Les parecerá una barbaridad, pero ‘Orange is the new black’ es la primera serie que me recuerda a ‘Perdidos’. ¿La conocen? ‘Orange’ es una comedia con tintes dramáticos –o todo lo contrario– en la que Piper Chapman (Taylor Schilling, ‘Argo’), una treintañera comprometida con un escritor fracasado (Jason Biggs, ‘American Pie’), decide entrar voluntariamente en prisión por un crimen que cometió años atrás. La trama, como pueden imaginar, es mucho más compleja y difícil de explicar. Tan solo les diré que es genial. Absolutamente genial. Dicho lo cual, ‘Orange’ y ‘Perdidos’:
1.- ‘Orange’, al igual que ‘Perdidos’, es una serie coral en la que cada personaje esconde una rica historia repleta de detalles fascinantes que vamos conociendo gracias a pequeños flashbacks.
2.- La serie de Netflix se desarrolla en una prisión, una isla abandonada donde existe la creencia de que hay un mundo más allá de sus muros pero que, a la hora de la verdad, nadie puede asegurar su existencia. Tan solo hay constantes.
3.- Hay personajes que dicen no ser prisioneros de la cárcel; personajes que dicen gestionar la ‘isla’. Ellos, esos otros, tienen contacto con el exterior y conocen formas de entrar y salir. No obstante, cuando más tiempo pasa, más crece la certeza de que ellos, también, están encadenados.
4.- Existen criaturas inexplicables que tambalean a los protagonistas. A un lado tenemos gallinas inesperadas o cucarachas transportistas, al otro, humos negros y osos polares.
5.- El ‘cliffhanger’ de final y principio de temporada es brutal. Un desconcierto absoluto que funciona como un imán magnético que nos lleva, inexorablemente, de vuelta a la isla. A la cárcel.
Está claro que ni el tono ni la temática ni las formas de ambas series se asemejan. Una tienden a la excentricidad más cómica y visceral, y la otra al misterio entre la magia y la ciencia más improbable. Pero, qué quieren que les diga, los extremos se tocan.