Ese punto.

La letra ese escrita en imponentes mayúsculas: ‘S’. Pasa tantas veces ignorada -incluso aislada en la tinieblas de una larga noche- entre otras letras que casi no somos conscientes de su presencia. La ‘ese’. No sé quién decidió que había que escribir superhéroes, crearlos de la nada y usarlos como símbolos camuflados en una sociedad de gente repetitiva. Como inspiración cuando el universo conspira en tu contra y la lluvia parece empecinarse en tu tejado.

Me imagino ese momento –¿ven?, otra ese– en el que el escritor vislumbró una ráfaga roja cruzando el cielo y pensó: «¿será un pájaro, un avión?» Probablemente dejó pasar las horas, como el agricultor que mira crecer los espárragos firmes a la orilla del camino. Paciente y calmado. Consciente de que la semilla estaba germinando, de que había algo más. Hasta que se percató: no era un pájaro, no era un avión. Era una ‘S’.

Necesitamos inspiraciones. Ideas que se repitan en nuestra cabeza como el eslogan de un anuncio de televisión: «Nos caemos para aprender a levantarnos», «un gran poder conlleva una responsabilidad», «harás de mi fuerza la tuya». Y así, cuando la enfermedad se cuela en la agenda –siempre se cuela, nunca se invita–, cuando el teléfono no suena, cuando los currículos se apilan en despachos de gente sin vista, cuando la jubilación no satisface, cuando la vocación se empobrece, cuando las lágrimas no hacen justicia, cuando los contratos se rompen… Cuando la página parece que está terminada y no nos dejan poner el punto final. Ese dichoso punto final. Para eso están los héroes, las eses grabadas en el pecho.

Qué difícil lo de encontrar al superhéroe, ¿verdad? Buscamos pijamas azules y capas doradas cruzando todopoderosos la parte más alta del mundo. Buscamos ídolos de masas, fuerzas de la sociedad y chaquetas colgadas en el perchero, extravagantes apariencias sobre el muro y golpes de efecto. Sin embargo, esas inspiraciones están camufladas en nuestras vidas, como las eses en este texto (todas ellas, las 137). Están en la rutina del día a día, anclados al esfuerzo, al tesón y al talento del que se sabe humilde. De aquel que dibuja una victoria con los de dedos de la mano cuando te hace reír. Superhéroes, superheroínas. Inspiraciones. Ese punto.