista temporal. Todo cambia el día en que Joe debe asesinarse a sí mismo, a otro Joe con 30 años más (Bruce Willis). La potente premisa no solo crece a lo largo del guion, sino que entran otros factores inesperados que convierten al film, por derecho, en una de las grandes del año. En una referencia atemporal.

Los carismáticos Gordon-Levitt y Willis hacen justicia a sus personajes con un trabajo icónico que seguro será imitado de ahora en adelante. Johnson sigue la estela de Christopher Nolan y, al terminar la película, sólo los que quieran profundizar verán guiños que, a priori, pasan desapercibidos, liberados a la atención e imaginación del espectador. El camino es una fuente inagotable de posibilidades que enriquecen la experiencia. Una lección que Johnson aprendió al descubrir que el secreto de crear un círculo es que

Attack the Block

Los ingleses son los amos en darle la vuelta a la tortilla. En buscar la perspectiva inesperada que, más tarde, otros -América- copiarán. Sucedió con ‘The Office’ en la televisión y con ‘Zombies Party’ en el cine, película que inspiró ‘Bienvenidos a Zombieland’. ‘Attack the Block’ retuerce las normas del género fantástico y juvenil: los niños no son adorables, son unos cabronazos de mucho cuidado; sí son honorables… pero sólo con los que viven en su barrio, el resto son el enemigo y pueden arder en el infierno; tienen problemas familiares… pero los superan fumando marihuana, jugando al Fifa, viendo capítulos de Naruto y atracando a jóvenes inocentes en las lúgubres calles de Londres. Son, como les decía, unos bastardos. Pero son los bastardos llamados a salvar el día.

La banda de Moses pasea por el bloque, como unos Goonies del extrarradio. Cuando menos se lo esperan, una explosión les saca de su macarra rutina habitual. Algo, un meteorito parece, ha caído sobre un coche, en la calle. Al inspeccionarlo descubren que se trata de un E.T. con el aspecto de un Gremlin y la mala uva de un Critter. La pericia de Moses con la navaja les permite cazarlo y llevárselo a casa como trofeo. Lo que no sabían, claro, es que eso desataría una invasión con aires de venganza.

El gran éxito de Joe Cornish (guionista de ‘Las Aventuras de Tintín’) como director es sostener una película de ciencia ficción con un presupuesto bajísimo. Lo es porque, en vez de resolver cada escena con una dimensión nueva o una virguería digital, recurre a la imaginación: cámaras colocadas con ingenio, atmósferas palpables y criaturas a la antigua usanza. Todo al servicio de un guion inteligente, plagado de diálogos geniales y perlas culturales engarzadas con soltura y naturalidad gracias a una pandilla de protagonistas, de actores, perfectos en su papel.

‘Attack the Block’ pone el contrapunto a ‘Super 8’ (J.J. Abrams) con un entretenimiento fabuloso. Si esto es ‘cine de serie B’, me alegro. No habrá lugar a errores sobre su calidad. Y dentro de unos años, cuando Hollywood realice algo parecido con un pastizal desorbitado, iremos al cine a verla. Mientras, como los adolescentes del bloque londinense, tendremos que usar armas prohibidas para ver ciertas películas que no merecen la atención de los distribuidores…

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