Ya saben

“Ya sabes lo que quiero decir”. El tipo, embuchado en una bufanda de colores tejida a mano, se pone los guantes con torpeza mientras balbucea la frase con distintas entonaciones. Evitando pronunciar, con una tímida sonrisilla, lo que ella ya sabe que quiere decir. Los dos, amantes o amigos, quién sabe, llevan veinte minutos despidiéndose en la puerta del cine, bajo carteleras y horarios, con la mirada de la taquillera fisgoneando cada empalagoso gesto.

Nada más salir de la sala reían sin parar. Hablaban de la película, de los artistas y de lo gracioso que les resultaba que la música fuera el motor del cine mudo. Imaginaron lo fantástica que sería la vida si tuviéramos una banda sonora constante que subrayara los gestos, que serían siempre exagerados. Y así, cada dos por tres, sin previo aviso, aparecería un cartel sobre nuestros ojos con las palabras exactas, las que no se pueden trasladar a ningún otro lenguaje.

“¿Qué quieres decir?” La chica coloca un gorro lanudo con puntitos rosas sobre su cabeza mientras selecciona los tirabuzones que dejará colgando como flequillo. Juega con su pelo y pregunta, una y otra vez, con una mirada sostenida por los pómulos, lo que él creía que ella ya sabía que quería decir.

La taquillera se queda embobada cuando ambos interrumpen el diálogo para, por fin, despedirse. Despedirse de verdad. “Bueno pues, nos vemos a la vuelta”, se acerca él. “Sí, claro, a la vuelta”, concede ella. Y se dan un beso en la mejilla. La otra, la taquillera, se desinfla como si fuera la única espectadora de una romántica película en directo. La pareja se aleja, con pasos medidos y prudentes. Cuando la distancia aún era ridícula, él se da la vuelta y le dice: “Eh, yo…yo…yo…”

El hilo musical le frena un instante eterno, suena ‘With or Without You’. Antes de que pueda terminar, ella se adelanta: “Yo también”. “¿Qué?”, pregunta el tipo, sostenido a su bufanda. “Que yo también te deseo una Feliz Navidad”. Sobre los ojos de la taquillera aparecieron unas letras blancas sobre un fondo negro. Decían lo mismo, pero con otras palabras.

Feliz Navidad.

The Artist

El cine que es arte es una brecha en el tiempo y el espacio. Es como la pintura que decora el techo de la capilla, el relato del valiente mosquetero, la portada del cómic arácnido, la animación del japonés eterno y el beso en el puente de París. Obras que pudieron crearse mucho antes de que naciéramos, pero que, por un sexto sentido irracional y pasional, somos capaces de ubicar en un momento, de darles sentido y de hacer que sus historias sean eternas, sin importar el formato. Consagrando, por una maravillosa suerte del destino, un nombre a la alquimia de la inmortalidad. Un nombre y un apellido que resumimos con el título que les hizo brillar: El artista.

‘The Artist’ es una enorme película que lanza miles de ideas sin pronunciar palabra. Un tondo doni del celuloide que unifica lo nuevo y lo viejo, el clásico y elegante mundo del blanco y negro, del silencio expresivo y la música parlanchina, con el futuro que siempre está por llegar, al que hay que adaptarse, del que hay que aprender. Pero, por encima de todo, es un canto al Cine. Al poderoso hechizo que recorre estudios y salas de proyección, actores y espectadores, cámaras y directores. A ese Cine que nos enseña la vida con secuencias, la belleza con primeros planos y el amor con un detalle de dos manos que se entrelazan tras los títulos de crédito.

Sería imposible alcanzar el grado de preciosismo y profundidad de sensaciones si ‘The Artist’ no bailará por todos los géneros: tiene comedia, drama, aventura, acción y romance. Jean Dujardin y Bérénice Bejo son el corazón de la película, coloridos protagonistas de los que es difícil no caer enamorados. Pero es él, Michel Hazanavicius, el director, la razón del éxito, por filmar con tanto mimo una maravillosa historia de emociones mudas que, en los últimos minutos, les quitará el aliento con un escalofrío que recorrerá su cuerpo; uno de esos escalofríos que sólo los artistas saben captar.

Mientras que el tiempo no diga la contrario, su única opción para ver la película es en ‘Multicines Centro’ de Granada, no ya el único cine de Andalucía Oriental donde podrá ver la fantástica obra favorita a los Globos de Oro y, probablemente, a los Oscar, sino una de las pocas salas de toda España que la proyectan. Una vez más, mi sincero agradecimiento a tan magnífica y comprometida sala. Por nuestro bien, llenen la sala.

'The Artist', silencio en la sala

Que pique, que para eso lo digo: somos unos catetos. Y es un ‘somos’ general, sin apuntar con el dedo a nadie en particular, pero que debe dolernos a todos. Una sala. Una única sala de Granada, Almería y Jaén, proyecta ‘The Artist’ en el día de su estreno. Una única sala para la cinta que parte como candidatura favorita a los Globos de Oro y a los Oscar y a todos los premios que se pongan por delante. Una única sala para el estreno que silencia a la todopoderosa ‘Misión Imposible 4’ y a cualquier otra chorrada crepuscular que aún pueda seguir en cartelera. Que viva la cultura y olé.

Esta historia, lamentablemente, no es nueva. Ahora bien. Uno entiende -y sufre- que ciertas películas que no entran por los ojos del gran público sean maltratadas por las distribuidoras (‘Attack the block’, por ejemplo). Eso sin tener en cuenta el feo constante que sufrimos con los mal llamados estrenos que llegan a nuestros cines con varios meses de retraso. Y claro, entonces llega el andaluz de pro, conocido por su aire constante de fiesta, su escasa ambición y su más que practicada incultura general, y decide tirar de Internet para descargar en calidad HD o Blu-Ray películas que no llegan o llegan mal a nuestras ciudades.

Pues perdonen que les diga, amigos distribuidores, pero estas chorradas son las que hacen que en el sur nos sintamos discriminados y mirados por encima del hombro. Tratados como paletos de pueblo que no distinguen un gusanito de una ostra, que son felices con un trozo de pan y una caseta de feria. Maldita sea, ¡déjennos elegir! Es que esto es el colmo. Y conste que entiendo que la taquilla de ‘Misión Imposible 4’, peli, por cierto, que estoy deseando ver, será descomunal y que el negocio que genera será fantástico. Pero de ahí a no conceder ni un hueco a otras… eso es miserable. Una invitación, en toda regla, a la piratería.

Desde aquí mi apasionado mensaje de agradecimiento a ‘Multicines Centro’ de Granada, el único cine de Andalucía Oriental que ofrece cuatro sesiones al día para ver la exitosa ‘The Artist’. Una película a la que ningún productor quería apoyar por ser extremadamente arriesgada y que ahora, todos ellos, lloran en silencio por no haber confiado en su magia.

Espero que lloren muchos más.