R3sacón (Resacón en Las Vegas 3)

El otro día conté un chiste buenísimo a mis compañeros. Probablemente, el mejor chiste que han escuchado en lo que va de año. Vaya, nada más que de pensarlo me parto de risa. En serio, es la monda. ¡Una fruta! Ains, una fruta… Qué gracia. El problema es que uno de mis colegas no lo entendió. Y nos cortó el rollo al resto. Así que como era un chiste fácil de interpretar, lo repetí. Efectivamente, en cuanto llegué a la palabra clave, lo de la fruta, volvimos a romper en carcajadas. Allí estábamos, moqueando y llorando con agujetas en la barriga, venga a reír. Hasta que nos fijamos en que el colega en cuestión estaba serio. Pensativo. Vaya, que no lo pillaba el muy mendrugo. Nos sentamos y, poco a poco, con mucha paciencia, explicamos el chiste y el juego de palabras que debía provocar una hilaridad solo comparable al famoso gag de los Monty Python. Sin embargo, de tanto darle vueltas a lo mismo, perdió la gracia. No hay nada peor que explicar un chiste. Lo matas.

Eso es ‘R3sacón’ (también conocida como ‘Resacón en Las Vegas 3’).

Lo de Todd Phillips es incomprensible. El director de la saga asegura que ha escrito una trilogía bien cerrada, lógica y estructurada. A ver. ‘Resacón en Las Vegas’ es una comedia fabulosa, no me canso de verla. El Resacón en Tailandia es básicamente la misma película, con la misma estructura y los mismos golpes de efecto. Le perdonamos la simpleza porque nos hizo reír otra vez. Ahora bien. ‘R3sacón’ es que no tiene gracia. Y lo que es más grave, no tiene gracia porque intenta ser algo que no es: original.

La película que todos esperábamos ver empieza tras los títulos de crédito. Y eso no tiene sentido. De hecho, hubiera sido infinitamente mejor haber caído en los mismos errores y aciertos de las anteriores entregas, porque por lo menos nos habría hecho reír. Bradley Cooper, Ed Helms y Zach Galifianakis repiten como ‘la manada’, intentado buscar una trascendencia mística innecesaria. Esperemos que Phillips deje descansar a sus personajes y sea él el que salga de tan dramática, pesada, reiterativa y espesa resaca.

Los chistes no se explican.

Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia!

La elección del título español, pese a que es horripilante, es muy acertada: ‘Resacón 2: ¡Ahora en Tailandia!’ ¿Por qué? Porque es exactamente la misma película que vimos hace un par de años pero, ahora, en Tailandia. Y al decir ‘exactamente’, quiero decir secuencia a secuencia. El desencadenante de la historia es el mismo, el nudo está forjado en las mismas tensiones y el final repite el mismo esquema para resolver el embrollo. Por todo este párrafo casi cacofónico es por lo que las críticas internacionales han sido muy duras con la película de Todd Philips. Y tienen razón: son los mismos chistes bárbaros, irreverentes y políticamente incorrectos de la primera entrega… Pero qué panzá de reír, niño.

A ver. Aquí sucede lo que yo llamo la ‘teoría Manuel’. Verán: Manuel es un amigo que tiene un repertorio de chistes infinito. El tipo puede estar contando uno detrás de otro durante toda la noche (true story). La cosa es que a sus amigos, como le hemos escuchado tantas veces, algunos ya nos empiezan a sonar repetidos. Pero claro, los cuenta con tanta gracia, con tanto desparpajo, que nos partimos de risa igualmente. Con ‘Resacón 2’ se cumple la ‘teoría Manuel’: si te lo pasaste bien con la primera, también lo harás con la segunda. Es así de simple.

Ahora bien, el efecto sorpresa de la original es impensable. De hecho, nadie podía suponer el éxito que cosecharía la de Las Vegas -la mayoría de los que fuimos al cine a verla nos quedamos a cuadros: es una gran comedia- y, claro, esta vez, era difícil entrar a la sala sin unas expectativas atroces.

La sonrisilla socarrona que se les quedará al final de la proyección está asegurada. En gran medida por la nueva sesión de fotos del viaje -inconmensurables- y por el gusto de ver, otra vez, a Zack Galifianiakis, el cómico que roba toda la atención de la cinta. Qué grande eres, Zack.