The Tourist

Al final suena ‘Starlight’ de Muse. Con los títulos de crédito. Esa fue la única y mejor sorpresa de ‘The Tourist’. Una cinta que se ha vendido como un thriller impactante con espectaculares giros argumentales y que, con toda humildad, se veía venir desde el trailer. Florian Henckel von Donnersmarck (qué maravilla de nombre, parece el príncipe perdido de un cuento de hadas), dirige la película con el innegable impulso de su ópera prima, bien recibida por público y crítica, ‘La vida de los otros’.

‘El turista’ es el hijo pródigo de Hollywood, Johnny Depp, que después de años siendo la fobia de los principales productores yankis, se ha transformado en el Midas que lo convierte todo en oro. A su lado, la belleza instintiva de Angelina Jolie, otra perla negra del celuloide. Ambos protagonizan una historia de confusiones, delitos, estafas y persecuciones cruzadas con poco tino.

Frank es un profesor de matemáticas que viaja a Venecia para superar la muerte de su esposa. Es un turista más. Elise es la novia de Alexander Pierce, un mafioso perseguido por Scottland Yard y por otros enemigos. Estando en París, recibe instrucciones de su pareja indicándole que debe coger el tren de la tarde a Venecia y buscar a alguien de complexión parecida, para hacerle creer a la policía que es él. ¿El elegido? Un turista: Frank. A partir de ahí, el embrollo está servido.

Con importantes tintes de comedia europea, ‘The Tourist’ adolece de un ritmo excesivamente pausado, incluso en las escenas de acción, con un arranque un tanto desesperante. Técnicamente, el acabado es excelente: su canto a la ciudad de las góndolas y al paseo de Jolie y Depp por sus canales -amenizado por las partituras de James Newton Howard- bien vale un visionado. Con un último tercio donde la película se vuelve más amigable, los destellos del Johnny Depp excéntrico levantan momentáneamente el vuelo del film de Donnersmarck.

Cartelera de fin de año

Estaba revisando la cartelera de los últimos días del año y, con todos mis respetos, me parece un tanto desilusionante. ¿Dónde quedaron aquellos años en los que ir al cine en Navidad era una algarabía, una ruleta de intenciones, un quiero verlas todas y me faltan vacaciones? Y no es porque falten títulos que, a priori, deberían asegurar un mínimo de calidad. No hay ni una sola cinta desgarradora cuya calidad sea reconocida a los cuatro vientos; que recaude tantos euros como sonrisas satisfechas.

Si hacen una media ponderada de lo que dicen los críticos y lo que dice la taquilla, no se salva ni una. Sí, están ‘Biutiful’, ‘El Discurso del rey’ y ‘The Tourist’, todas ellas nominadas y consideradas al menos por sus productores. Pero, a la hora de la verdad, ninguna ha conseguido que triunfar en el boca a boca, ponerse en el candelero y encandilar a todos los ojos que se pongan por delante.

Es fácil salir del cine y escuchar que “Biutiful está bien, pero es demasiado triste y lenta… un poco aburrida en alguna partes”, o que “El discurso del rey está bien, pero no es una película fácil para el gran público”, o que “The Tourist está bien, pero en ciertas partes llega a convertirse en una payasada”. ¿Ven por donde voy? Dudo que haya un sólo estreno navideño que recibe, por norma general, el comentario que todo director espera provocar: “no te la pierdas”.

Incluso las películas menores, filmadas con el único y respetable objetivo de amenizar la Navidad, han dejado a medias al público: Narnia, Tron, Burlesque, Harry Potter, Megamind, Gulliver. Ninguna da en el clavo.

Pueden ir apuntando en sus listas de deseos para los Reyes Magos: una cartelera ilusionante.