Las películas de zombies siempre me provocaron la misma reflexión: ¿A quién nos parecemos más: a los héroes que sobreviven al virus o a los pobreticos que pierden el juicio y sólo quieren darse un homenaje de sangre y vísceras? Por eso, ‘Zombies Party’ (‘Shaun of the Dead’, nombre que parodiaba a ‘Dawn of the dead’, aquí llamada ‘El amanecer de los muertos’) me parece una maravillosa, divertida y original joya cinematográfica.
Zombies Party es una comedia inglesa protagonizada por Shaun (Simon Pegg, el nuevo Scotty de Star Trek) y Ed (Nick Frost, estrella de televisión en Reino Unido), dos bebedores de cerveza empedernidos y profesionales del videojuego que, cierta mañana, descubren que todo el mundo a su alrededor se ha convertido en zombie. Ambos deciden que deben abandonar su casa y encontrar el refugio más apropiado para tal debacle. ¿El bastión? El Winchester, el bar en el que pasan todas las noches entre pintas y pintas.
Por encima de la teatralidad de las cabezas arrancadas, las manos que se mueven solas, y los pies arrastrando por un suelo plagado de cadáveres sin cerebro, los zombies son un elemento muy literario que nos dibujan tal y como somos: borregos, predecibles, manejables y en manos del dinero, la publicidad y los realities.
Zombies Party competía en soledad por el puesto a mejor ‘comedia zombie’. Este fin de semana se ha estrenado en España (que no en EE. UU., que lo hizo hace cosa de 6 meses…) ‘Bienvenidos a Zombieland’. Resurrección del mundo de los actores no vivos de Woody Harrelson y reencuentro con una de las estrellas más prometedoras de la juventud hollywoodiense, Jesse Eisenberg. Y, Zombieland es, ante todo, una película… (to be continued)